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Sábado, 18 de mayo de 2013

Un cartel para la gran ciudad

Otra edición de Um cartaz para Sao Paulo, la muestra que reúne trabajos de diseñadores y artistas en torno de esta metrópolis tan particular.

 Por Luján Cambariere

No hay dudas de que San Pablo es siempre atractiva. Una ciudad vibrante por donde se la mire. Desde hace varios años, el proyecto Um cartaz para Sao Paulo creado por Paulo Moretto oficia como un particular homenaje. Es una iniciativa que recurre a piezas gráficas, objetos emblemáticos de la práctica profesional de un diseñador, para contar y expresar las ideas y puntos de vista sobre temas importantes para la construcción de ciudadanía. En el comienzo del proyecto en 2008, la ciudad pasaba por un proceso de limpieza visual debido a la prohibición de pegatinas, por lo que el tema fue la “Polución visual urbana”. Luego llegarían la “(In) sustentabilidad urbana” sobre ecología, “Diversidad cultural”, “Memoria urbana” y “El futuro en la metrópolis”, el año pasado.

Este año se sumó la curaduría del reconocido diseñador y educador Alecio Rossi y el apoyo para la realización de una institución emblemática como el Senac San Pablo, junto a la Biblioteca Mário de Andrade. El tema fue “Día y noche”, obvia alusión a una ciudad que nunca para. ¿Los invitados? Jóvenes artistas y diseñadores consagrados como Fabio Galeazzo, Felipe Kaiser, Guto Requena, Luiz Silva, Marcelo Pliger, Massimo Gentile, Maurício Rossiello, Rafik Farah, Ricardo, Vieira Andrade, Walter Fonseca, los propios Rossi y Moretto, más los argentinos como Juan Lo Bianco y Javier Ignacio Cifrei, entre otros. Paulo Moretto detalló las ideas detrás de la convocatoria.

–¿Tiene el afiche un rol importante en la gráfica brasileña?

–Mi posgrado en diseño fue sobre la producción de carteles en Brasil desde la década de 1950 hasta la década de 2000. En este estudio visité algunos museos que tienen archivos de carteles, vi unos ocho mil, pero me di cuenta de que la producción en Brasil es pequeña y que a diferencia de los países europeos, no están tanto en las calles. Más que nada se encuentran en espacios semipúblicos, como las salas de teatros y cines, y no tienen todo el poder de comunicación que tendrían si se pegan en las calles. Cuando además, los carteles son el fetiche de diseñadores, un espacio para la experimentación gráfica.

–¿Cuál es el criterio para convidar a los participantes?

–Se los invita en nombre de sus portfolios. Tratamos de mezclar a los profesionales más experimentados con otros más jóvenes. También buscamos mezclar diseñadores gráficos, ilustradores, arquitectos, gente en la publicidad y afines.

Muchas veces invitamos a la gente cuyo trabajo nos llamó la atención durante el año y también diseñadores gráficos extranjeros que visitaron o que ya conocen la ciudad como Michael Bouvet de Francia o Lo Bianco de Argentina.

–¿La propuesta es libre o tiene condiciones más allá del tema?

–Hay algunas reglas que los paralgo imprevisto sucedió, de alguna manera, con los 135 carteles que ya tenemos: terminamos por mapear el imaginario sobre la ciudad, las impresiones, las memorias, los deseos, las alegrías, las desilusiones o los disgustos de la gente que vive aquí.

–¿Cuáles te gustan más?

–Tengo varios favoritos en el proyecto pero, en general, me gustan las que tienen impacto visual, que son fuertes, que nos obligan a acercarnos a leer o entender. Yo creo que los buenos carteles tienen ese poder de impregnar nuestra memoria y nos hacen querer volver a verlos. Uno de los carteles que me gustan mucho fue hecho por Daniel Caballero, artista e ilustrador, que se apropió del lenguaje del graffiti y creó un cartel que muestra una San viva, frenética, con sus edificios emblemáticos, sus industrias y sus automóviles.

–Luego de la muestra, ¿qué se hace con ellos?

–Los carteles son ejemplares únicos impresos digitalmente. Después de la exposición, que por lo general se abre en el aniversario de la ciudad (25 de enero), los carteles integran una exposición itinerante a otros pueblos cercanos y luego se guardan en un archivo. nos gustaría que ellos puedan ser expuestos en otros lugares, en otras ciudades más lejanas y otras personas pudieran conocer nuestra ciudad.

Una iniciativa de empleo social

El Instituto Givaudan, fundado en Brasil en 2011 para formalizar acciones que tiendan a mejorar la calidad de vida de las poblaciones con las que opera esta compañía líder en la creación de fragancias y aromas, acaba de lanzar el proyecto Geraçao de Renda Inovar, un ejemplo a copiar. Es una línea de bolsos, portalaptop y monederos, producidos reciclando envases y banners que genera ingresos y capacita en el oficio de la costura a un grupo de mujeres, según detalla Mona Chamma, responsable del RSE de la compañía.

–¿Cómo surge la idea de trabajar con estas mujeres?

–El proyecto de generación de ingresos surge porque queríamos desarrollar una acción de responsabilidad social que fuese totalmente sustentable. Esto es, que tuviera una triple sustentabilidad –social, económica y ambiental– y obviamente que estuviera ligada a nuestro negocio. En esa época conocí a una líder comunitaria que tenía una organización social muy sencilla, sin recursos, y fue ella quien seleccionó a las mujeres con la idea como se dice siempre “de enseñar a pescar”. Señoras de la comunidad de Osasco en San Pablo, que no tenían un trabajo fijo, algunas de las cuales ya sabían coser, pero no tenían la experiencia necesaria, por lo que las formamos junto al Senai para la producción de nuevos productos. Ellas reciben capacitación y la infraestructura, máquinas y logística. También invitados a otra importante institución, el Sebrae, para que las capacitaran en microemprendimientos.

–¿Por qué la elección de este material?

–Porque involucramos a nuestros stakeholders como empleados donando las cajas de tetrapack y a nuestros clientes proveedores con los banners. Y empezamos haciendo bolsas porque el año pasado salió una ley que la población en Brasil no podría usar más bolsas plásticas en el supermercado y eso se presentaba como una oportunidad. Hoy fabricamos diez productos diferentes todos en material reciclado.

–¿A qué aspiran con el proyecto?

–Crecer y convertirnos en un proyecto autosustentable para además poder contratar e involucrar a más mujeres capacitándolas en un oficio como el de la costura.

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En exhibición, los afiches de Daniel Caballero, César Albornoz, Marcelo Pliger y Rafik Farah, todos sobre estas líneas. Abajo, de izquierda a derecha, los trabajos de Renato Cardilli, Fabio Galeazzo y Diogo Abdalla. Como se ve, todos usando tres colores y buscando un fuerte impacto visual.
 
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