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Sábado, 28 de junio de 2008

CON NOMBRE PROPIO

En dos ruedas

El diseñador industrial José de San Martín se especializa en bicicletas. Viviendo en Milán trabajó para la emblemática Cinelli, diseñó una bici ecológica y ahora, de vuelta al país, trabaja para Zanella.

 Por Luján Cambariere

Además de nombre de prócer, José de San Martín tiene otra particularidad: se especializa en el diseño de bicicletas. Una pasión que nace en su niñez repartida entre Santa Cruz y Mendoza, pero que concreta en Milán, la cuna del diseño, donde parece que hay mucho de todo, menos especialistas en estos medios de transporte de dos ruedas.

Recién recibido en la Universidad Nacional de Cuyo, allá por el ‘97, buscando hacer un curso de posgrado en transporte partió a la Domus Academy en Italia. Y allí se quedó hasta julio de 2006, cuando regresó al país. Primero realizando por un año más, durante el ‘98, el master de diseño de la academia y enseguida trabajando en el estudio de uno de los nombres más relevantes del diseño italiano: Clino Trini Castelli (quien en la década del ‘60 trabajara junto a Ettore Sottsass y también para Vitra, Herman Miller y Mitsubishi División Automotores). Y luego solo, abriéndose camino en el mundo de las dos ruedas. Instalado nuevamente en el país, con encargos de allá y de acá, da cuenta a m2 de su pasión hecha creaciones como la bici ecológica con cuadros de cartón reciclado.

–¿Cómo fueron los primeros tiempos en Milán? ¿Conseguiste trabajo enseguida?

–Tuve suerte. Un profesor –Clino Castelli– se sentó justo al lado mío, en una época donde no había portátiles accesibles y todos en la Domus llevábamos las computadoras de las casas a las presentaciones. Entonces él vio cómo le armé la presentación a varios compañeros y fue como una entrevista de trabajo sin darme cuenta. Al poco tiempo estaba trabajando en su estudio y por más de cuatro años. Fue un lujo. El se especializa, entre otras cosas, en interiores de autos (materiales, terminaciones, colores). Así que viví cosas maravillosamente absurdas, como llevarlo a la Triennale a dar una charla con Andrea Branzi en el auto. O cruzar Suiza para entrar al Salón del Automóvil de Ginebra y ver todo, estar en el backstage.

–¿Cómo es trabajar en un estudio italiano?

–Primero está la cuestión de la frecuencia de trabajo. No es como acá, que por ejemplo ya estudiando te hacen hacer sólo dos proyectos de trabajo al año. La Domus te prepara para hacer 14 y no dormís en todo el año. Pero está bárbaro, porque acá tenemos mucha franela con todo. Y además vas cambiando de proyecto en el día. Tenés como 3 o 4 a cargo. Y eso está buenísimo, te da una gimnasia. Después, en mi estudio, que era obviamente en mi casa, trabajaba en bicicletas.

–¿Cómo empezás con el diseño de bicicletas?

–Me encantan de toda la vida. La primera bicicleta que tuve duró un mes armada. Después la desarmé toda y la hice como me gustaba a mí, que tenía sólo 8 años. Eso fue en Río Gallegos. A esa bici de paseo le saqué todo y quedó pelada. Y ahí le puse los espejitos, frenos, lo que yo quería. En 2000 fue entender qué hacía yo en Italia. Si bien estaba buenísimo trabajar en el estudio de Castelli, no era lo que yo quería del todo y el click fue justamente querer hacer algo por mí mismo. “¿Qué hay para hacer acá?”, me dije. Muebles, lámparas, accesorios para la casa, otros proyectos delirantes como autos, que los descarté en el posgrado porque vi cómo sufrían, los filtros que tenían que pasar, tipos que eran buenísimos. Era obvio que en Milán había diseñadores de todo, pero paradójicamente no de bicis, que era lo que yo amaba y más sabía. Y así nos fuimos con Miguel Lombard y Claudio Castro, dos socios de esa época, a la feria de bicicletas y empezamos a promocionarnos como diseñadores de bicicletas. Ahí empezó todo.

–¿Cuál fue la primera?

–La primera fue la Recycle que hicimos para participar de un concurso de bicis de Taiwan. Empezamos por hacer bicis de tubo y nos pusimos a pensar qué podía hacer la diferencia; y entonces ideamos esta ecológica, que no es sólo una bicicleta sino un sistema. Una visión objetiva de Europa da cuenta del problema grave que tienen ellos en el tráfico, sobre todo por la enorme cantidad de turistas. Por otro lado, las ciudades son chicas y tienen muchísimo movimiento. Entonces se nos ocurrió esta bici sobre todo para descongestionar la ciudad. Recycle es un sistema de bicicletas reciclables para turistas en ciudades europeas. La bicicleta en sí consta de un cuadro en cartón triturado (se reemplaza muy frecuentemente), juego de componentes en aluminio intercambiables (de gran vida útil). La forma, basada en el F117 Stealth, intentaba transmitir la idea de pasar desapercibida como un “arma” indetectable de la ecología.

–¿Y qué pasó en la feria?

–Sabíamos quiénes eran los personajes cruciales, así que esperamos horas a Antonio Colombo, el dueño de Cinelli, con el que logramos conseguir una reunión. En muy resumidas cuentas, porque la cosa no fue tan sencilla. Pasando un par de filtros, pudimos empezar a trabajar con ellos. La anécdota, entre varias, fue que en una semana tuvimos que preparar de todo –bocetos, modelos 3d– para seducirlo. Ahí presentamos, entre otras, una bici de mujer de cuadro abierto y guardabarros como parte de la estructura. Y como les gustó, nos pidieron una prueba: necesitaban hacer tubos fibra de carbono que tengan formas. En una semana les hicimos más de 25 tubos de cualquier forma. Les gustaron y nos contrataron. Trabajando para ellos hicimos la Stealth, una bicicleta de carrera en fibra de carbono con cuadro monocoque integral.

–¿Cómo fue para vos estar trabajando en el reinado de las bicis?

–Increíble. Si hasta aceptaba algunas en parte de pago. Obviamente, contra todo lo que me decían mis compañeros diseñadores.

–¿Por qué volviste?

–Porque tuve mi primera hija y quería que creciera acá. Los primeros años trabajaba sólo para allá y ahora mitad y mitad. Hago muebles de oficina –mesas y sillas– para Giuliani y trabajos varios para Zanella, como la Z Cap, una moto de ciudad de 125cc de cuadro tubular de acero estilo naked. Es que cuando volví me llamaron del INTI para diseñar una bici, la Zonda (bicicleta mountain bike) en aluminio con el objetivo de valorizar el trabajo a mano de la Argentina. Así conocí a Zanella, para los que estoy haciendo un scooter, un triciclo de carga y un auto con un motor poco contaminante para personas con discapacidad.

–¿Y existe la bici soñada que no se haya hecho o no hayas diseñado?

–Es una respuesta con truco. En realidad, hay muchísimas en cada área. Aprovechar mejor la pedaleada, aprovechar mejor la energía que tiene disponible el cuerpo humano para generar movimiento cinético, eso es un proyecto en sí mismo y para el que terminás haciendo una pieza que por ahí no se parece a una bicicleta, porque vas más sentado. Estéticamente, en materiales, en posición de manejo, hay de todo por hacer. Y fijate que ni siquiera empecé a hablar de formas. En bicis hay un mundo por explorar.

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