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Sábado, 18 de febrero de 2012

El barrido judicial

La Justicia porteña anda preguntando cómo y por qué el Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales toma sus decisiones. Una cuadra larga en Barrio Norte sirve de ejemplo de la liviandad con que se permite demoler.

 Por Sergio Kiernan

Como se explicó la semana pasada, la Justicia porteña está tratando de entender cómo funciona esa benemérita institución llamada Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales, que tanto poder recibió y tanto se dejó usar por un Ejecutivo decidido a dejar demoler. Nadie esperaba que una entidad creada para “asesorar” al ministro de Desa-rrollo Urbano tuviera fuerza para enfrentarlo, y mucho menos que lo que en el fondo termina siendo una interfase entre funcionarios de carrera y arquitectos comerciales en ejercicio produjera un cambio de verdad. Pero ver cómo trabajaron y trabajan roza el escándalo. Los jueces tendrán mucha irregularidad e irresponsabilidad que revisar y, quién sabe, tal vez algún día estrenemos esa figura del incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Vaya de ejemplo la catástrofe urbana causada por el Consejo en la cuadra larga de Sánchez de Bustamante que va de Pacheco de Melo a Las Heras. Ese lateral del Hospital Rivadavia está cambiando como le gusta al macrismo, de casas bajas a edificios feos y desangelados, pero grandotes y rentables. Apenas una pieza, en el 2558, se salvó de ser “desestimada” por los genios del urbanismo, que no se animaron a firmar la condena a muerte de una residencia de inspiración Tudor en impecable estado.

Lo primero que llama la atención en esta cuadra larga es que hay once edificios anteriores a 1940. ¿Tanta energía le puso el Consejo a esta cuadra? La respuesta es que, por supuesto, recurrió al ingenioso truco del “barrido”, tan indefendible que dejaron de hacerlo apenas fue revelado en este suplemento. La treta era que cada vez que se recibía un pedido de demolición de una casa anterior a 1941, el CAAP revisaba como un “ya que estamos” el “contexto” de esa casa. Este contexto era definido de un modo francamente esdrújulo como la manzana entera en la que estaba el edificio a tratar. Ni se miraba la vereda de enfrente, que plenamente es el contexto de cualquier cosa edificada, pero se revisaba la cuadra de atrás, que no se verá, pero es parte de la manzana.

Como esto no figura ni remotamente en el mandato legal del Consejo, dejaron de hacerlo, pero no antes de tratar, en el invierno de 2010, el caso de la esquina francesa de Pacheco de Melo y Sánchez de Bustamante. Esta Esquina Dulce, como se llamaba el bar y repostería de la planta baja, era un típico PH porteño, de los más franceses, con piel de piedra París, herrerías canónicas y buen abrazo curvo a la esquina. Estaba, además, en impecable estado, intacto, sin siquiera la habitual barbaridad de estar pintado. El Consejo dejó demoler sin pestañear.

Y ya que estaba en tema, siguió con el famoso contexto. Mientras los arquitectos Grinberg y Szmulewicz presentaban con cartel otro bodrio angular lleno de balcones y sin ninguna magia, el CAAP enviaba a la Dirección General de Interpretación Urbana dos notas. Una recomendaba catalogar Sánchez de Bustamante 2558, la casa Tudor ya citada, junto a otra sobre Billinghurst 2451. La otra presentaba una lista de condenados a la piqueta. Esta lista incluye dos edificios franceses impecables, en excelente estado y muy bonitos. Uno está en el 2584 de Sánchez de Bustamante, lo firmó Alberto Afeco y sólo muestra dos cerramientos no originales en su local, además de su cemento pintado. El otro está en el 2526, tiene cinco pisos de altura y, nuevamente, está impecable.

A estas misteriosas “desestimaciones” se les suman varias casas. Una es la del 2542, un petit hotel francés muy deformado por un segundo piso agregado y por una gran puerta de garaje, pero perfectamente rescatable. Le sigue un hotelito muy remodelado en el 2534, un edificio racionalista de tres pisos en el 2516 en perfecto estado, y dos bonitos edificios, uno racionalista y otro de ladrillos.

Pero el caso más misterioso e insondable es el del 2512, un PH paradigmático e intacto que tiene un local al frente –una marquería–, una entrada a la vivienda de planta baja y otra a la del primer piso, que exhibe un regio balcón de herrerías. Cualquiera en su sano juicio vería aquí un edificio inobjetable, tan bien conservado que el local hasta conserva sus vidrieras originales, con sus hierros trabajados y su persiana pesada. El Consejo lo ignoró olímpicamente.

Igualmente inexplicable es el local del 2496, una fantasía modernista con ornamentos geométricos y una planta baja arrasada, que tiene curiosamente dos cámaras de seguridad. En tiempos de la dictadura, el lugar era un ir y venir sospechoso, con la radio fortísima en horarios raros, como para tapar otros ruidos. Parece que al Consejo no le interesan estos contextos históricos.

La única explicación racional para esta lista de la muerte es que el criterio real de su confección es lo que se llama, en jerga, la “carga constructiva”. Todos estos terrenos permiten irse para arriba de un modo de lo más lucrativo, un argumento muy importante para los miembros del Consejo que, se repite, son arquitectos comerciales en ejercicio o funcionarios del Ejecutivo acostumbrados a tratar con la industria en su lado más especulativo. Lo que explica el negro futuro de esta cuadra de nuestra ciudad, ejemplificada en los aburridos edificios del 2560, 2520, 2484, 2468 y 2434, todos con balcón corrido y de proporciones chingadas, hijos directos del más viejo ejemplar del 2458.

En ninguna de las notas el Consejo explica en absoluto por qué decidió condenar estos edificios, ni con qué derecho lo hizo, ya que la ley no le da estos poderes. Sobre Las Heras, el apuro se hace evidente porque el CAAP no permitió proteger un solo edificio, ni siquiera el muy hermoso diseño racionalista de Casado Sastre y Armesto del 2928. Es increíble, ya que la cuadra tiene más de un edificio tradicional en altura, que siempre son catalogables porque la “carga constructiva” ya fue utilizada y entonces no cuesta nada quedar bien.

Y estas irresponsabilidades pasan, en estos días, como políticas de gobierno.

Lo pegamos con poxipol

La jueza porteña que sigue el amparo por la Casa Suiza la debe estar pasando muy bien. Es que el gobierno porteño está recurriendo al humorismo de corte surrealista para defender su permiso para demoler el edificio histórico. Resulta que, para el macrismo en funciones, lo único valioso del viejo edificio es un portal interno. El Ministerio de Desarrollo Urbano contestó por escrito, explicando a la Justicia que no aprecia en absoluto la “cara” de la Casa, ese frente racionalista con el nombre inscripto en tipografía art déco, dos locales y la entrada de teatro que da a un largo pasillo. Lo que sí aprecia la gente del ministro Daniel Chaín es el portal del edificio interno, el más antiguo, que dejó de verse cuando se construyó la fachada déco.

Lo insólito es que los de Chaín no buscan preservar ese edificio y mucho menos su sala de espectáculos. Lo que proponen es que el portal sea “recortado” de su lugar original y “pegado” en algún lugar visible del pavote edificio proyectado. “Pegado” literalmente: le explican a la jueza que será sujeto a su nueva posición usando epoxi...

Artesanos certificados

Se acaba de abrir la inscripción para el tercer Reconocimiento de Excelencia de la Unesco para productos artesanales del Mercosur, que está abierto a los artesanos de la región. La organización cultural de la ONU busca crear un mecanismo de certificación de calidad y ayudar a la comercialización de productos tradicionales hechos a mano y de artesanías innovadoras. Esta sesión se realiza en agosto en Montevideo, para celebrar los cincuenta años del Consejo Mundial de Artesanía en América latina. Los productos serán elegidos a partir de los criterios de excelencia, autenticidad, innovación, ecológico y comercialización, bajo el criterio de respeto por el medio ambiente y por la responsabilidad social.

El Reconocimiento de Excelencia será otorgado por un jurado internacional de expertos/as en diseño y producción artesanal de alto nivel, que no pertenecen a los países concursantes. Los argentinos que quieran participar para lograr esta certificación se pueden dirigir al Mercado Nacional de Artesanías.

Tradicionales, en Alsina 1169 (1088), Buenos Aires, o llamar por informes a Roxana Amarilla al 4382-2793, [email protected]

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Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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