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Sábado, 19 de mayo de 2012

Había una vez un banco

 Por Marcelo Magadán

En Bartolomé Mitre esquina Pellegrini, Concordia, Entre Ríos, está ubicada la sucursal local del Banco de la Nación. Es un edificio que, según la web de la Regional Noroeste del Colegio de Arquitectos de la provincia, data de 1925, y en cuyo frente una placa nos informa que es “Propiedad Declarada de Interés Patrimonial” por el Consejo Asesor de Protección de Patrimonio de la Municipalidad de Concordia. Sabemos también que integra el listado de Edificios, Lugares y Sitios de Valor HistóricoCultural de la provincia de Entre Ríos, según los términos del decreto provincial 6676, del año 2003.

Se trata de una construcción de estilo neoclásico y de escala monumental que ocupa una de las esquinas de la plaza principal de Concordia, a metros de la Municipalidad. Justo en la ochava, el edificio muestra el elemento más importante de la composición: el acceso, con su imponente puerta de bronce enmarcada por sendas columnas pareadas que sostienen un arquitrabe sobre el que descansa una escultura alegórica de la Nación Argentina.

La sucursal no sólo conserva muchos de sus detalles interiores sino que, hasta hace unos días, presentaba sus fachadas completas y en muy aceptables condiciones de conservación. Fachadas que, como era usual en la época de su construcción, estaban revestidas íntegramente por un revoque símil piedra color arena que se había mantenido sin mayores inconvenientes a lo largo de casi nueve décadas.

Si el objetivo fuera conservar esas fachadas, un experto recomendaría lavarlas prolijamente con agua y cepillo, hacerles algunas pequeñas reposiciones de faltantes en los revoques y, a lo sumo, aplicarles un hidrorrepelente para mejorar su protección frente a la lluvia. Contrariamente el banco, mostrando tanto la ausencia de especialistas en la toma de este tipo de decisiones, como de responsabilidad social e institucional en el manejo del patrimonio arquitectónico que tiene a cargo, eligió pintarla de color gris, arruinando en forma casi irreversible el edificio.

Al ver a los pintores con sus rodillos, uno se pregunta si esta “obra” ha sido autorizada por las autoridades municipales y provinciales, ya que –hasta donde se sabe– no tienen el visto bueno de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, encargada de tutelar, entre otros muchos, los edificios históricos del Banco de Nación. Es de esperar que sus autoridades, las del banco, tomen nota de lo ocurrido y de sus consecuencias negativas y que, actuando con la celeridad que el caso requiere, pongan en marcha una política responsable de conservación de su patrimonio arquitectónico.

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