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Sábado, 16 de octubre de 2010

Llegan los Campana

Fernando y Humberto Campana, la dupla de diseñadores latinos de mayor proyección internacional, visitan nuestro país. En Tiendamalba presentan algunas de sus piezas y firman su nuevo libro.

 Por Luján Cambariere

Esta semana arriban a nuestro país los hermanos más famosos del diseño latino: Humberto y Fernando Campana. Los trae Dara para su encuentro de interiorismo y Tiendamalba presenta por primera vez en Buenos Aires una selección de diez productos para su comercialización. Más allá de las piezas –objetos para el hogar y para el escritorio, realizados en papel, goma eva y cuero– la posibilidad de conocerlos de primera mano, ya que estarán firmando los ejemplares de su último libro retrospectivo, Campana Brothers, editado por Random House este viernes 22 de octubre a las 19 en el museo.

Dupla explosiva

Expusieron en muestras individuales en los museos más importantes del mundo (Museo de Arte Moderno, de Nueva York; Victoria & Albert Museum, de Londres; Danish Design Center, de Copenhague). Sus piezas integran las colecciones permanentes de varios de ellos (Museo de Arte Decorativo de París y Centro Georges Pompidou, en Francia, Museo de Arte Contemporáneo de Tokio, Japón, y Museo de Arte Decorativo de Montreal, Canadá, entre otros) y se venden en miles de dólares y euros en el mundo entero (un asiento Banquete alcanzó los 46 mil dólares, una silla Vermelha alrededor de 20.000 dólares y una Favela cuesta cuatro mil euros). Aunque sin dudas lo más potente es que gracias a la admiración que despiertan, han puesto la mirada del mundo del diseño internacional –prensa, curadores, productores– en Brasil. Pero lo más meritorio es que lo lograron a través de su ADN. Empleando materiales cotidianos, al alcance, a veces hasta tildados de pobres y ordinarios, en combinaciones que resultan lujosas o surrealistas. Una “subversión”, así llaman ellos a su poder de transformación, que prioriza la materia a la forma y la función.


También apelando al empleo de tecnologías posibles al sur, sobre todo las artesanales. Logrando imponer un trabajo hecho por la mano del hombre a los países más industrializados que quisieron vender sus piezas.

Y sobre todo, el realce de lo propio. “Vivimos en un país naïf, caótico, colorido, y creo que desde siempre percibimos que teníamos que trabajar con la imperfección”, explican.

“Ese carácter especial de encontrar belleza donde aparentemente no la hay es lo que llama más la atención de las personas en el exterior”, explica Fernando. “Es que para vivir en Brasil, tenés que descubrir facilidades donde es imposible. Tenés que batallar todo el tiempo y eso da una mayor agilidad al brasilero para resolver problemas que no se tienen en Europa. Allá tienen un sistema que garantiza una vida estable para la mayoría de las personas. No tienen problemas materialistas sino existencialistas. Brasil no tiene un problema existencialista sino material. Volviendo a nuestro trabajo, nosotros abrevamos de un caos ordenado. Tenemos una cosa que se engendra del caos y de saber interpretar Brasil, de hacer un retrato de lo que la gente vive. Porque además de eso se trata el diseño. De transmitir algo. Un significado. Aunque éste sea catalogado de exuberante, barroco, cargado, over. Brasil es eso, en muchos casos. La falta de pudor frente a algunas cosas. Esa insolencia es nuestra modernidad”, señala.


“Riqueza en la pobreza”, como dijera a su tiempo Massimo Morozzi, director de arte de Edra y uno de los responsables de su despegue mundial.

Una filosofía que resumen al hablar de una de sus creaciones más comentadas: la silla Favela. “Un homenaje a la riqueza de los pobres, que tienen un saber hacer que nace de la supervivencia. La riqueza del pobre es ésa, su espontaneidad, generosidad de abrir su casa, su alma, sin reparos ni miedos. Su creatividad sin límites. La gente en nuestro país sabe hacer eso. Lo mejor de Brasil es eso”, rematan.

Pero también es ir un poco más allá con una impunidad o valor, a la que se atrevieron aun siendo sudacas y en esto, más allá de su talento, reside otra de las claves de su éxito. Y, si no, basta con volver a sus inicios. La primera exhibición de los hermanos Campana se realizó en 1989 en la Galería Nucleon, en San Pablo, donde presentaron una colección de sillas de acero se llamó Desconfortáveis (Incómodos) y ya en ese entonces discutían el aspecto artístico, el error y la poesía presentes en la incomodidad y osadía.

El año pasado, en 2009, veinte años después de la exhibición que los presentó en sociedad, su estudio fue elegido para celebrar su aniversario en el Vitra Design Museum, de Alemania. La retrospectiva se llamó Antibodies (Anticuerpos) y repasaba a través de nueve series su copiosa trayectoria. Fragmentos, Híbridos, Orgánicos resumen bastante algunas de sus señas particulares a la hora de proyectar.

En BA

Tiendamalba presenta y tendrá a la venta por la escala del local, varios de los objetos que por su concepción y materiales representan muy bien su impronta. Estarán las fruteras en papel y otras en cuero, las archifamosas Sushi en goma eva, así como el vaso Buriti y el bowl Sushi en el mismo material. Además de dos de sus piezas de mobiliario más emblemáticas como el sillón Cake Stool. Ese donde el tapizado convencional es reemplazado por una trama de muñecos de peluche.

“La curiosidad por reutilizar materiales mundanos o descartables, sumada a la necesidad de buscar nuevos métodos de tapizado, los llevó a experimentar con retazos de telas, goma eva, juguetes de peluche y las tradicionales muñecas hechas en Esperança, una pequeña ciudad del noreste de Brasil”, revelan desde el estudio. “Fue el resultado de una investigación profunda acerca de los métodos de tapizado. Estábamos interesados en nuevas formas que no necesitaran de los procesos tradicionales”, explica Humberto.

Así como el Vitória Regia, con tiras de goma eva tejidas artesanalmente en forma circular, dentro de una estructura de metal. Estas técnicas se desarrollaron a partir de un concepto articulado durante los inicios de la carrera de los Campana: descubrieron que los materiales banalizados por el uso diario, como sogas, mangueras y gomas, les daban a sus diseños mayor comodidad. “Estamos tratando de crear piezas más cómodas. No queremos ser artistas: nuestro interés es seguir siendo diseñadores y estar conectados con la gente que usa nuestros productos”, agrega Humberto. Inspiradas en la curiosidad de los Campana por las formas propias de la botánica, con este asiento además, cuentan, recrean el encanto de la Vitória Régia, una gigantesca planta acuática típica de la Amazonia brasileña. “Nuestro padre era ingeniero agrónomo. Cada vez que nos llevaba a Río de Janeiro, íbamos a visitar los hermosos jardines botánicos de la ciudad, que tienen cerca de 200 años y fueron construidos por orden del rey de Portugal, cuando huyó de Napoleón. El tiempo que pasamos allí durante aquellos años –y desde entonces– ha influido considerablemente en nuestra manera de acercarnos al diseño”, remata Humberto.

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