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Sábado, 4 de junio de 2016

A clase

Cada día son más los que tengan ganas de aprender a tejer. Carolina Dalmastro es licenciada en Sociología por la UBA y una ferviente promotora en el terrero de las dos agujas. De chica veía tejer a su mamá y a su abuela y le daban ganas de probar pero le era difícil porque no tenía mucha paciencia y era zurda. Aún así en el secundario se lanzó a tejer sus propios sweaters y nunca más paró, sumando además la experimentación con tintes naturales. Recurso que aplica hoy dedicada cien por ciento a la docencia. “Siempre preferí tejer con lana natural y cuando decidí empezar este emprendimiento de tejido de accesorios compré una cantidad muy grande de lana de llama. Ahí me puse a pensar en cómo conseguir más colores, pero tratando de respetar la fibra. Empecé a leer blogs de tejedoras de Perú, México y Europa, y descubrí los tintes naturales. Saqué ideas y procedimientos y el resto fue prueba y error. Cada vez que cocinaba prestaba atención a qué verduras sacaban tinta y ahí nomás con un poco de lana probaba. Hice muestras y fui eligiendo colores, siempre dentro de las posibilidades de las tinturas naturales: cáscaras de cebolla, yerba, cochinilla, té, cúrcuma, maíz morado, índigo. Más allá de los tiempos y resultados todo el proceso del teñido es mágico con esas combinaciones alquímicas, que asocio mucho con el proceso de revelado de una fotografía”, detalla.

“Además, no uso productos abrasivos y no necesito desperdiciar alimentos para crear los tintes. Es un poco ir agarrando lo que sobra e ir viendo qué color nos da, cuánto dura, cómo puedo modificarlo.”

Con respecto al material: “La lana es un material super noble. Te abriga un montón pero no te ahoga. Al ser un material orgánico regula la temperatura y dura mucho. Mi abuela destejía los pulóveres del año anterior y agregaba un poco de lana nueva para tejer uno nuevo más grande. La fibra natural, te dura y te abriga toda la vida. En este país productor de lana es una picardía que casi todo lo que consumimos sea acrílico”, remata Dalmastro, avocada enteramente a dar talleres de tejido (siempre a dos agujas y principalmente circulares) y a teñir lanas para comercializar.

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