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Sábado, 8 de febrero de 2014

A destajo y sin contemplaciones

El Caap tuvo una sesión masiva de “consideraciones” en la que cayeron todo tipo de patrimonios. En marzo habrá una serie de audiencias públicas relevantes.

 Por Sergio Kiernan

Como se sabe, el macrismo en funciones está acelerando los negocios inmobiliarios, que por solidaridad corporativa y por interés propio son sus negocios inmobiliarios. Esto explica anomalías veraniegas, como que el benemérito Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales tuviera esta semana una sesión con más de cien edificios, “considerados” a destajo. O que el mes que viene, cuando la Legislatura resucita, haya un verdadero fixture de audiencias públicas donde se pelea por cosas tontas y por cosas importantes. En la volada siguen cayendo edificios patrimoniales.

Este martes en el Caap debe haber sido agotador, con unos 140 edificios a tratar, una verdadera muestra de frivolidad en la gestión pública. El Consejo le da un par de días laborales a sus miembros para ver las fichas, lo que implica un cierto nivel de heroísmo en eso de ir a ver los edificios concretos y no conformarse con la foto impresa, que puede ser vieja o puede ser tomada desde el mejor ángulo para que el lugar parezca una tapera. Pero el interés profundo del mecanismo es liberar parcelas para su demolición legalizada, con lo que no importa si todo es medio farsesco.

En el paquetazo del martes había edificios de porte, que no necesitan catalogación porque están protegidos por su mismo tamaño, pero tienen sus plantas bajas en riesgo por la tozuda noción de tantos comerciantes de que romperlos todos mejora las ventas. También había casos de demolición clandestina con pedido de reconsideración y fotos mostrando la tapera, que el mismo dueño había creado para hacer su negocio. Muchos edificios fueron liberados a la piqueta porque eran los últimos patrimoniales de cuadras ya destruidas, con lo que ya “no tienen contexto” y se merecen la eutanasia. El representante del CPAU, ese lobby de los grandes estudios, se lució votando en contra de decenas de casos y condenando a edificios porque tenían mucho ornamento en sus fachadas, lo que parece que para ese experto en marketing inmobiliario es contraproducente. Curiosamente, el representante de la FADU-UBA apoyaba este tipo de afirmaciones...

Las fotos de esta nota muestran tres edificios que forman un conjunto en la calle Guatemala al 5600. Como el Caap terminó votando que se pueden destruir, pronto quedará apenas esta foto como prueba de su existencia. Según parece, el pecado de estas tres casas es su modestia, en tamaño y estilo, que las hace pertenecer a la “arquitectura popular”, descartable y demolible. La casa con aires de quinta del 5658 duele en particular porque es un ya rarísimo ejemplo de casa chorizo con galería, palmera, jardín delantero, lateral y trasero, y muro frontal ornado. Muy pronto habrá que viajar al interior o a Uruguay para mostrarles una así a nuestros hijos.

Entre las audiencias que se realizan en marzo hay una por una ley que busca justamente salvar estos fragmentos urbanos de las manos de gente como el CPAU, dando entidad a conjuntos que tengan 25 metros de frente aunque no tomen la manzana y estén ya asfixiados por las torres. En orden de aparición –algo importante, porque el gobierno porteño publicó la lista en orden invertido–, la primera audiencia es el 11 de marzo y toma dos temas muy diversos. Uno es el del pasaje Inglaterra, que en 1982 fue rebautizado por sus vecinos como pasaje Dos de Abril. El nombre, al contrario del rebautizo de la Sopa Inglesa, prendió y el correo lleva regularmente todo lo que sea enviado a esa dirección. Pero el PRO, con su insensibilidad habitual, no se dio por enterado y entre los buenos contratos para cambiar las chapas de las calles –que permite arrancar y vender las viejas– mandó a hacer nuevas con el nombre de Inglaterra. Los vecinos pidieron el cambio por ley, cosa que requiere doble lectura.

En la misma sala de la Legislatura se hablará de un flor de negocio, el de las plantas de recuperación de residuos sólidos que se van a instalar en varios puntos de la ciudad, incluyendo la vera de escuelas y manzanas residenciales. Muestra del completo fracaso de Mauricio Macri en manejar el tema de la basura y negociar soluciones con la provincia, este proceso implica rezonificar varias parcelas urbanas, que no permiten este tipo de basurales. También se va a discutir la creación del nuevo Centro de Exposiciones porteño al lado de la Facultad de Derecho. Originalmente, la promesa era que el edificio sería soterrado, algo que parece se abandonó.

Al día siguiente se hablará de otro negocio de los que le gustan a Macri, la venta del Ministerio de Salud sobre la avenida Nueve de Julio para hacer caja. El 18 se hablará de la catalogación del Departamento Central de Policía, que insólitamente no tiene protección alguna, y de desafectar la catalogación del Hospital Italiano, que quiere ampliarse y aparentemente romper sus fachadas patrimoniales. También se votará catalogar el Artplex de Cabildo, dedicado al cine argentino, y la limpieza del catálogo preventivo, que implica aceptar edificios ya demolidos de prepo, en la clandestinidad y sin castigo.

El 25 se hablará de darle catalogación estructural a dos iconos del tango, las casas boquenses de Pedro Laurens y Manuel Peri, la mencionada ley de fragmentos urbanos y el chalecito de Eugenio Diez, alzado en la terraza del edificio de Sarmiento casi Carlos Pellegrini. Y también se va a tratar la absurda Area de Protección Histórica del Correo Central, diseñada para poder chicanear al gobierno nacional con el tema del Monumento a Colón.

Pero en un caso de “casa propia”, la Legislatura que preside el insólito Christian Ritondo no cuida su propio patrimonio escultórico. La foto de abajo muestra a la bonita niña de mármol que por muchos años campeaba en la escalinata de honor de la casa. Maltratada, rota y vandalizada, la escultura está ahora envuelta en una caja con un cartelito que avisa que su base es inestable y puede caerse, con lo que “por favor no apoyarse”. Esto debe ser la definición misma de dejar las cosas a la buena voluntad de la gente...

La misma vara de liviandad frívola se le puede aplicar a Hernán Lombardi, el empresario turístico que dobla de ministro de Cultura de Buenos Aires. Lombardi confiesa abiertamente su desconcierto cada vez que cierra un bar notable de la ciudad y también su firme creencia de que si un bar antiguo deja de ser bar... paciencia, así es la vida y el capitalismo. Copiando la anomia intelectual de su jefe político, dice cosas como que “no se puede obligar a nadie a que siga teniendo un bar”. Esto es ciertísimo, pero lo que sí se puede hacer es buscar soluciones creativas, convencer, hacer puentes, empujar desde el enorme poder del Estado para que pasen cosas buenas. Un caso es el del Bar Británico, que sigue ahí –y hasta limpio, cosa que parecía imposible– con nuevos dueños. Los casos de la Richmond, la London y los 36 Billares muestran que Lombardi no puede o no quiere hacer este esfuerzo.

Lo que no quita que no quiera, como los vampiros, aprovecharse de la vida ajena. Como empresario turístico, Lombardi sabe que el tango y el estilo de vida porteño son buenos argumentos de venta. Con lo que presentó, en el mayor secreto y hace unos meses, un pedido para que la Unesco considere “La cultura del café-bar en los barrios de Buenos Aires” como patrimonio intangible de la humanidad. El pedido se apoya en un enorme informe lleno de gráficos de 235 páginas de largo, con muy pocos conceptos pero muchas listas: de cafés, de menciones de los cafés en la prensa, de letras de canciones y poesías sobre cafés –con los textos completos–, de menciones de los bares notables en la redes sociales. Hasta hay un “estudio sociológico” en el que se revelan cosas estremecedoras, como que la gente usa los cafés para encontrarse.

Lo divertido del asunto es que el informe hasta menciona decenas de notas deplorando el cierre de cafés notables y en ninguna parte se dice cosa alguna de cuidarlos materialmente. A los light como Lombardi nunca les preocupa el patrimonio material, apenas el inmaterial, aunque uno haga al otro en forma directa. De paso, el informe está disponible en el sitio de la Unesco y es una lectura amena en su antología de poética cafetinera.

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