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Sábado, 3 de julio de 2010

Tiempo de juegos

 Por Luján Cambariere

Se avecinan las vacaciones de invierno, el Día del Niño, y con ellos la avalancha de merchandising y juguetes plásticos de obsolescencia programada, frente a los que algunas propuestas de diseño ofrecen su contracara. Y con ellas, una reflexión sobre el juego, la actividad primordial de la niñez que pide a gritos una vuelta al origen.

En madera

Desde la página de La Barda, juguetes en madera, citan un extracto de Mitologías de Roland Barthes más que oportuno para estos tiempos de consumo desmedido y chiche electrónico: “El aburguesamiento del juguete no sólo se reconoce en sus formas, absolutamente funcionales, sino también en su sustancia. Los juguetes corrientes son de una materia desagradable, producto de un proceso químico, no de la naturaleza. Actualmente están moldeados en pastas complicadas; el material plástico muestra una apariencia grosera e higiénica a la vez, extingue el placer, la suavidad, la humanidad del tacto. Un signo consternante es la desaparición progresiva de la madera, materia que, sin embargo, es ideal por su firmeza y su suavidad, el calor natural de su contacto; la madera elimina, cualquiera que sea la forma que sustente, la lastimadura de los ángulos demasiado agudos, el frío químico del metal; cuando el niño la manipula y la golpea, ni vibra ni chirría, tiene un sonido sordo y limpio al mismo tiempo; es una sustancia familiar y poética, que permite al niño una continuidad de contacto con el árbol, la mesa, el piso. La madera no hace daño ni se descompone; no se rompe, se gasta; puede durar mucho tiempo, vivir con el niño, modificar poco a poco las relaciones del objeto y de la mano; si muere, lo hace disminuyendo, no hinchándose, como esos juguetes mecánicos que desaparecen bajo la hernia de un resorte descompuesto. La madera hace objetos esenciales, objetos de siempre. Ya casi no se encuentran esos juguetes de madera, que eran posibles, es cierto, en los tiempos del artesano. Ahora el juguete es químico, en sustancia y en color; su material introduce a una cenestesia del uso, no del placer. Además, estos juguetes mueren muy rápido y una vez muertos no tienen, para el niño, ninguna vida póstuma”, rescatan.

No hay dudas de que las propuestas de La Barda responden con contundencia y belleza a esta inquietud de Barthes. Iván Coquand, su creador, estudió Bellas Artes en la Escuela Prilidiano Pueyrredón y los empezó a hacer como un hobby entre sus trabajos de carpintería y su vocación de escultor. Los fabrica él mismo, artesanalmente, con piezas torneadas estándar de madera u otras que él diseña, revalorizando un material natural que según él: “Está vivo, tiene un olor, temperatura, textura, color y peso particular”. No usa productos tóxicos, ni pinturas ni barnices. Son juguetes no bélicos, de construcción o reparación. Principalmente robots con bellas misiones como la de Sembrot, encargado de la forestación de planetas lejanos y zonas de la Tierra que han sido devastadas. Trabajo colectivo, en equipo, el que proponen sus muñecos.

¿El nombre? “Así llamamos al monte, al campo, en Neuquén de donde soy. Y como estos juguetes tienen inspiración en personajes que yo mismo inventaba y dibujaba en mi infancia, cuando mis juegos estaban siempre relacionados con la naturaleza, hacer naves con piedras, trepar árboles, que me picaran las hormigas o caerme de la bicicleta, les puse ese nombre que tiene tanta añoranza y buenas connotaciones para mí.”

Malba Niños

Por su parte, del 20 de julio al 31 de agosto, Tiendamalba presenta su propuesta dedicada a los niños, una vez más, con una mirada sustentable. ¿A saber? Animales africanos en madera de arce de reforestación con pinturas no tóxicas de Asabi Wooden Toys, maras patagónicas realizadas con coloridos descartes textiles estampados con tintas al agua de Maminas + Kom; un puzzle inspirado en paisajes de la Puna en fieltro industrial biodegradable (Planar + Ana Lisa + Kom); sellitos de insectos, ratas y pulpos para estampar con tintas al agua en un kit de escritorio súper completo de Sellos de artista; autitos y cartucheras en cartón corrugado que provienen en su mayoría de cajas de embalaje de productos de consumo masivo de Diseño Cartonero, entre otros.

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