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Sábado, 30 de junio de 2012

CON NOMBRE PROPIO

Joyas de paño

María Boggiano lanza sus nuevas colecciones de joyería contemporánea en Tienda Malba, incrementando su amplia producción de objetos.

 Por Luján Cambariere

Mucho antes del resurgimiento de materiales ancestrales por tiempo relegados, como el fieltro, María Boggiano acercaba nuestra mirada, a través de bellos y coloridos prendedores, a otro material abandonado en la infancia: el pañolenci. Enseguida trocaron en carteras y con el tiempo en un sinnúmero de objetos, como alfombras y tapices.

La semana pasada, María presentó sus nuevas colecciones de joyería contemporánea –Suculentas y Vertebrados– en Tienda Malba. Una oportunidad para saber en qué anda esta fructífera joyera, diseñadora, bailarina, escenógrafa, artista plástica y madre, con trabajo ininterrumpido en el mundo del proyecto desde el 2004.

–Entiendo que te interesa el binomio diseño y/o artesanía.

–Es una pregunta que siempre me hago. Trabajo en el vínculo del diseño y la artesanía. Hace un tiempo los objetos que nos rodeaban debían mostrar perfección, limpieza, regularidad y pureza. Ahora aparecen las texturas, la irregularidad, la asimetría, rastros de la mano que los realiza, vestigios del proceso, son objetos afectados. Porque para mí es necesario recontextualizar la artesanía, reapropiársela. Demasiadas veces se la toma con respeto excesivo. Se la sacraliza, en su ámbito original, como si fuera algo fijo o inamovible. En mi caso, trabajo en un medio urbano. Es mi situación y es inevitable que las cosas que hago se vean atravesadas por esa situación. Basta fijarse en el modo de producción: la artesanía es la materialización de la historia en un objeto. Y la historia siempre está en movimiento. Entonces, resulta interesante construir un sistema, crear una técnica: por ejemplo, enroscar, cortar, pegar, trabajar con el espesor del material, con el canto. Es la manera en que aparece una nueva materialidad, que además es susceptible de producirse en serie. Después, me di cuenta de que la gente necesitaba tocar los objetos para entenderlos, porque mirarlos no alcanzaba. Si hasta pensé en perfumarlos.

–¿Ahora abandonaste el pañolenci o lo usás para determinados objetos?

–No, no lo abandoné. ¿Por qué habría de abandonarlo? Simplemente empecé a incursionar en otros materiales. Soy curiosa, inquieta. Sigo haciendo los mismos productos. Pero sumé tapices, centros de mesa, individuales.

–¿Cómo surgen los tapices? ¿Cómo es expandirse para alguien que trabaja en pocos centímetros?

–Suelo pensar mi trabajo como un movimiento respiratorio. Soy bailarina y escenógrafa, así que me muevo en diferentes escalas. Pasé del cuerpo al espacio y del espacio al uso del cuerpo como soporte, y luego de nuevo al espacio. Por ejemplo, con los tapices.

–¿Y la reciente colección presentada en la Tienda Malba?

–En la nueva colección trabajo sobre la idea de representación. Aparece lo orgánico pero también el movimiento, la geometría y la naturaleza. Para mí, es como volver a bailar. Pero al principio apareció el cuero, un material de origen orgánico, lo primitivo y el abrigo. Y el concepto vino más tarde, como me sucede generalmente, cuando entiendo lo que estoy buscando. Representaciones orgánicas a partir de formas geométricas o transformaciones en línea a partir de la repetición de un módulo o sus posibles pequeñas variaciones. La idea rectora que recorre las colecciones surge del concepto de variedad, del latín varietas, variedad es la cualidad de vario (diverso, diferente, inconstante, indeterminado). La variedad es el conjunto de cosas diversas o la diferencia dentro de una unidad. A través del desglose y la repetición de las formas geométricas, que se transforman en imágenes de organismos vivos, de cuerpos, de animales y de plantas, girando en torno del continuo proceso de mutación presente en la naturaleza, y al mismo tiempo representa los mecanismos a través de los cuales los materiales, que provienen de la naturaleza, se descomponen nuevamente y se recomponen, en forma de producto final. Un producto nuevo, un objeto ornamental: joyería. Como una segunda piel, un collar.

–Tenés otros collares de capas, ¿cómo nace esa línea?

–Son parte de la evolución de mi trabajo con el pañolenci: capas sobre capas, acumuladas, distintos materiales conviviendo. Y la línea de termofusión fue producto de un cambio en la materia prima, cambiaron la composición del material y en el proceso de producción las cosas empezaron a quemarse. Algo tenía que hacer con eso, entonces los fusioné, no podía ir en contra. Esa línea parece dibujada. Soy curiosa e inquieta y me interesa mucho lo lúdico, la joyería me permite jugar, es seriada para poder llegar a muchas otras personas, y espero que quien use mis joyas también juegue con ellas, porque jugar es intercambiar, es armar vínculos nuevos, es estar cerca y comunicarse. Es magia... al alcance de la mano.

www.mariaboggiano.com.ar

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