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Sábado, 15 de marzo de 2003

La receta de Gaia

El ecologismo creó una completa teoría para la construcción de viviendas y ámbitos de trabajo que respeten la naturaleza y sean sanos y equilibrados. Una obra del pionero David Pearson enumera las reglas y los tabúes de la arquitectura verde.

Por Luján Cambariere

lEl sueño y desvelo de muchos es la casa inteligente, con comandos o robots que permitan realizar un sinfín de tareas aun estando a kilómetros de distancia con controles remotos que prendan luces, sistemas de calefacción o refrigeración, o abran y cierren puertas y ventanas. Serían casas con electrodomésticos con vida propia, como heladeras que hagan pedidos al supermercado, aspiradoras que recorran la casa por su cuenta y hornos que tengan la cena lista a la hora indicada. Pero hay una amplia corriente de arquitectos ecologistas que sostiene que las premisas de las casas del futuro deben apuntar a diseñar lugares saludables y sobre todo integrados al medio ambiente y a sus habitantes. Viviendas exentas de elementos tóxicos, donde se ahorre energía, se purifique el agua y el aire, se recicle la basura y sobre todo se viva en armonía.

Integradas el medio ambiente
“Salud para el cuerpo, paz para el espíritu, armonía con el entorno”, ésas son las premisas de la casa natural. Aparentemente, estas consignas no son nuevas. Según David Pearson, arquitecto inglés promotor del movimiento Gaia (inspirado en la concepción de la Tierra como un planeta vivo), asesor en impactos ambientales y creador de toda una red de profesionales “verdes”, desde el comienzo de la humanidad a nuestros días existieron innumerables ejemplos de este tipo de construcciones.
“Los pioneros de la arquitectura natural han sido muchos. Desde el reconocido arquitecto Frank Lloyd Wright hasta los japoneses. Gran parte de la arquitectura indígena basada en aquellas gruesas paredes de adobe que absorbían el calor del día y lo liberaban en la noche y hasta la organización de las casas en las polis griegas, con su acceso igualitario a la luz solar, dan ejemplo de esto”, señala.
¿Los causantes de que esta sensibilidad hacia lo natural se descuidara o, directamente, se perdiera? Pearson y otros ecologistas culpan a la era industrial.
Para ellos, el dominio de las máquinas sobre la naturaleza y el cambio hacia una sociedad masificada con casas igualmente enfermas fue la primera alerta. “Casas anónimas y uniformes construidas alrededor de las fábricas, desprovistas de cualquier sentido de salubridad”, sostiene Pearson. Luego, algunos arquitectos como los del movimiento moderno de la primera parte del siglo XX continuaron con esta corriente basando sus construcciones en techos planos, superficies llanas y formas cubistas blancas, y materiales nuevos como el hormigón armado, los ladrillos de vidrio y el acero que usaron indiscriminadamente sin analizar en la mayoría de los casos las condiciones del lugar.
Opuesto a ellos, detalla Pearson, Lloyd Wright ya hablaba de viviendas que vivieran con la naturaleza y crecieran desde el cielo hacia la luz, y comenzaba a rescatar valores fundamentales como el trabajo artesanal, los materiales nobles, la comprensión del clima y la adaptación al lugar y sus habitantes.

Aquí y ahora
Al construir o comprar cualquier tipo de vivienda, los arquitectos verdes tienen varias sugerencias a aplicar según las posibilidades de cada cual. Antes que nada, proponen estudiar bien la zona de la mudanza para conocer lo que ya existe en ella y qué planes hay para el futuro. Analizar las fuentes de contaminación y ruidos, como fábricas, estaciones de servicio, shoppings, hipermercados, aeropuertos, estaciones de tren o subte, estacionamientos y cables de alta tensión, entre otros. También es fundamental observar la vegetación, la orientación y las vistas.
La casa es el interior y también el espacio propio que se obtiene de las visuales. Optar siempre por la orientación hacia el sol para aprovechar la temperatura de las distintas estaciones es lo más conveniente. Fijarse, sobre todo si se trata de una casa, en la dirección de los vientos dominantes, la forma del terreno y la protección de los árboles, elementos que, llegado el caso, permiten diseñar a fin de obtener protección, ventilación natural y fresco en verano.
También vale analizar la calidad y niveles del aire y agua, y tipos y fuentes de contaminación. Por último, la construcción y los materiales de edificación a emplear son tan importantes como el lugar. ¿Sus preferidas? Las casas antiguas hechas con piedra, ladrillo y madera, materiales nobles que dan como resultado construcciones sólidas y de calidad. Por último, la corriente de Pearson aclara que la casa natural debe disponer de un espacio personal. Bajo el concepto de que las viviendas son el reflejo de sus habitantes, se deben diseñar a su semejanza. Priorizando ambientes y materiales con los que se identifiquen o reflejen.

Materiales ecológicos
Bajo estas teorías, los edificios sanos requieren de materiales nobles y perdurables. Aunque estos mismos especialistas sostengan que en muchos casos esta elección es complicada, ya que incluso los materiales comúnmente catalogados como naturales son tratados con sustancias químicas potencialmente nocivas. ¿Los recomendados? Los más tradicionales como la arcilla, la cal, el yeso, la piedra y la madera (especialmente la blanda, que puede reponerse gracias a una reforestación adecuada). Por supuesto, todo tipo de fibras vegetales (hierbas, juncos y bambúes). Y las fibras naturales como lino, algodón, lana, coco, yute, cáñamo, sisal y pieles. Vade retro al plástico, los tejidos sintéticos y, sobre todo, a las pinturas y barnices que no sean naturales.

Otras premisas
Darle importancia a los olores. Para los arquitectos ecológicos, un diseño de casa completo abarca también el aroma. Para evitar aromas desagradables o perjudiciales en primer lugar sugieren desintoxicar y limpiar la vivienda. Sustituir progresivamente los elementos agresivos por materiales naturales y utilizar productos de limpieza o insecticidas inocuos como jabones a base de plantas o hierbas. Abrevar en aceites esenciales y en las recetas de las abuelas como el usar lavanda para ahuyentar las polillas o bicarbonato de sodio para eliminar ciertas manchas parecen una buena opción. También el rodearse de plantas, flores naturales e hierbas aromáticas.
El empleo del color también es de vital importancia para la casa natural. Jugar con la luz natural, y cómo afecta ésta a las distintas tonalidades, es uno de los grandes pilares. Donde se necesite de iluminación artificial, sugieren aumentar su eficacia utilizando bombillas de tonos claros y de pocos vatios cerca del lugar donde se la necesite y utilizar aparatos reguladores de la intensidad. n

Para profundizar en la temática, recomendamos El libro de la casa natural, de David Pearson, distribuido por la editorial del Nuevo Extremo, Juncal 4651, 4773-3228.

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