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Sábado, 29 de noviembre de 2008

Premios al patrimonio

Con un bajo perfil que desconcierta, la Sociedad Central de Arquitectos y el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio entregaron este mes su premio nacional a las mejores intervenciones en obras patrimoniales. Los jurados fueron Mario Boscoboinik por la SCA, Carlos Moreno por la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, Gabriela Mareque por Icomos Argentina, Enrique Talentón por Fadea, Carlos Susini Burmester por CICoP Argentina y Rita Comando por la Subcomisión de Patrimonio SCA, con Marta García Falcó como asesora. El premio tiene tiene cuatro categorías, que abarcan restauraciones y puestas en valor de hasta mil metros cuadrados o de más de mil metros cuadrados.

En la categoría de restauración de hasta mil metros cuadrados ganó el arquitecto Marcelo Magadán, columnista de este suplemento y un verdadero militante del patrimonio edificado. El premio fue por su riguroso trabajo en el portal de la iglesia de la misión jesuítica de San Ignacio Miní, un tesoro nacional de primera agua. El jurado destacó el trabajo previo de investigación, que abarcó del trabajo de Onetto en ese lugar en la década del cuarenta hasta un minucioso estudio de las técnicas constructivas originales. Los jurados consideraron que “se logró un trabajo científico y respetuoso de lo heredado”.

El segundo premio en esta categoría fue para los vitrales de la capilla de alumnos del Colegio El Salvador, en Callao 542, realizado por Daniel Ortolá. Esta capilla está en el primer piso del viejo colegio y atesora los más que centenarios vitrales de la firma Franz Mayer de Münich, que sigue siendo una de las grandes diseñadoras de ventanas religiosas del mundo. Con el arreglo de los vitrales, la capilla está terminada.

En la categoría de obras grandes, ganó ese patriota del patrimonio que es Reinaldo Lemos, director de la restauración de una gloria argentina, las Galerías Güemes de la calle Florida. Lemos encontró un cliente ideal en Fernando Bertello, administrador de la galería, que impuso la muy cuerda idea de que restaurarla a su gloria original era volver a ponerla en el mapa como un hito porteño, algo muy importante y rentable para un espacio comercial. Así resurgieron el teatro del subsuelo y uno de los espacios públicos más bellos de la ciudad porteña.

Las menciones en el concurso abarcan la restauración de la iglesia del Salvador de Maletti, Zanel, Maletti y Robaina.

En la categoría que distingue la recuperación y puesta en valor de obras de hasta mil metros cuadrados ganó el trabajo en vivienda en Yavi, Jujuy, realizado por Adolfo Ramos e Inés Pemberton. Los arquitectos usaron adobes, torta de barrio y guaya en el arreglo respetuoso de estas casas, y el jurado les destacó la memoria descriptiva y el estudio que hicieron de estas técnicas humildes y tradicionales. No hubo segundo premio tampoco en esta categoría, y la mención fue para el edificio Charcas y Laprida intervenido por Becker-Ferrari arquitectos.

La intervención de obras de más de mil metros cuadrados premiada fue en el Museo Bodegas Graffigna, San Juan, dirigida por Adriana Piastrellini. El jurado destacó que a la obra en sí se le sumó un notable guión museístico que integra al edificio en la ruta del vino, y el respeto mostrado a las partes originales del edificio, que conserva hasta un viñedo en el patio que ya tiene sus cien años. El segundo premio fue para el Hotel Moreno, en Moreno 376, intervenido por Fernández, Huberman, Otero, Arquitectos y mucho más conocido por los porteños como el Edificio Kapelusz por su inquilino de tantos años. El hermoso edificio de Juan Kronfuss, con sus llamativas terminaciones cerámicas, fue tratado con gran cariño y respeto, viviendo una extensa recuperación de maderas, mayólicas, vitrales y metales que lo dejaron con vida nueva.

La mención en esta categoría fue para los Lofts Barracas Central, Salmún Feijoó 735, reciclados por Axelrud, Domínguez, Rosas, Sánchez. Como se recordará, esta vieja fábrica con una notable cupulita se transformó en vivienda, con algunos planteos originales –uno puede subir el auto para estacionarlo junto a cada departamento– y debutó alojando un Casa FOA.

Una última satisfacción: el premio SCA-Icomos de este año es muy superior en rigor al anterior, que incluía algunos desmanes muy cuestionables en edificios de alto valor patrimonial. Se nota que hay más exigencia a la hora de distinguir.

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Imagen: Pablo Piovano
 
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