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Sábado, 6 de noviembre de 2010

De Tucumán a la Gran Manzana

Manuel Saez tiene su mayor experiencia en ergonomía. Dirigió el departamento de diseño de una de las empresas de mobiliario de oficinas más importantes del mundo y ahora tiene la propia en Nueva York. Esta semana lanza un nuevo diseño en Interior Forma.

 Por Luján Cambariere

Desde la ventana de su oficina se ve el Empire State. Ganó infinidad de premios (Wikipedia afirma que son más de 60), realizó diseños para compañías emblemáticas como Black & Decker y una de sus creaciones –el Safety Kit– forma parte de la colección de diseño permanente del MoMA. ¿Qué más se puede decir? Que es tucumano. Estudió arquitectura en la Universidad Nacional. Viajó a estudiar inglés un verano a Nueva Orleáns y nunca más volvió. En el medio, para pagarse los estudios trabajó cortando árboles en Alaska y fue cocinero, y para viajar por Europa fue pintor de brocha gorda en Berlín. En Niza conoció a quien fuera su esposa, una americana por la que se asentó en Nueva York. Allí se graduó con honores de la Universidad de Bridgeport con un Bachelor in Science en Diseño Industrial y un Master en Technology Management (también completó un Executive Certificate in Strategy and Innovation otorgado por el MIT). Y hoy, después de haber dirigido el equipo de diseño de importantísimas firmas como Humanscale (uno de los más fuertes fabricantes de productos de ergonomía para la oficina del mundo), dirige el propio: Manuel Saez & Partners.

De paso por Buenos Aires, donde este miércoles presenta su nuevo diseño de silla, la Belt 50, con motivo de la celebración de los 50 años de Interior Forma, conversa con m2.

–¿Cuál fue tu primer trabajo de diseño en Estados Unidos?

–Logré que me validaran algo de la carrera y entré en segundo año de diseño. Laburaba como loco y ya en tercer año (corría el ‘98) gané la primera competencia y después vinieron como chorizo. El 90 por ciento de las que me presentaba las ganaba y eso me abrió mucho el camino. Por lo menos, te sirve para que te contesten el teléfono. Así ese año me contrataron de Anderson Design y Product Ventures, con clientes como Intel, Gateway, Black & Decker, Shell y Procter & Gamble. También trabajé como consultor y líder de Diseño para Geiger International, el fabricante de mobiliario de arquitectura subsidiario de Herman Miller Inc.

–El sueño del pibe.

–Totalmente. Estaba muy contento. En ese entonces trabajaba y estudiaba. Las competencias ganadas me abrieron muchas puertas. Por una cámara que diseñé en un concurso para Samsung me llevaron a Corea. Siempre entendí el tema de la producción. Trato de mantener el balance entre innovar visualmente y que sea económico y factible y ése creo que es un punto a favor. En el ICFF del 2001, Vitra conoce mi trabajo y me lleva a Europa. Después empecé a hacer mi master y tuve a través de un profesor una recomendación para empezar a trabajar en Humanscale. Hasta entonces no tenían diseñadores en la compañía y allí, durante seis años, tuve la oportunidad de crear no sólo un producto, sino un equipo, infraestructura.

–¿Tenés un producto en la colección permanente del MoMA?

–El Safety Kit, que es un conjunto de herramientas para la evacuación de un edificio de altura. Contiene una linterna, alarma, agua para lavarse los ojos, un respirador de emergencia y mapas del edificio en pintura luminiscente para guiar en la evacuación. El producto salió en respuesta al miedo creado después del atentado del 11 de septiembre del 2001. Fue galardonado por ID Magazine e incluido en la exhibición Safe en el MoMA y ahora pertenece a colección permanente.

–¿Qué diseño tuyo aún te tiene orgulloso?

–El M7. Un soporte de pantalla plana que le permite al usuario controlar la altura y la distancia de la pantalla a los ojos. Algo muy importante cuando se trabaja largas horas frente al monitor. Por otro lado también contribuye a manejar mejor el espacio, ya que, al estar suspendido, deja más superficie de trabajo. El M7 ganó varios concursos de diseño como el NeoCon Gold de Estados Unidos y el Focus Silver Award de Alemania.

–¿Por la ciudad de Nueva York se ven tus Adonis?

–Sí, es un bicicletero modular que también sirve como protector de árboles. En la ciudad de Nueva York es un problema común que la gente ata las bicicletas a los árboles, lastimándolos. Trees New York, una asociación sin fines de lucro, organizó un concurso de diseño para solucionar este problema. Adonis fue el ganador del primer premio y el producto hoy esta instalado en varias partes.

–¿Y a vos se te ve montado muchas veces en tu CMYK?

–Es una bicicleta plegable eléctrica. Pensada para asistir en el transporte público en lo que le llamamos “el primer y último kilómetro” que es de la casa a la estación y de la estación al trabajo o la escuela. Generalmente, en Estados Unidos la gente va en auto si está a más de tres cuadras de la estación de trenes. Con este producto que puede ser llevado fácilmente en el subterráneo o adentro de la oficina, la gente corta la dependencia con el auto y hace mejor uso del transporte público. Se carga en dos horas como una notebook. Tiene una autonomía de 9 kilómetros y pesa 10 kilos, ganó premios en IDSA, ID Magazine, The Spark Award y el segundo premio en el Peoples’s Award del Cooper Hewitt National Design Museum.

–Otra propuesta interesante es tu Switch Mouse... 

–Cuando la gente trabaja por largas horas en la computadora existe el peligro del síndrome de túnel carpal o carpiano. Esto se debe a la flexión de la muñeca al usar el mouse. Este producto elimina esta presión colocando la mano y muñeca en una posición neutra. También, es un mouse que se extiende adaptándose al tamaño de la mano del usuario.

–¿Cómo fue abrirte paso solo después de tantos años en Humanscale?

–Me estaba frustrando mucho porque quería hacer más de lo que la compañía podía. Fue una decisión bastante brusca, en caliente. En el momento estaba seguro, pero ahora veo para atrás y pienso que estaba loquísimo, porque en la peor época del mundo, la peor economía del mundo, abrí mi propio negocio. Pero ahora Humanscale quedó como cliente. Es una relación diferente pero seguimos trabajando juntos. En el último año comencé a hacer más muebles para el hogar, aportándole por supuesto todo el bagaje de mi experiencia en muebles de oficinas y ergonomía, sobre todo porque hoy las oficinas se mudan a las casas. Mi idea del diseño, o de un estudio de diseño, no es sentarme yo a dibujar y dárselo a un loco para que lo desarrolle, sino el trabajar en equipo. Disfrutar la compañía de gente buena onda.

–¿Alguna vez imaginaste, soñabas con todo esto?

–No sé si así. Lo que soñaba más que diseñar un objeto determinado para una empresa, era el sentimiento de estar en compañía, en un grupo de gente, que todos van al frente, todos crecen. Eso lo disfruto mucho.

–¿Qué tenés de argentino a la hora de diseñar?

–Hace un mes estuve justo en un panel de diseñadores latinos, y me preguntaron qué tenía de latino. Esa cosa de la atamos con alambre y de sacar recursos de donde no hay, aprendido de vivir en una situación tan inestable, es impagable. Te da una flexibilidad enorme para adaptarse.

–¿Cualidades propias?

–La inocencia, ese no saber que me hace mandarme. Te digo que es duro, muchas veces me encuentro solo a nivel decisiones grandes y cuanto más arriba estás, es cierto que más solo te quedas. Porque la mitad de la gente con la que te relacionas quiere sacarte algo y la otra mitad tiene miedo de que vos le saques algo.

–¿Desafíos?

–Quiero que crezca el negocio. Y ciertamente me gustaría tener más relaciones en Argentina. Acá hay mucho talento.

–¿Qué presentás esta semana en Interior Forma?

–Cuando me fui de Humanscale, Susi Aczel me llamó para saber si quería hacer una silla para Interior Forma. Diseñar una silla entendiendo las fortalezas y debilidades que tienen la empresa y el país. Ellos tienen una tapicería excelente y manejan el caño doblado como nadie, así que ya tenía qué material usar y desde ahí buscar una forma interesante y producirla acá para que se pueda exportar. Es una silla de producción nacional con diseño, estilo y ergonomía para competir a nivel internacional. La producción en Argentina tiene limitaciones a nivel técnico y tecnológico pero tiene muchos beneficios a nivel oficio. Una cosa que se perdió en EE.UU. y China, por ejemplo, es el amor por el trabajo como lo tienen los tapiceros o metalúrgicos. Mi intención con la silla fue capitalizar eso que es un fuerte y crear un producto con procesos que le dan alto valor en el mercado exterior y relativo bajo costo de producción. Con éste como primer producto, me gustaría tomar el desafío de, en lo que me toca, despertar a la industria en Argentina, reconocer nuestras limitaciones y más importante aún, descubrir nuestras fortalezas y usar el diseño como un puente entre la fabricación y comercialización para crear éxitos a largo plazo que beneficien a todos.

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