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Sábado, 28 de febrero de 2009

Las rampas de Defensa

La obra continúa, mientras el ministro afirma que sabe mejor que nadie qué necesita la ciudad.

 Por Sergio Kiernan

El ministro de Inventar Opositores a Macri, Daniel Chaín, sigue con su obra en la calle Defensa. Como se recordará, Desarrollo Urbano tuvo la peregrina idea de peatonalizar toda la calle, de Plaza de Mayo a Parque Lezama, de modo de crear un “living urbano”. Resultó que esta genialidad es ilegal, porque el Ejecutivo no puede peatonalizar nada, poder reservado a la Legislatura. Como la bronca de los vecinos ya era palpable, los legisladores explicaron tersamente que ni se les ocurriera mandar la idea, ya que resultaría difícil pasar un proyecto tan piantavotos.

Por eso se empezó a hablar de “semipeatonalización”, palabreja inexistente hasta ahora y fea, pero legal al fin. El proyecto fue cambiando y cambiando, en parte a fuerza de perder amparos. Chaín, por orden judicial, tuvo que sentarse a negociar qué se iba a hacer con Basta de Demoler y, en parte, con los airados vecinos de San Telmo. Fue así que se abandonó la idea de cambiar todo el pavimento y nivelar acera y veredas: se mantendrán los cordones, las veredas y los adoquines.

El problema con hacer un acuerdo así es que genera un nivel grande de desorden, sobre todo cuando se habla con alguien que acuerda con pocas ganas. Por ejemplo, no se sabe bien qué pasará con los pasajes que tocan Defensa y hay un verdadero baile respecto a “iniciativas” como ensanchar las veredas. La cuadra en obras, Defensa entre Independencia y Chile, casi casi termina con una vereda más ancha que la otra. Al fin se decidió que no valía la pena demorar tanto y gastar tanto por veinte centímetros.

Esta incertidumbre emana del hecho de que el ministro Chaín no mostró el proyecto final, como le había ordenado hace meses el juez del amparo. Sólo ayer se iba a hacer una reunión de urgencia para mostrarlo a los vecinos, con cuatro meses de demora.

Pero el arquitecto Chaín comulga en el altar de los que opinan que los gobernados no saben nada y tienen que dejarles a los que sí saben decidir por ellos. Fue entonces que el sábado pasado aparecieron en la obra las plataformas elevadas de hormigón que se ven en la foto. Son dos bandas, una a cada lado de la desembocadura del pasaje, que casi llegan al nivel de la vereda. Cuando esté terminada la remodelación, la cuadra quedará empedrada a nivel normal y con dos grandes lomos de burro elevados, casi rasantes con los cordones y asfaltados. Son los lugares para que crucen los peatones.

Esto es una novedad inconsulta en una obra que tuvo como característica ser impuesta de mal modo. En la cuadra que se está remodelando los comerciantes están ahorcados por el bajón de público y un bar ya quebró. Nadie les avisó y no pudieron tomar la menor precaución para sobrevivir.

Las futuras rampas peatonales, a nivel de la vereda.

Esto ocurre en parte por la personalidad del ministro, que tiene opiniones fuertes y un modo de lo más altanero de expresarlas. Chaín era el que caminaba incesantemente en la audiencia del 31 de octubre en la calle Defensa, cuando escuchaba a los vecinos rechazar de forma unánime y vocal su proyecto. Todos sus gestos, su expresión y la manera de moverse trasuntaban un fastidio enorme. Parado en el patio del Centro Vecinal donde se hizo la audiencia pública, hablaba con un asesor y no hacía falta escucharlo para ver el desprecio con que recibía las críticas.

Chaín suele decir que todas las leyes de protección patrimonial de la ciudad están mal porque sólo vale la pena proteger “veinte edificios”. Para el arquitecto, en Europa “están locos” y los españoles “no saben nada”, lo que se notaría en que “Madrid es una cáscara”. Y los que lo critican son políticos: Chaín suele calmar a los suyos explicando que no hay ni un vecino que se oponga a sus obras y los que hablan en las audiencias son “peronistas” y “políticos”.

Este tipo de altanería violenta tiene muchos antecedentes en la arquitectura, disciplina con fantasías de rehacer el mundo. Le Corbusier propuso demoler Buenos Aires, medio que en serio, y hay que ver a Leon Krier despotricar contra las torres, bajo la mirada cariñosa de César Pelli. Que lo diga Chaín, sin embargo, es distinto por dos razones. Primero, porque es un ministro de un gobierno democrático y no un utopista. Y segundo porque ciertamente Chaín no es un Le Corbusier, un Krier o un Pelli. Su apagado perfil profesional, su nula carrera como pensador urbanístico, no lo cualifican para la estatua ecuestre. Y mucho menos para imponer obras explícitamente rechazadas por los vecinos.

Como para comparar: ¿Alguien escuchó alguna queja por el boulevard de la calle Caseros? Es una obra en pleno casco histórico cuerda y bonita. Hasta los faroles retro que instalaron son un gesto de entendimiento del entorno, ni hablar del agregado de un poquito de verde.

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