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Sábado, 19 de enero de 2013

CON NOMBRE PROPIO

El PLA! original

Con más de diez años de trayectoria, la diseñadora industrial y gráfica Paula Combina sigue renovando su original etiqueta de objetos de uso cotidiano, demostrando la mejor afrenta a la copia: seguir creando.

 Por Luján Cambariere

“Ladran, Sancho, señal que cabalgamos.” Lo que al diseño podría ser: “Nos copian, señal que gustamos”. Es que la verdad, aunque violenta y dolorosa para el que la padece, es que la copia es señal, paradójicamente, de diseños exitosos. Y esto es lo primero que uno podría decir de PLA!, etiqueta formada hace más de diez años por los diseñadores Paula Combina y Agustín Domínguez (desde hace unos años quedó sólo Paula como única socia), quienes arrancaron con la creación de simpáticos objetos de uso cotidiano como el matamoscas Dora, el desinhibido portarrollo de cocina Peperoncino, el dispenser para algodón Pablo, el conejo alquimista y por supuesto la archiplagiada gallina contenedora de bolsas de supermercado Etelvina. A los que los últimos años siguieron otros como el portarrollo de papel higiénico Yokito Kakita, la alcancía Sargento Morales, el servilletero de mesa Vilma Duerme y los estrenos como el Muertuco, un nuevo producto realizado en caucho reciclado que sirve para apoyar la cuchara cuando uno cocina; Aguante Rudini, un portabandejas o portatodo (revistas para el baño, papeles), y la genial Trucha, que como cuenta Combina: “Tiene sentido en cuanto es una campaña antipiratería: ‘No compres gallina trucha comprá la trucha’. Un emergente de la realidad existente y a modo de humor, bien PLA!, nos reímos de lo que nos pasa”, detalla.

–¿Ya van por los diez años de PLA!?

–Si PLA! nace en el 2003, poscrisis del 2001 cuando emprender era la única posibilidad de trabajo. Frente a esto, la idea de diseñar “objetos para hacer divertido lo cotidiano” fue una manera de aportar desde el diseño a la calidad de vida. Los objetos además de humor, tenían un nombre y una historia para contar. Estaban dotados de alma para encariñarse. Llamar a cada uno por su nombre fue parte de eso desde el comienzo. Por ejemplo “alcanzame un Pepe” o “poné las bolsitas en la Etelvina”, era uno de nuestros objetivos. La dimensión sensible siempre fue un aspecto primordial. El emergente colectivo, o qué hacer con lo que nos pasa, es algo de lo que un diseñador se nutre y transforma en algo creativo. Cuando empezamos éramos dos diseñadores: Agustín Domínguez y yo. Desde ya hace seis años, Agustín decidió dejar PLA! y sigo yo como única socia, pero con personas que me acompañan y ayudan.

–¿Cómo fue transitar todo este tiempo? ¿Lo más fácil, lo más difícil, lo más gratificante, lo menos...?

–La verdad, como emprendimiento que es, requiere muchas ganas, constancia, paciencia, flexibilidad y unos remos enormes que son la convicción de que lo que hacemos nos gusta y que es lo que queremos hacer. Aprendiendo a hacer muchas cosas que nunca pensamos que teníamos que aprender (desde el Excel hasta cómo emplear gente, ni hablar de lo legal e impositivo, las ventas, los clientes). Mucho camino recorrido y aún por aprender. Las certezas van apareciendo en el camino, una vez que uno camina y va superando las dudas. Eso sería lo más difícil para mí. Lo más gratificante y lindo es el orgullo que te genera saber que construiste algo hermoso y poder vivir de ello (¡cosa no tan fácil!). Es un regalo cuando se comunica gente para decir que les gusta lo que haces y que tienen todos los PLA!. Es un proceso rico de aprendizaje, diseñar y ver producido lo que diseñaste. Es un honor, dar trabajo y producir todo en Argentina. Yo tengo una visión de PLA! muy particular, pero que me permite superar las dificultades y aprender. Para mí es una entidad independiente, como si fuera un hijo. Uno va llevándolo y guiándolo, pero tiene vida propia. Crece y va aprendiendo paso a paso y cada etapa es diferente. A veces uno no quiere tomar tantas responsabilidades, tener que estar atento a cosas que no queremos, pero ahí estamos, cual mamá de adolescente. Sabiendo que ese fruto, al que vimos nacer y pusimos muchas ganas y amor, es algo maravilloso y vivo.

–¿Cuáles creés que han sido las claves para que tus diseños pegaran tanto? ¿Originalidad, buen precio?

–Creo que la originalidad en cuanto la idea se podría comprender en el objeto. Por ejemplo, uno de los primeros objetos fueron los matamoscas, ZAP, el lengua larga y Dora, la araña trabajadora. El sapo y la araña son matamoscas en la naturaleza. Tito, el gatito faldero, que es un cenicero para ponerse en la pierna y en el sillón (qué otra cosa podía ser que un gatito que se te acomoda en la falda y se queda dormido). Etelvina, por ejemplo, es la gallina que antaño nuestras abuelas pelaban y dejaban patas arriba para hacer una rica sopa. Además de la funcionalidad, todos son útiles. Cada producto tiene su idea, nutriéndose del imaginario popular, de la cultura y la refleja con humor y picardía. Disfrutamos mucho cuando vamos a ferias y la gente se ríe cuando entiende el chiste. Otra clave, puede ser que son un buen regalo. Vienen presentados en un packaging, que acompaña y completa la idea, comunica la utilidad del objeto y lo protege. También, la relación calidad-precio. Un objeto de diseño, pero accesible. En fin, la conjunción de todas esas cosas.

–Un tema aparte la copia...

–Bueno, la copia tiene dos aspectos. Lo bueno es que si te copian es que les gusta. Y es algo que ya se ha valorizado como para ser copiado. Lo malo, es la falta de creatividad, el oportunismo, la bronca que da. Los productos de PLA! están patentados, pero aún así la energía que demanda hacer frente a la copia es una energía que uno no quiere desperdiciar en juicios y cartas documentos que van y vienen. Entonces qué hacer frente a tantas gallinas truchas... ¡Decidimos sacar la trucha! ¡Un pescado! Que tiene valor en cuanto es una campaña antipiratería. “No compres gallina trucha comprá La trucha.”

–¿Datos del éxito PLA!?

–Da trabajo a cinco personas y a muchos proveedores. Que los productos, algunos, ya podrían producirse en China, pero no lo elegimos así. Que el más vendido es Etelvina, que cuando nació era un pollo muerto que no muchos locales querían y que ahora es la gallina de los huevos de oro. Que PLA! se vende en muchos lugares del interior y algunos del exterior, y la gallina voló a Alemania con mucho éxito, entre otros.

http://www.estoespla.com.ar

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