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Sábado, 16 de noviembre de 2013

La batalla de las baldosas

Los vecinos de Floresta viven, como ya se dijo en estas páginas, acosados por la comercialización salvaje de su barrio. El macrismo apoya este tipo de oleadas, porque las confunde con vitalidad y actividad, y porque es negocio para sus amigos. Pero el actual gobierno porteño le suma a su escasa visión una gran incapacidad de gestión: meten la pata hasta en las cosas más simples. Por ejemplo, en hacer obras fuera de la ley en un Area de Protección Histórica.

El último caso significó una linda victoria, pequeña pero disfrutable por rara, de los vecinos de Floresta. Resulta que el 25 de octubre, justo antes de las elecciones, un contratista empezó a arrancar las baldosas del APH, en uno de esos cambios de veredas sanas que se hacen nada más que para darles trabajo a los amigos. En este caso, el reemplazo de las baldosas era ese monumento al mal gusto, el contrapiso pelado de cemento peinado. Este estilo es uno de los que el macrismo imita de Nueva York, sin saber que sólo se usa en las veredas que son el techo de sótanos de servicios. Donde hay sótanos, se usan baldosas.

El problema, para la Ciudad, es que las APH tienen un régimen especial que impide ese tipo de novedades. El Observatorio de Patrimonio y Políticas Urbanas inmediatamente hizo la denuncia ante la Justicia por violación de la Ley 3507, la que crea el Area de Floresta y además especifica con qué se pavimentan las veredas. Como se ve en la primera foto, que muestra la calle Venancio Flores y Bahía Blanca, justo enfrente de la estación Floresta del Sarmiento, ya se habían terminado tramos, con lo que la demanda pedía que se cambiara lo hecho por lo que corresponde. Un detalle enorme: como los trabajos son tan ilegales que sólo la mala fe o una incompetencia extrema los justifica, se pedía al juez que los gastos corrieran por cuenta personal del funcionario que los había autorizado, descontados de su sueldo.

Fue notable la velocidad del cambio: las veredas se siguieron cambiando, pero con baldosas de panes, como se ve en la segunda foto, y rápidamente se rompieron los cementos peinados ya hechos y se cubrieron con baldosas, como dice la ley. Los de Floresta casi se reían por la velocidad con que el encargado del bodrio dio marcha atrás, pero no podían evitar pensar que son ellos y el resto de los porteños los que pagamos los costos extra. De hecho, algunos hasta se preguntaron si no era a propósito esto de hacer las cosas mal para luego corregirlas, pagando todo dos veces.

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