Envuelto en sus telas tristes, sostenido por un andamio de seguridad para que su decadencia no lastime a nadie, el edificio de la Confitería del Molino cumple hoy cien años. Cayetano Brenna, el dueño y comitente de la obra maestra, le había impuesto como condición absoluta a su arquitecto Francisco Gianotti, que El Molino estuviera iluminado y embanderado para festejar el Centenario de la nueva patria de estos dos tanos inquietos. Gianotti cumplió, al menos con la fachada –la obra siguió por adentro– y la confitería deslumbró y fue con el todavía nuevo palacio del Congreso un centro de la fiesta.

Justamente, el lunes pasado fue el Congreso el escenario de un encuentro para debatir qué pasa con El Molino y tratar de impulsar que su nacionalización no quede en la nada. A fines de diciembre de 2014, hace ya más de un año, Diputados convirtió en ley la expropiación que ya había aprobado el Senado por iniciativa del entonces senador Samuel Cabanchik. Esta compra fue un recurso extremo ante la completa indiferencia de sus dueños, privados ellos, que hacía décadas que no mantenían el edificio, ya moribundo. No hubo caso de hablar con los dueños, lo que se intentó y mucho, con lo que hubo que pasar la ley. El tema pasó al tribunal de Tasación, se destinaron las partidas, se estableció que el PRIE sería el encargado de la restauración y... nada más. El cambio de gobierno paralizó el asunto.

Fue justamente el PRIE –Plan Rector de Intervenciones Edilicias, el grupo que está restaurando el palacio legislativo– junto a la Sociedad Central de Arquitectos y la Asociación de Art Noveau de Buenos Aires que convocaron al encuentro en el Salón Blanco de la Cámara de Diputados. La primera sorpresa del día fue ver el lleno completo del lugar, con público de pie. Estaban vecinos interesados, estaban muchos de los jóvenes restauradores del palacio, estaba Jorge Caramés de la Comisión Nacional de Monumentos, estaba Cabanchik. ¡Hasta estaban las Chicas Superpoderosas, representadas por Nanni Arias y Silvia Fajre, vueltas al ruedo de la mano de Rodríguez Larreta!

La siguiente cosa agradable fue escuchar al nuevo director general de Obras y Servicios de Diputados Darío Biondo, subrayar que el actual presidente de la Cámara, Emilio Monzó, considera al Molino como “una política de Estado” y piensa impulsar que el tema cierre bien. Luego comenzó la primera mesa, dedicada a subrayar los valores históricos y estéticos del edificio, con Pedro Delheye de ICOMOS, Rita Comando de SCA, Martín Marcos del Marq y Willy Pastrana de la AANBA, presentados por el editor de este suplemento. Delheye subrayó que la ley de expropiación fue un caso claro de trabajo entre la sociedad civil y la política, mientras que Comando se animó a hablar de no sólo restaurar el edificio sino mejorar su contexto urbano de plaza y vecinos. Marcos puso un sentido de urgencia recordando que a cada tormenta “el edificio sufre” y Pastrana presentó una breve película sobre el Molino en el contexto del Art Noveau.

El segundo panel estuvo a cargo de la dirección general de Informática y Sistemas de Diputados, que explicaron cómo se reequipa el Palacio Legislativo en el contexto de la restauración del PRIE. El tema es importante porque muchas veces las instalaciones se modernizan sin prestarle la menor atención al valor patrimonial de los edificios, un daño innecesario, como demuestra el Congreso.

La tercera mesa fue directo al tema de la restauración, con Miguel Mármora, que coordina el PRIE, al frente. Hablaron el asesor patrimonial de Diputado Guillermo García y la restauradora en jefe Nora Luzzi, y para agradable sorpresa también estuvieron Catalina Liotti y María Ledesma, ambas arquitectas y ambas involucradas en el PRIE del Senado, tema muy activo en lo que va del año. La mesa explicó lo hecho en ambas cámaras, lo que se va a hacer todavía y los marcos teóricos con que se hacen las cosas. Esta mesa confirmó que el PRIE sigue siendo formalmente el encargado de la futura restauración de la Confitería y sus cuatro mil metros de superficie.

¿Llegará el mensaje en la botella?