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Sábado, 22 de marzo de 2014

CON NOMBRE PROPIO

Aquí Bolivia

Picante Surtido es la bella etiqueta de accesorios de la
diseñadora boliviana Matilde Urioste, mucha mujer.

 Por Luján Cambariere

Matilde Urioste pertenece a una novel generación de diseñadores que no sólo generan admiración, sino que uno quisiera que se reproduzcan. El ADN perfecto para el Sur, mezcla de cuidado y empeño puesto en su formación, coherencia y compromiso con lo esencialmente suyo. Así, siendo muy chica decidió venir a estudiar diseño industrial a la Argentina, pero para volver a hacer lo propio en su lugar en el mundo, Bolivia. Un país que de a poco vamos a empezar a conocer y valorar también por su diseño unido a la artesanía.

–¿Cómo arranca Picante?

–Bolivia no es un lugar fácil para el diseño, menos para el diseño independiente. El noventa por ciento de las personas que consumen diseño consumen aquel de revistas con una marcada tendencia internacional y de fabricación asiática, que promete mucho a bajos precios. No está de más aclarar que estas personas deben ser un cinco por ciento de la población. Como bien saben, es un país que aún anda enfrentando fuertes conflictos sociales, que a pesar del aumento de la clase media sigue teniendo otras prioridades. Picante Surtido, mi amado emprendimiento de diseño, arranca a comienzos del 2012, cuando me doy cuenta, luego de recorrer varias librerías, que en el mercado no existían blocks con hojas en blanco para dibujar o escribir. Claro que ya tenía en mente comenzar con un emprendimiento, pero este tipo de hallazgo fue lo que marcó los primeros pasos. Bolivia es un país casi sin industria. Pero como pasa en muchos de nuestros países, el ingenio sumado a la riqueza cultural y disponibilidad de materiales convierten este sitio en una gran oportunidad. Entonces, de alguna forma el proceso de diseño es a la inversa. No comencé planteándome qué me gustaría diseñar, sino más bien con qué contaba. Así fue que di con una gran imprenta que además hace su propio papel y comencé a trabajar con ellos. Luego vinieron las carteras. La calidad del cuero en Bolivia no tiene nada que envidiar a cueros del extranjero. Buscando di con un taller que desarrolla sus propios cueros de llama. Su equipo está enteramente compuesto por mujeres que cortan y cosen con quienes tengo una excelente relación.

–¿Cómo fue el proceso?

–Al momento de comenzar a diseñar mi colección había dos puntos determinantes. Primero, que contaba con un presupuesto súper bajo, y segundo la pregunta fundamental: qué quiero comunicar con mis diseños. En Buenos Aires trabajé un año en el estudio de María Mata, con la que aprendí más de lo que te puedes imaginar sobre moldería para carteras. Sin embargo, mi intención era hacer algo propio. Así fue que comencé buscando morfologías, patrones y texturas. Y de ahí salió la idea de trabajar con geometrías y asimetrías. Terminé desarrollando un modelo básico, un tote, y lo adapté a tres materiales diferentes para poder hacer una producción más extensa. Luego de hacerle unos cuantos cambios a la moldería, además de la versión en cuero, hice una versión en algodón con un trabajo súper interesante en tanto a teñido y estampa, y una tercera versión (y mi favorita) de fieltro de lana merino y angora. El fieltro es una donación de una fábrica de sombreros súper antigua que no sabe qué hacer con su segunda selección. En tren de reutilizar, adapté la geometría que venía trabajando para poder convertir –en pequeñas piezas que corto a mano– una pieza tridimensional en piezas planas. Que, claro, luego unidas de una forma diferente componen nuevamente otra tridimensionalidad. Así fue que fui convirtiendo una composición geométrica plana en piezas que al unirse generan pinzas, de forma que nunca antes había visto, y componen un modelo asimétrico y súper interesante.

–¿El nombre?

–En Bolivia hay muchos platos de comida típica que se preparan con diferentes ajíes. Varían sus colores, dulzura, intensidad de picante. Es común que te inviten a una casa a comer un picante mixto, esto es que te esperan con por lo menos tres platos diferentes. Todos muy pero muy elaborados. Creo que mucho de la cultura boliviana pasa por estos platos. Tradición, alimentos locales, historia, dinámicas sociales. Por otro lado, Bolivia es un país sobre todo folklórico, esto lo ves y sientes en la calle, llena de mezclas y contrastes. Desde una fuerte influencia indígena, que se mezcla perfectamente con la china. Colores chillones, fluorescentes, plásticos, telas, amuletos. Claro que también encuentras materiales nobles, técnicas artesanales de tradiciones milenarias, pero también mucho kitsch. De todo esto que vi y sentí durante toda mi vida aquí en Bolivia fue como se me ocurrió el nombre. El diseño que hago quiero que hable de alguna manera de su origen.

–Te interesan mucho los cruces entre artesanía y diseño... ¿por qué?

–Bolivia es un país muy poco industrializado. Mucha gente me pregunta qué hago con mi profesión en un lugar así. Pues hago diseño. Me enfoco en lo que hay, no en lo que falta. En Bolivia la tradición artesanal es muy fuerte, hay materiales y técnicas maravillosas para transformarlos. Actualmente estoy buscando financiamiento para un proyecto de investigación sobre materiales locales y técnicas. Una suerte de mapeo de experiencias productivas, que a través de su práctica aportan a preservar valores culturales, y promover diferentes formas de producción (pequeña escala, roles no esclavizantes). El fin último del mapeo es, además de proponer la documentación y publicación de estas experiencias, generar nuevas y mejores posibilidades de desarrollo de productos que puedan acceder a nuevos mercados bajo condiciones de equidad.

–¿Qué es lo más importante que recibiste de tus raíces para el diseño?

–Uno de mis primeros recuerdos de infancia son los paseos con mi abuela (que este año cumple 90 años) por su jardín lleno de flores. Me llevaba en brazos y me mostraba sus formas. Esto se ha quedado grabado en mi memoria, la belleza de los colores, la proporción, las geometrías intrínsecas en la naturaleza. El placer estético. Ella toda su vida ha tenido un anticuario y de niña me gustaba acompañarla. Me contaba la historia de los objetos, de quiénes habían sido, de qué estilo y materiales eran. Siempre tenía su casa y su anticuario bien arreglados, siempre flores frescas, siempre música clásica sonando despacio por detrás de las cosas. Ella ha tenido una fuerte influencia en mí. Luego esta La Paz, llena de mitos y ritos, y pequeños detalles por todos lados. Nada es porque sí en esta ciudad, todo tiene historias por detrás. Superstición y religión. Amuletos, lanitas de colores atadas. Flores para todo: cementerios, altares, festejos, challas, fiesta todo el tiempo fiesta. En resumen, el placer estético, la importancia de los detalles y los rituales. La intención que le pones a lo que haces, el goce, el disfrute, la historia por detrás, el sentido.

www.picantesurtido.com

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