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Sábado, 29 de diciembre de 2007

PATRIMONIO

Partes de guerra

El teatro El Picadero puede llegar a tener una chance de salvarse. O que al menos se cumpla la ley en lo que dice que para demoler un teatro hay que obligatoriamente construir otro. Santiago Pusso, de Basta de demoler, informa que en la Legislatura ya comenzó el trámite de catalogación del viejo garaje, con los diputados Diana Maffía y Martín Hourest interesados en el caso. También se está involucrando la Comisión de Derechos Humanos del cuerpo, en virtud del rol que cumplió El Picadero durante la dictadura como hogar de Teatro Abierto, una lucecita en medio de la negra noche militar. Por supuesto, llovieron adhesiones de actores, productoras y personalidades de la cultura y hubo un par de reuniones que levantaron el ánimo. Una fue con la nueva subsecretaria de Patrimonio Cultural, Josefina Delgado, que parece que quiere diferenciarse de su predecesora, la Chica Superpoderosa reciclada en la Secretaría de Cultura nacional Nanni Arias Incollá, y estar interesada en hacer algo concreto al respecto. La otra reunión juntó a la empresa D-Buenos Aires, constructora en el lugar, con los preservacionistas acompañados por Mirtha Busnelli y Graciela Dufau. La firma se comprometió a edificar una sala teatral, cumpliendo con la ley nacional 14.800 y a evaluar preservar el edificio. Ambos serían cambios a un diseño del arquitecto Alvarez, por lo tanto casi un bien en sí mismos.

Por otro lado, la ciudad se allanó al amparo con que se buscó detener la demolición, en términos elogiables. El procurador general porteño Pablo Tonelli y la doctora María Fuschini resultaron mucho más ágiles que sus predecesores en el cargo en esto de entender que el pueblo porteño no es nunca lesado si se detiene una demolición patrimonial. Al gobierno supuestamente progresista de Jorge Telerman le tomó años bajarse de estas demandas inútiles y que causaban vergüenza ajena. Este gobierno arrancó en esto con el pie derecho y hasta tuvo conceptos firmes en defensa de la historia porteña, con frases como “en salvaguarda del patrimonio de la ciudad corresponde consentir la medida cautelar decretada y allanarse a la demanda instaurada”. Clarísimo.

Mientras tanto, siguen llegando a la Legislatura y al Ejecutivo porteños pedidos de catalogación de edificios por toda la ciudad. Noemí Alcaro estuvo recorriendo la zona norte y pidió se preserven las fincas de avenida Santa Fe 2636/38, Santa Fe 2923/2925/2929/2933/2935, Agüero 1586/Santa Fe 2906 –la famosa esquina de la pizzería que se ve en la foto–, un edificio de los que ya no quedan en ese barrio. Otros pedidos de Alcaro son Agüero 1979, Agüero 1519 y Montevideo 39. La lectora también pasó por el famoso edificio de Virasoro en Agüero 2038/2024 y se comunicó preocupada porque lo encontró cubierto con un andamio y no supo si era demolición o restauración. Resulta que es un trabajo de fachada, no se sabe si restaurador o pintor, como ya ocurrió una vez vergonzosamente. Pero no es demolición.

Mientras tanto, Mauro Sbarbati volvió a enviar largas listas de edificios y se centró en la bella esquina de Cabello y Siria. Resulta que frente a la famosa Colorada, tal vez el mejor edificio en ladrillo de la ciudad y de los poquísimos que podrían estar en Nueva York, hay una esquina notable, con una vieja quintona con palmera y todo, y un vecino Tudor en proceso de demolición. Sbarbati toca aquí un tema muy peliagudo, el de edificios que ya tienen permiso de demolición. Sucede que es muy, pero muy difícil encontrar argumentos jurídicos para frenar en la Justicia una demolición ya autorizada, si no hay trámite previo de catalogación, como ocurrió con Callao 924 –perdida– y con Montevideo 1250 –ganada–. Pero sin eso, es de difícil pronóstico.

Mientras, feliz año a todos y una idea para regalar: la guía de patrimonio que acaba de publicar la Ciudad, dedicada al Art Déco porteño y una delicia editada por Alberto Petrina.

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