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Sábado, 10 de septiembre de 2016

El túnel del tiempo

 Por Sergio Kiernan

La nuestra es una tierra de ingenio y de ingeniosos, por no decir de vivos y de vivezas. Con lo que la vara es alta y para asombrar a un argentino –ni hablar de un porteño– hay que esmerarse realmente. Por eso fue un deleite encontrar la avivada de esta obra ruinosa de la calle Tacuarí 1873/1879, un terreno irregular que toma una esquina y avanza por adentro de la manzana con salidas sobre Ituzaingó y Finochietto. Como señalaron con asombro los vecinos de Proteger Barracas, esta obra paralizada por décadas ahora revive y quiere romper todas las leyes en cuanto a altura y superficie amparada en un detalle sensacional: que el permiso original es de 1958 y por lo tanto no hace falta prestarle atención a las realidades legales del siglo 21. ¡Aplausos!

Hace casi sesenta años, esta zona de Barracas estaba en mucho mejor estado que hoy y el terreno había sido comprado por la Confederación General de empleados de comercio para hacer un gran edificio de viviendas. El sindicato hizo el pozo y empezó a hormigonar, pero la obra se paró cuando llegaron a los subsuelos, la planta baja y el primer piso. Luego vino alguna crisis, interna o nacional, y la cosa se detuvo. La estructura, todavía entera, lo que habla de la calidad de esa época, pasó ser parte del paisaje.

En estos días, los vecinos vieron que la obra volvía a la vida, aparecían obreros y construían la pantalla protectora de madera que se ve en la foto. Intrigados, fueron a ver qué decía el cartel reglamentario de la foto y ahí comenzó el asombro. Lo primero, era que la obra se identificaba como el expediente 38231 de 1958. Los que entienden el extraño lenguaje de estos carteles siguieron leyendo y descubrieron que lo extraño era todavía más profundo.

Según el cartel, el expediente de hace 58 años tuvo una “conceción” (sic) de permiso el 4/22/2016, forma de escribir 22 de abril de este año que indica que los macristas ahora escriben las fechas a la norteamericana, como April 22, 2016... en fin. La cosa es que el cartel indica que la obra está en un distrito R2aII, cosa que no es cierta, porque la legislación se cambió entre 2011 y 2012, por la movilización fortísima de Proteger Barracas, y el lugar es ahora una zona R2bI. Estos tecnicismos indican que se bajó drásticamente la altura final de los edificios y se recortó por mucho su superficie final.

Por ejemplo, como dice el cartel del túnel del tiempo, antes había un FOT 3,46 y ahora hay uno de 1,6, con lo que el total de metros a construir bajó a menos de la mitad. También había un “extra” del 25 por ciento, una yapa supuestamente para ayudar a desarrollar el Sur porteño, algo anulado por la ley 4910 en 2012.

Estos arcaísmos en el cartel de la calle Tacuarí no son inocentes, porque las diferencias valen mucho, mucho dinero. Con la vieja normativa se podrían construir 17 pisos, pero con la nueva sólo 7, o 51 y 21 metros, respectivamente. Lo mismo pasa con la superficie, que baja de los 22.785 metros cuadrados a apenas 4.105.

Como se ve, en el truquito de la máquina del tiempo se habla de hacer un edificio cinco veces y media mayor que lo que marca la ley hoy en día. Una clave de lo que pensaron los especuladores en este caso está en el mismo cartel, que anuncia que lo que hacen ahí es una “obra nueva, modificación y ampliación del expediente 38231/58”. Pero el código indica que cuando una obra queda paralizada por seis meses o más se la debe declarar “paralizada”, una situación legal descripta en el artículo 2.1.5.2. Como aquí paso más de medio siglo, no se exagera al considerar esta obra como formalmente paralizada.

El siguiente artículo, el 2.1.5.3, indica qué hay que hacer para salir de esta parálisis legal. El gobierno porteño concede la “reanudación del trámite” si no variaron las normas vigentes en el lugar desde el trámite original. Como se dijo arriba, las normas variaron y bastante en 2011 y 2012, con lo que no se entiende cómo puede ser que la dirección general de Registro de Obras y Catastro le haya dado el expediente de obra 10629964/16. Para complicar más el misterio, en la base de datos de esa dirección general no figura la obra en cuestión.

Las opciones no son tantas. Una es que la dirección general le dio nomás un permiso a la obra usando la normativa vieja, favorazo que habrá que ver si implicó prebendas, dada la escala económica. En este caso, la obra no figuraría en la base de datos por simple discreción. Otra opción es que el número de expediente sea eso, un expediente y no un permiso, con lo que el cartel es un globo de ensayo y la dirección todavía no se expidió. En este caso, no estaría en la base de datos porque todavía no hay una decisión.

Por las dudas, la Defensoría del Pueblo porteña, a través de su subsecretaría de Derechos Urbanos y Ambientales, ya abrió una actuación con trámite urgente. No extraña, porque una cosa es un edificio legal de siete pisos y otra es uno ilegal de 17...

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