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Sábado, 10 de marzo de 2012

Historias textiles

Leandro Domínguez cuenta historias a través de estampas que aplica al textil. Hoy abre las puertas a su propio local, que suma un espacio para la ilustración y el grabado.

 Por Luján Cambariere

nSus diseños cuentan historias que transportan a la literatura de la infancia, paisajes encantados, selvas, bosques, bandadas de pájaros. Un lenguaje propio y original que lo hizo traspasar fronteras y llegar con sus prendas nada menos que a Tokio. Leandro Domínguez abreva del dibujo que domina desde chico. Utiliza como gran aliada a la serigrafía para transformarlos en las sutiles estampas (herramienta por otro lado fundamental en nuestro país para los que eligen transmitir lo personal) y plasmarlas en el textil, aunque otras veces se escapen a otros materiales, imprimiendo su mundo en nuevos soportes, como la cerámica. Hoy abre las puertas de local propio con galería de arte dedicada fundamentalmente al mundo de las ilustraciones y grabados. Diseño con sello propio que celebramos.

–¿La estampa y el recurso gráfico son sus fuertes?

–Sí, cada colección despliega una narrativa a través de un lenguaje textil que encuentra su soporte en ellos. En realidad recurro al recurso con el que me siento más fluido. Y sobre todo en nuestro contexto, donde está frenada la importación de productos y las telas son todas las mismas, trabajar con la serigrafía te da la posibilidad de generar tu propia tela y hacer un producto distinto.

–Además de rico a nivel expresivo...

–Absolutamente. Yo digo que es como contar historias con estampas. Cuando empecé con mi línea propia de indumentaria, comencé con Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, y después con Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne, con viñetas que fueron muy pregnantes en las personas. Ahí arranqué por el lado de los libros. Después indagué en otros caminos, como en los increíbles trabajos del artista plástico y paisajista brasileño Burle Marx. Una colección que viajó a Tokio a la feria Rooms y nos abrió las puertas allá.

–¿Son siempre dibujos tuyos?

–Hasta hace tres temporadas, todos los dibujos eran originales míos, hechos a mano alzada. Nunca dibujo sobre un lienzo sino en pos de la serigrafía y ahora para alfarería, una actividad que hago hace algunos años. Siempre tuve facilidad y lo disfruto. Primero trabajo en el dibujo sobre la tela y, una vez que tengo la tela, pienso la forma. Otros diseñadores son más morfológicos. Para mí siempre prima la tela.

–¿Y la alfarería?

–Es un hobby total que en principio me remite a mi prima, la artista y grabadora Silvia Domínguez, que siempre fue fuente de inspiración para mí desde mi adolescencia, donde creo que se marcan a fuego las cuestiones que después nos interesan. De hecho, antes que textil e indumentaria, que fue lo que finalmente seguí en la Universidad de Buenos Aires, quería estudiar Bellas Artes en la Pueyrredón. Siempre supe que me gustaba la alfarería. Y justamente no quiero que sea un producto para vender. Es algo que hago para regalar y me encanta. Hace un tiempo que sentí que estaba vacío de recursos. Hacer dos colecciones al año no es fácil. Y con la cerámica encontré como un pulmón para ponerle más pilas al textil.

–Su blog también tiene muy buenos contenidos sobre diseño textil y estampas; lo escribe por amor a la docencia, para comunicar...

–Es que me pasa que para trabajar junto tanta información que, a veces, con lo que busco de material puedo hacer cinco colecciones. Entonces lo comunico por esa vía y llegan comentarios superinteresantes. Mucha gente de afuera. Y está bueno porque es otro lugar donde expresarme.

–¿Sigue trabajando para otras marcas en lo que tiene que ver con el textil?

–Sí, después de la experiencia de varios años viajando a Brasil a las mejores fábricas textiles, trabajando para Víctor Laniado adquirí un gran aprendizaje que hoy vuelco en otras. Así que desde ese momento desarrollo textiles en industrias brasileñas, europeas y asiáticas que luego son consumidos por marcas argentinas y otros mercados internacionales. Actualmente esta tarea me lleva a estar mucho fuera de la Argentina; viviendo entre Buenos Aires y algunas otras ciudades de Europa o Asia, donde encuentro múltiples lenguajes e imágenes que luego se ven plasmados en mis colecciones. Hace poco estuve en China, lo que me permite salir de mi burbuja, la de mi trabajo personal. Es un complemento muy interesante.

–¿Desde hoy local propio a la calle?

–Sentía que era el momento de que la marca tuviera un lugar donde comunicarse. Quería tener una supervidriera, materiales nobles. La marca está relacionada con la naturaleza, la botánica: entonces, que tuviera algo de patio de una casa familiar. Para que estuviera bien presente lo gráfico, le pedí a Delfina Estrada –una supergrabadora, ilustradora y artista, que además hace algunas de nuestras estampas– que hiciera un mural inspirado en la selva. De hecho en mis colecciones, cuando convoco a alguien para que dibuje, lo que más me gusta es que se evidencie el trazo de esta persona. Además, en el local va a funcionar una pequeña galería. La primera muestra es justamente una selección de grabados de Silvia. Diálogos que enriquecen. Cruces que hacen a la disciplina.

www.leandrodominguez.com

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