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Sábado, 13 de agosto de 2016

La vuelta de un clásico

El Banco Ciudad acaba de restaurar y recuperar su sede central, un ícono moderno inaugurado en 1968. Es un centro cultural y espacio de exhibición.

El Banco Ciudad de Buenos Aires acaba de reestrenar un edificio de gran simbolismo, que marcó una época de la arquitectura moderna argentina. Es la sede central del banco inaugurada en 1968 en la esquina de Sarmiento y Florida en lo que fuera el edificio de la tienda A la Ciudad de México, con diseño de los muy jóvenes arquitectos Manteola, Petchersky, Sánchez Gómez, Solsona y Viñoly. El edificio fue una verdadera novedad y un atractor en una calle Florida que todavía no era físicamente peatonal, una sede bancaria “transparente”.

Lo llamativo del lugar, como muestran las fotos que acompañan esta nota, tomadas hace casi medio siglo con el edificio recién estrenado, era que se tomó la tienda de departamentos y se la vació, preservando únicamente la estructura metálica y unos paños externos en altura. A partir del primer subsuelo y tomando la planta baja y los dos primeros pisos, se creó una “caja”, un espacio cortado por entrepisos y escaleras realizadas con la misma perfilería metálica y visualmente livianos.

Siguiendo con el tema de la luz y la continuidad, se utilizaron más de 60000 ladrillos de vidrio color marrón claro. En buena medida, este material se eligió porque refleja la luz, aumentando la liviandad del interior, y en parte porque lo deja pasar. Si se miran atentamente las fotos, se pueden ver los paños horizontales que dejan pasar la luz artificial desde el segundo subsuelo y por supuesto lo iluminan. Con el mismo material se crearon falsos muros que disimulan instalaciones y cañerías, y crean conductos para mantenimiento y circulación.

La planta baja no tenía muros y estaba definida por amplios paños de vidrio fijo, lo que proyecta el banco a la calle, lo abre al público. Sobre Florida, esta idea se potencia con el famoso “balcón”, un sector que entra en el espacio del banco y permite verlo casi por entero. Desde ese lugar, por ejemplo, se puede ver el tesoro, una enorme caja fuerte del tamaño de una habitación, colocado como un objeto en exhibición un nivel más abajo.

La sede central del Ciudad fue, en su inauguración, un verdadero guiño de modernidad. Era uno de los raros edificios con aire acondicionado central y ya lucía en la calle un reloj digital, manía que se transformó en un conocido logo del banco. Al entrar, uno percibía el alto nivel de diseño interior, que llegaba a los ceniceros y a los muebles. En esa era optimista en que nacía la informática, se decidió que los escritorios no tuvieran más que un pequeño cajón, de modo que no se acumularan los papeles. Por desgracia, pronto se cambiaron los muebles por otros, con cajones.

La obra original incluyó la reutilización del montacargas de la tienda como entrada a un garage en el segundo subsuelo, capaz de manejar los camiones blindados de transporte de valores. Los pisos superiores alojaron las oficinas de gerentes y el directorio, e incluían un comedor ya existentes. Todavía más arriba, en dos niveles en retiro para formar terrazas, se instalaron aulas y salas de reunión.

Con los años, el sector de atención al público sufrió muchos cambios que apagaron su transparencia visual y conceptual. Varios de estos cambios fueron funcionales, como las barreras visuales que por razones de seguridad son hoy obligatorias. Hace tres años, el Ciudad decidió devolver este espacio al público y dedicarlo a actividades culturales y a mostrar su enorme y valiosa colección de arte. El banco porteño tiene el hábito de reunir piezas por compra directa, por sus propios remates y por su premio-adquisición.

La restauración del lugar reunió a varios de los autores originales porque estuvo a cargo de Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona, Salaberry y Vinson, el estudio continuador del original. Quien pase por la esquina de Sarmiento y Florida ya puede ver recuperado la gran “caja”, despejada y con grandes obras de artes en exhibición. De paso, al vaciarlo de tantos muebles y divisiones, se puede ver la amplia escala del espacio, una verdadera creación.

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