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Sábado, 6 de junio de 2009

Una clausura para los vivos

La casa de Kalnay demolida a medias en la calle Palestina fue clausurada, con participación de la Justicia. Ahora viene la tarea de determinar qué pasos legales seguir.

 Por Sergio Kiernan

Gracias a los vecinos del barrio, hubo una rápida intervención del gobierno porteño para frenar la demolición clandestina de una obra de Andrés Kalnay. La linda casa de la calle Palestina 1070/72 fue casi totalmente destruida –según Basta de Demoler, no queda ni la mitad– pero ya se clausuró la obra ilegal, se hizo un acta en la comisaría local y se abrió una causa en la justicia de faltas. Esto significa, entre otras cosas, que si los vecinos ven alguna actividad en el lugar pueden llamar a la comisaría del barrio y exigirles que intervengan. Para eso hay un acta y una causa.

Andrés Kalnay es uno de nuestros grandes arquitectos, un húngaro que nos llegó aluvionalmente, de puro inmigrante de la gran época. Su obra más popular es la cervecería de Costanera Sur donde hoy funciona un museo, pero Kalnay era un verdadero profesional, con más de cien obras y muchas casas de barrio en su haber. Varias de estas estaban siendo relevadas por la subsecretaria de Patrimonio de la Ciudad, Josefina Delgado, como preparación para catalogar toda su obra sobreviviente.

Pero resulta que a fines de mayo unos atorrantes empezaron a demoler la casa de la calle Palestina sin permisos ni papeles. La casa es de esas de barrio prósperas, con dos fachadas, una al frente y otra a un lateral al que se accede por un portón doble de verja. Esto es, implicaba suficiente prosperidad como para tener un auto, mucha cosa en esos tiempos. La fachada del frente tiene dos ventanas grandes, con verjita de balcón francés, y otra más horizontal y pequeña en el medio. Por encima de los ventanales principales hay un toque típico del autor, tres ventanucos pequeños, como troneras, para dejar entrar luz cuando las celosías principales están cerradas. Kalnay gustaba de este recurso, que puede verse por ejemplo en una propiedad horizontal en Garay casi Pavón.

Como se merece una casa de barrio, la terraza está urbanizada para ser usada. Al frente, este techo que es más que un techo muestra un amague de pérgola, con dos pequeños balustres a los lados, un arco al centro y dos trabados entre estos elementos. El efecto, además de invitar a plantar glicinas, eleva visualmente la fachada.

Según estableció Alejandro Machado –fan de Kalnay y operador del blog www.andresyjorgekalnay.blogspot.com– la casa ahora semidestruida es de 1923. Como bien remarca Machado, eso significa que le sobran 18 años para ser protegida por la flamante ampliación de la ley 2548 a toda la ciudad. Es por eso que sus actuales dueños pasaron a la ilegalidad y la demolieron a escondidas, sin permiso ni cartel de obra. En el blog de Machado se puede ver la foto de un obrero parado en la fachada lateral con una maza en la mano y, de paso, sin las protecciones que marca la ley.

El 28 de mayo, la diputada Teresa de Anchorena (CC), presidente de la comisión de Patrimonio de la Legislatura, hizo la denuncia por fax a la unidad de la Dgfico que tiene a su cargo patrullar estas cosas. Los funcionarios visitaron el lugar recién el primero de junio, lunes, e hicieron una suerte de preclausura. Esta “pre” se hizo clausura el martes, 2 de junio, cuando se dio intervención a la policía y a la fiscalía. Mientras, el diputado Patricio Distéfano (PRO) también se movía para que las cosas pasaran.

Este jueves, la Secretaría Legal y Técnica correspondiente estaba estudiando el asunto para ver qué pasos dar, pero lo realmente valioso es que la carpeta se giró a la justicia de faltas. Esto es, será un juez y no un funcionario quien determinará la multa a pagar por demoler clandestinamente y por demoler un bien en principio protegido.

Lo que lleva al verdadero carozo de la situación. Cuando a alguien lo pescan en una demolición clandestina, el procedimiento normal es pagar la sanción y hacer el trámite para recibir un permiso de obra. A estos atorrantes en particular les cabe este trámite: pagar, pasar por ventanilla. Pero como la casa es de 1923, la carpeta tiene que pasar por el CAAP, el Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales, autoridad de aplicación bajo la ley que protege todos los edificios anteriores a 1941.

Aquí comienza un asunto legal complejo. En principio, el CAAP puede autorizar la demolición, por ejemplo concluyendo que la casa ya está semidestruída y no vale la pena preservarla. Sería premiar al infractor, sería crear un antecedente mortífero que podría vaciar completamente la ley, pero es algo que puede ocurrir.

Pero a la vez, y teniendo en cuenta el prístino fallo de la Justicia porteña que en 2007 frenó la demolición de la casa Bemberg en la calle Montevideo, el Kalnay de Palestina ya estaba protegido bajo la nueva ley. En ese caso, corresponde aplicarle la sanción de la ley 1227: sólo se puede construir una mínima fracción de lo demolido. Esto es, los atorrantes de este caso podrán hacer un maxikiosco en lugar de el edificio de varios pisos que soñaban.

Haber extendido la ley 2548 a toda la ciudad fue un paso de gran audacia y madurez de nuestra Legislatura, y fue un cambio muy grande en la lógica legal que nos costó tantísimos edificios. Como se veía venir, los vivos están actuando en consecuencia, contando con la desidia, la falta de castigos duros, la complicidad implícita de tantos funcionarios-arquitectos que también piensan que demoler todo es mantener la ciudad viva y viable. Ahora hay que demostrarles que hay una ley, que se tiene que cumplir esa ley y que las avivadas no son gratuitas.

Siendo realistas, esto depende bastante de los vecinos que denunciaron el desmán. Con participación de la Justicia, con acta labrada en la comisaría, cualquier movimiento en el lugar tiene que ser denunciado de inmediato.

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