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Sábado, 11 de mayo de 2013

Palabras de ministro

Daniel Chaín fue a la Legislatura con un “yo no fui” de seis horas. No explicó por qué quiere construir en un Monumento Histórico Nacional ni por qué demolió a lo bruto un lugar contaminado, sin tomar precauciones.

 Por Sergio Kiernan

Fue muy educativo ver al ministro de Desarrollo Urbano Daniel Chaín este martes en su muy larga exposición ante los diputados porteños. En las seis horas en el Salón Montevideo, el arquitecto se mantuvo imperturbable y hasta tuvo su habitual mueca de desdén bajo control. Es que una cosa es hablar con vecinos, esos ignorantes, y otra es hablar con diputados frente a cámaras de televisión y micrófonos de diarios. En un caso, Chaín puede mostrar sus sentimientos, pero en el otro tiene que portarse bien.

Cosa que no hizo con su propio partido, o al menos no de una manera reconocible bajo ningún código conocido por el hombre. Cada vez que le preguntaban sobre la represión en el Hospital Borda el 26 de abril, Chaín le tiraba la responsabilidad “a la cartera que conduce el doctor Montenegro”. Corrido por el diputado Juan Cabandié, el ministro sólo admitió que había enviado “una nota” a Seguridad avisando de la obra. Ni siquiera hubo manera de que aceptara la responsabilidad de haber pedido un operativo custodia. Todo fue decisión “del doctor Montenegro”.

Lo divertido del asunto fue que Chaín en ningún momento defendió lo ordenado por Montenegro. En su discursito de presentación, el arquitecto repudió la violencia y los violentos, pero en términos se diría que gandhianos, muy genéricos y vagos. No tuvo una sola palabra de defensa de la Metropolitana, de su jefe o del gobierno en general. No es lo que se espera de un ministro interpelado por el Legislativo.

Pero Chaín venía listo a zafar y desviar toda posibilidad de culpa, no a defender al PRO, concepto que probablemente ni entienda. Su discurso de apertura fue un aburrido racconto de todo el proceso legislativo y normativo, cuidadosamente editado, con el mensaje de “nosotros les avisamos de todo, ahora no se quejen”. El ministro evitó tocar algunos temas donde quebró la ley, como la de cambiar la zonificación del lugar de la demolición y supuesta futura obra, cosa que es privilegio de la Legislatura, o el pequeño detalle de la condición de Monumento Histórico Nacional de una parte del Borda, justamente una parte que da al lote que él aspira a utilizar. Pero el mensaje fue claro: “¿De qué se quejan?”.

En el período de preguntas que precedió al discurso de Chaín y a la interpelación en sí, las preguntas fueron bastante certeras. A excepción de un señor que hizo una encendida y conveniente crítica “de los veinte violentos que quieren detener las obras”, se sacó el tema del asbesto del taller protegido, del impacto profundo de los balazos y gases en los pobladores del Borda, de la violación de la medida cautelar que frenaba las obras y, en un marco más general, del descaso del gobierno macrista por la salud pública. Chaín miraba como esperando que hablaran de él y no de otras áreas que no son de su incumbencia. Cristian Ritondo, diputado y vicepresidente de la casa, hacía exactamente lo mismo, cosa extraña en alguien tan “pasional” como él, que un día se abalanzó a pegarle a un vecino durante una audiencia pública.

La actitud de estar en el médico sin querer estar duró toda la audiencia y el discurso fue al menos consistente: nada es culpa nuestra, todo lo avisamos, no respondemos a preguntas incómodas.

DESDE MENEM

La más incómoda es por qué el gobierno porteño decide talar un parque, desafectar un sector de un hospital psiquiátrico y licitar alguna que otra torrezota sin siquiera molestarse en salvar el pequeño tema de que el lugar de obra es un Monumento Histórico Nacional. Para mayor ironía, lo es por un decreto firmado por alguien poco afecto a estas cosas, el entonces presidente Carlos Menem.

El 15 de abril de 1999, la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos publicó el decreto 349, proveniente del expediente 9664/88, en el que se creaban como monumentos históricos a “diversos bienes patrimoniales”. Entre ellos están el edificio Kavanagh, frente a la plaza San Martín; la vieja Fundación Eva Perón, diseñada como casa particular por el arquitecto Estanislao Pirovano; los edificios periféricos de la vieja mansión Unzué, sobre la calle Austria; el palacio de Tribunales, el Puente Avellaneda y la casa de Bernardo Houssay, en Viamonte 2790. En otros rumbos del país, el decreto incluye al conjunto del Hotel y Casino Provincial de Mar del Plata, más su plaza Colón, ramblas y muelle de pescadores, el salteño potrero de Payogasta, las pinturas rupestres de Guachipas, también salteñas, y la línea de La Trochita en Esquel.

Y, lo más relevante para la discusión actual, el decreto incluye a un sector del Hospital Doctor José Tiburcio Borda, el correspondiente al Pabellón de Investigaciones en Psicofísica y Neubrobiología, y parque aledaño. Esta decisión fue publicada en el Boletín Oficial del 20 de abril con la firma del entonces presidente y de sus ministros Jorge Rodríguez y Carlos Corach.

Con lo que no se puede destruir el parque pese a las argumentaciones leguleyas del gobierno porteño. El problema es que varios otros edificios del conjunto que forma el Borda están protegidos con catalogaciones porteñas o preservaciones nacionales. El único espacio posible para hacer el emprendimiento del Centro Cívico porteño es en el medio del parque, más o menos a mitad de camino del conjunto principal del hospital y el pabellón del decreto de Menem. Pero si se cuenta el parque aledaño de cualquier manera coherente, el proyecto macrista simplemente no entra.

La Comisión Nacional envió una carta cuestionando el plan de obras, que el gobierno porteño no contestó. Lo que una comisión nacional debería estar haciendo es presentar una denuncia penal federal, mostrando de una buena vez que toma para sí el poder de defender el patrimonio en todos los ámbitos posibles, comenzando por la Justicia.

Pero mientras se espera que lleguen estas golondrinas en pleno otoño, una pregunta sigue sin responder: ¿por qué el macrismo se banca semejante costo político para hacer una obra? Un número muy sencillo explica el apuro, el casi 50 por ciento que cayó la actividad en la industria favorita del PRO, la construcción especulativa. Como consecuencia del control de divisas y de la lupa fiscal, se cayeron las ventas y los encargos, lo que demuestra una vez más el carácter meramente especulativo de la mayoría de las obras, jamás pensadas para que nadie viva realmente en ellas sino para estacionar dólares.

Con lo que la industria les exige a sus representantes en el gobierno porteño que la alimenten. Levantar adoquines, nivelar calles sin necesidad o hacer un Centro Cívico son un seguro de desempleo para una industria mimada. Por algo Daniel Chaín fue confirmado como ministro después de la audiencia con los legisladores. No habrá sido solidario con su partido, pero defendió a sus patrones empresarios.

LOS ESCOMBROS

Alicia Pierini, defensora del Pueblo de la Ciudad, le pidió por escrito a la Cámara de Apelaciones –que trata el amparo contra las obras en el Borda– que vigile el retiro de los escombros de lo que fue el Taller Protegido del hospital. Como se sabe, la excusa del ministro Chaín para demoler el lugar era la presencia de asbesto en los techados, con lo que el lugar estaría contaminado. Esto suena norteamericano y siniestro, hasta que se escucha que el asbesto se usó en las chapas de fibrocemento del techo y no como fibra de aislamiento de paredes, como ocurre en tantos lugares fríos de EE.UU. No sólo la masa del peligroso material es muy inferior en el caso local, sino que también está presente de una manera mucho más estable.

Pero asumiendo que Chaín tiene razón, uno se pregunta sobre sus métodos. El retiro de asbesto se realiza con cuidado, de modo de evitar que la fibra “vuele” como polvo. Personal bien protegido, con máscaras de aire con filtro y overoles, desarma las partes contaminadas y se lleva el material en containers cerrados a un lugar seguro. En todo momento la prioridad obvia es evitar que la fibra se libere y alguien la pueda respirar. Quien vea la pila de escombros de la foto de tapa, verá que el Taller del Borda fue demolido con extrema violencia y apuro, sin ningún procedimiento especial. La nube de polvo, mezclado con asbesto, debe haber sido notable.

Pierini pide a la Justicia que incluya este problema en la agenda, asegurando la remoción de los escombros de un modo seguro y su depósito en lugar seguro. Desarrollo Urbano hizo saber a los medios amigos que van a fijar las fibras de una manera muy fashion y moderna, con un spray fijador acrílico sobre los escombros y el pasto cinco metros alrededor del lugar. Como se ve en la foto, van a tirarles el spray a los árboles del parque...

La gente de Chaín hasta aclaró que no había retirado los escombros por miedo a más violencia. Pero nunca aclaró por qué mandó gente a demoler sin tener en cuenta este aspecto.

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Imagen: Télam
 
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