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Sábado, 2 de octubre de 2010

Para ellos también

El diseñador industrial Javier Leveratto crea productos para integrar a los niños con capacidades especiales. Lo hace desde el emprendimiento Andamio, primera marca argentina con diseños para chicos con dificultades motrices.

 Por Luján Cambariere

Nos pasamos escuchando que el diseño sirve para mejorar la calidad de vida de la gente, pero la realidad local muchas veces demuestra que las mejoras no son tales o esa “gente” son unos pocos. Y esto obviamente no tiene que ver con los diseñadores sino generalmente con los que en lugares de decisión –industria, Estado– entiendan de una vez y para siempre lo que puede aportar la disciplina a ciertas causas, en este caso, la de los chicos con capacidades especiales.

El trabajo del diseñador industrial Javier Leveratto en el contexto del emprendimiento Andamio es, por un lado, un ejemplo que llena de satisfacción, y a la vez entristece. Orgullo de que exista esta iniciativa en el país, y vergüenza de que nadie la abrace con la proyección y universalidad que debieran.

Andamio es un emprendimiento que se especializa en el desarrollo de productos adecuados a los requerimientos físicos e intelectuales de niños con necesidades especiales. Nació, como la mayoría de estas iniciativas sociales en nuestro país, propulsado por el amor de madre, la arquitecta Patricia Simón, quien al nacer su primer hijo, Juan, con una discapacidad, se puso a trabajar en todo lo que hiciera a su correcto desarrollo y bienestar. Al tiempo de empezar, y básicamente con la idea de seriar y poder hacer más accesible su propuesta para toda la población de chicos con discapacidad, sumó a Leveratto, para proyectar productos de uso cotidiano, básicamente como explica desde su página (www.universoandamio.com ) para “promover un entorno de inclusión. Acortar las distancias entre los objetos de uso cotidiano y los de uso específico para una patología determinada”. Ya que las restricciones y la ausencia de productos disponibles, explican, causan con frecuencia más dolor y sufrimiento que la discapacidad misma. Por eso ellos se abocaron a la tarea de achicar las distancias, que de eso se trata, una construcción que hace de puente, en este caso para una vida mejor, como cuenta para m2, Leveratto.

–¿Con cuántos diseños cuenta Andamio?

–Son más de quince productos de uso cotidiano que abarcan desde equipamiento a cubiertos para los que hicimos hasta un material antideslizante especial: un caucho natural atóxico, lavable, hipoalergénico y aromatizado. Tenemos un set de alimentación formado por distintos cubiertos que, por ejemplo, en un caso gracias al tamaño de una esfera en la punta, permite abarcar la totalidad de la superficie con la palma de la mano, facilitando la prensión. Los Cónicos permiten introducir la mano en el aro interno, lo que ayuda a fijar el cubierto a la mano de niños con dificultades de prensión, evitando el uso de correas de sujeción. Los cubiertos poseen una inclinación que permite llevar la comida a la boca con un menor recorrido del brazo. También desarrollamos un individual que delimita el apoyo del plato y la ubicación del vaso. Las cualidades del material antideslizante contribuyen con el control y la autonomía en la autoalimentación. También hicimos adaptadores de asiento para sillas comunes con una fijación y sujetando al niño con precintos de seguridad que previene caídas frontales, laterales y deslizamientos. Además tenemos accesorios gráficos como un adaptador de lápiz ergonómico con más de seis formas de agarre, ideal para el inicio de la primera etapa escolar.

–¿Cómo surge el proyecto?

–Patricia tiene un hijito, su hijo mayor Juan, que tiene parálisis cerebral. Ella es arquitecta y empieza a buscar productos para la vida cotidiana de Juan. Como es muy creativa, se daba maña para cubrir sus necesidades porque acá no había productos, sobre todo que además sean agradables de usar. El problema que ella detectó, más allá de un sinfín de necesidades funcionales que deben ser cubiertas, es que, por ejemplo, el mismo andador que usa un nene para caminar, es el que podría usar un chico con una discapacidad en vez de esos todos llenos de fierros, gomas y adaptaciones horribles llenos de correas y tornillos. Que si bien por ahí están bien resueltos, los afectan mucho psicológicamente. Y apuntó con su línea también a eso. A resolver necesidades a través de piezas que fueran lúdicas. Nosotros siempre ponemos el mismo ejemplo: si estás a la mesa con tus hermanos comiendo y vos tenés que comer con un cubierto de madera con una correa que te agarra la mano, es una cosa. Si vos tenés el mejor cubierto, ultra lindo y moderno, que tus hermanos van a querer usar, es otra. La idea era hacer productos funcionales pero que sean atractivos para todos. Que todos los chicos los quieran usar.

–¿O sea que más allá de la función, está la cuestión de la inclusión?

–Por supuesto. Es la necesidad, pero también estaba presente la idea de alegrarle la vida de todos los días. Son chicos y no dejan de serlo por tener una discapacidad.

–¿Y como empezaste a aprender todas estas cuestiones?

–Nosotros analizamos todo con terapistas, fisiatras y médicos. Cuando yo entré a la empresa la idea era industrializar la producción que venían haciendo en madera e incorporar nuevos productos. El problema más difícil es el mercado. El mercado es enorme, pero no puede comprar porque los costos de producción son muy altos. Hacemos todo en moldeado por transferencia de caucho porque es para baja escala y tiene bajo costo de matricería. Pero aún así resulta costoso porque producir acá, en este país, es imposible si no tenés banca, y eso que tuvimos unos proveedores que se mataban por tratarse de este proyecto.

–¿Para vos fue una linda experiencia de trabajo?

–Espectacular. Patricia es súper pilas, positiva. Es un placer trabajar con ella. Y diseñar estos productos tiene un plus. Son complejos, tenés que estudiar un montón pero ayudás también un montón. Por ejemplo, con el problema de la digitalización o prensión, darte cuenta que con un simple cambio en un mango les cambia la historia y pueden comenzar a dibujar, pintar. Te hace feliz. O la autonomía que toman en la alimentación, como pasa con los cubiertos.

–¿Por qué el individual?

–Estos chicos generalmente tienen un montón de movimientos involuntarios, que no los pueden controlar, y poniéndoles algún límite ayuda un montón. Por eso la idea era hacer un individual que fuera antideslizante, que el plato no se mueva cuando esté pinchando y un tope para el vaso. Eso sí, siempre diseñando con lo que haya acá. Tenés que adaptarte a la tecnología, materia prima, proveedor y que así y todo cumpla con las necesidades de ellos y nuestros objetivos. Muchos son chicos con poca tonicidad corporal, entonces todos estos accesorios son fundamentales para que se puedan manejar con mayor comodidad. Otra cuestión fundamental fue el adaptador de asientos, que es simple, colorido, ágil, porque el problema que tienen las familias es que si quieren salir a algún lado a comer o pasear por poco parece que tienen que mudarse de la cantidad y tamaño de accesorios. Y todos logramos que les gusten a todos los chicos.

–¿Una deuda pendiente?

–Muchísimas, porque Patricia tuvo que hacer todo a pulmón y aún quedan muchas cosas por hacer. Y es todo, como comentaba, muy costoso. Pero estando ya trabajando en esto, para la tesis de la facultad diseñé un flotador para el agua. De nuevo, porque los existentes son horribles e inviables. Me preguntaba por qué un chico puede estar flotando en una navecita inflable totalmente lúdica, y los chicos que tienen alguna discapacidad tienen que estar colgando de un flotador del cuello, que se asemejan a elementos de tortura. Y por eso diseñé el mío. El flotador me gustaría producirlo, es viable, está resuelto económicamente y es un producto que puede usar cualquier chico. Parece una navecita. Está hecha en plástico por rotomoldeado y tiene un arnés de neoprene. Me interesa sobre todo porque el agua tiene un montón de cualidades positivas para los chicos. Y para ellos la única posibilidad de estar en una pileta es a través de la hidroterapia o con un papá que los sostenga.

–¿El mayor regalo?

–Ver la satisfacción de un chico con lo que vos estuviste trabajando y cómo le puede cambiar la vida. Una sensación inigualable. Por eso ahora que tengo mi propio estudio Brightmind (www.brightmind.com.ar ) con otros socios, igualmente busco la manera de seguir con el objetivo de diseñar para esta población.

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