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Sábado, 22 de agosto de 2015

CON NOMBRE PROPIO

Para la innovación social

El arquitecto, ingeniero y diseñador italiano Ezio Manzini, uno de los pocos teóricos que tiene el diseño en el mundo, vino a hablar sobre el rol del diseñador cuando todos diseñan.

 Por Luján Cambariere

nCasi desapercibido para la envergadura de su figura, pasó la semana pasada por Argentina Ezio Manzini. Una de las mentes más lúcidas del diseño, de los pocos teóricos que tiene la disciplina, autor de numerosos libros –el brillante Artefactos, Hacia una nueva ecología del ambiente artificial y el reciente Diseñar, cuando todos diseñan. Una introducción al diseño para la innovación social, publicado por la editorial MIT Press–. Pionero en alertar sobre “el cuidado del objeto más grande, nuestro planeta”, concepto indispensable cuando de sustentabilidad se trata y que da cuenta de su visión si se tiene en cuenta que lo escribió a inicios de los ’90.

Manzini es de esos pocos pensadores del diseño que se leen, releen, mientras se subrayan y citan tantos de sus conceptos. Uno de los primeros en concientizar sobre la cultura del reproducir y del cuidado por las cosas. Profesor honorario en el Politécnico de Millán, titular de Diseño para la innovación social en la University of the Arts (Londres) y creador de DESIS (Design for Social Innovation towards Sustainability), una red internacional de escuelas de diseño específicamente activas en el campo del diseño social, entre otras cosas.

Invitado en el marco de la 9ª edición de la conferencia CMD Diseño y Ciudad del Festival Internacional de Diseño, la programación que está teniendo lugar durante agosto y septiembre en celebración del 10° aniversario del nombramiento de Buenos Aires como Ciudad Creativa de Diseño por la Unesco, tener la oportunidad de escucharlo de primera mano el viernes pasado en el Dorrego, fue un lujo impensado.

Difuso vs. experto

Su charla fue sobre cómo es diseñar en una época en la que todos diseñan, un resumen de un libro que ojalá llegue a nuestro país y que cuenta la experiencia de sus últimos diez años de trabajo. “Vivimos en un mundo en crisis. Una crisis que es múltiple: ambiental, social y política, arrancó su conferencia. Un escenario que exige una transformación del profesional del mundo del proyecto. Sobre todo, continúa, porque hoy todos diseñan. El cambio de siglo cambio totalmente lo que se habla cuando se habla de diseño. Antes el diseño era definido por el objeto descriptible que hacía. Entonces había diseño de producto, de servicios, gráfico, de interiores. Hoy pareciera como que el concepto se ha elastizado hasta abarcar lo inabarcable”, detalla. En ese orden de ideas, el nuevo libro de Manzini distingue entre “diseño difuso” (realizado por todo el mundo) y “experto” (realizado por aquellos que han sido entrenados como diseñadores).

Volviendo al concepto elástico del diseño, él es de los que cree que se debe barajar y dar de nuevo. Básicamente revisar las herramientas, roles y conceptos. Entonces habla del ‘diseño emergente’ que no es una nueva disciplina o categoría, sino una nueva naturaleza del diseño. ¿Su principal característica? Se aplica a todos los temas posibles incluyendo la dimensión técnica y la conceptual. Esto lleva a que hoy exista una gran confusión. Y arremete: “Antes, el diseño coincidía también con una profesión. Hoy no sólo los profesionales del diseño, diseñan. Según él, se impone volver al origen de la palabra. Capacidad humana donde se hacen presentes el sentido crítico, la creatividad y el sentido práctico. Eso permite salir de la convención (el mundo manejado haciendo lo que ya se hizo), al mundo del proyecto, el que innova.

Y acá esta el punto crítico: hoy el profesional de la disciplina debe encarar la innovación desde lo social. Que no es sinónimo de diseño social (para poblaciones vulnerables) sino su génesis, un diseño que tenga en cuenta a las personas. “Ese profesional experto que es el diseñador debe ese ser capaz de sostener esos procesos aportando saber tecnológico (problema solving) y significado (sense making). En síntesis, dar soluciones de calidad. No solucionismo, que sería reemplazar el funcionalismo de otras épocas por otro reduccionismo, sino tener en cuenta la dimensión cultural que contemple un sistema de sentido. Cambio social que evite las catástrofes. Aporte soluciones con perspectiva, visión de conjunto donde se pueda contar otra historia. Hoy tenemos una metanarración. Lo más importante es cuidar la relación entre las personas. Contar historias que contemplen a la humanidad toda. Siempre es mejor confiar en los otros, eso da bienes ilimitados”, señala.

Nuevo rol

“La misión del diseñador hoy pasa por activar y sostener procesos de cambio social. Para ello, explica, el primer paso es asumir la innovación social como un punto de partida y utilizar las habilidades y capacidades específicas de los diseñadores para proponer una nueva orientación de los productos y la innovación de servicios.

El segundo es considerarse a sí mismos como parte de la comunidad con la que colaboran. El diseñador asume cada vez más el papel de facilitador en el proceso de aprendizaje, y de apoyo de las habilidades del diseño. En otras palabras, su campo de acción se aleja cada vez más de la figura del diseñador tradicional en favor de la de un agente que trata de hacer que una serie de actividades orientadas sucedan y de asegurarse de que las personas interesadas participen en ellas, y lo hagan creativamente.

Se convierte en un facilitador del proceso que actúa “con herramientas de diseño” por ejemplo generando ideas sobre posibles soluciones, visualizándolas, argumentándolas, planteándolas en amplios y diversos escenarios, presentándolas de un forma concisa, visual y potencialmente participativa”.

¿Su mayor cualidad? “El diálogo. Diálogo que significa escucha, ideas propias e intercambio de ideas”, remata.

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