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Sábado, 9 de enero de 2010

Una revolución para la city

Un proyecto de ley busca crear un APH entre el Bajo y Florida, de Plaza de Mayo a Plaza San Martín, catalogando decenas de edificios y limpiando la polución visual que agobia al centro.

 Por Sergio Kiernan

El jura y rejura que tiene consenso entre sus colegas de la Legislatura, los funcionarios del Ejecutivo involucrados y hasta entre las asociaciones profesionales. Cuesta creerlo, porque hay cosas que recuerdan aquello de que cuando la limosna es tan grande... Pero si el diputado porteño por el PRO Patricio Di Stefano logra el voto para el proyecto que presentó como para festejar la Navidad, el centro de esta ciudad va a cambiar de cara. Es que Di Stefano busca crear un gran APH en la city porteña, lo que equivale a duplicar el Casco Histórico porteño, catalogar casi 200 edificios, regular de otro modo lo que se puede hacer y lo que no en la zona y hasta levantar la polución de carteles y marquesinas. Y el proyecto incluye la calle Florida.

El proyecto describe, con bastante certeza, tres zonas. Una es la city en sí, con sus espectaculares edificios bancarios formando uno de los conjuntos mejor construidos y pensados del país. Otra es la “espalda” de la Catedral, que fue zona residencial paqueta –incluye todavía la casa de las hijas de Roca– y hoy mezcla oficinas con bancos y comercios. Y luego viene la zona más residencial, aunque muy comercial, de Plaza San Martín, con algunos edificios de extraordinaria calidad y belleza.

El proyecto toma los apenas 16 edificios catalogados que existen en esa zona y los incorpora al APH. Luego toma 177 fichas de catalogación ya confeccionadas y le encomienda al Ejecutivo que prepara fichas para otros 175 edificios de todo tipo. O sea que de dieciséis patéticas catalogaciones en una región tan plena de tesoros pasaríamos a tener 368 edificios protegidos. Y hay otro casi centenar que no será catalogado porque se trata de edificios muy grandes, que no pueden ser demolidos simplemente porque ya no se pueden construir más metros en esos lotes.

Ver el mapa del APH proyectado permite ver que se custodian 27 manzanas completas y parciales de otras 16. Como este APH encastra exactamente con el APH 1, resulta que arranca justo atrás de la Catedral y sus edificios anexos, del magistral Banco Nación de Alejandro Bustillo y del edificio francés de la SIDE, todos ya catalogados. A partir de esta idea se consolida todo el frente de Leandro N. Alem, de Plaza de Mayo hasta dos puertas de la Plaza San Martín. La línea hace un zigzag para abarcar la increíble esquina de Florida y Diagonal, con sus cúpulas y zigurats. Y se toma todos los frentes de todos los edificios de la calle Florida, de punta a punta. Y es aquí que las cosas se ponen realmente buenas.

Como habrán notados quienes pasen por Callao, que acaba de transformarse en un APH gracias a Marta Varela, la reglamentación de esas áreas ordena bajar marquesinas y cartelones. La diferencia en la avenida es notable, emocionante, y no hay que ser un romántico para imaginar el cambio que se viene en Florida, donde casi ni se ven los frentes, si se limpia esa polución. El proyecto prohíbe las marquesinas, excepto las pocas que son parte de la arquitectura de los edificios, los toldos fijos y los carteles enormes. Se permiten los toldos de tela que no pasen de la mitad de la línea de vereda y se puedan instalar sin romper ornamentos o molduras, y los carteles de letras sueltas, simples o iluminados, que no superen el cinco por ciento de la superficie de los frentes. De ninguna manera se puede pensar en poner un cartel saliente o “estructuras publicitarias” en las medianeras o los techos. La calle Florida tiene un régimen especial que permite pequeños carteles salientes, pero sólo uno por edificio.

Otras órdenes que mejorarán el espacio público en esta zona tan maltratada son las que impiden remover las farolas tradicionales en la Recova de Alem y la que prohíbe por completo romper los frentes para poner calefactores o acondicionadores de aire. Y tampoco se podrá construir a la bartola, como se hace ahora: el que quiera hacer una obra nueva al lado de un edificio catalogado tendrá que respetar por ley esa vieja utopía de arquitectos llamada entorno, ya que el basamento del nuevo edificio tiene que seguir la del catalogado en altura y tiene que respetar la estructura de basamento, desarrollo y coronamiento del vecino más viejo.

En fin, un proyectazo como para cubrirse de laureles y morir contentos, aunque Di Stefano es muy joven. Si todo sale como se espera, no sólo habrá varios cientos de edificios protegidos sino que tendremos una verdadera revolución visual, con un centro con muchos menos carteles, toldos y porquerías.

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