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Sábado, 8 de octubre de 2016

Cierran el Túnel del tiempo

 Por Sergio Kiernan

El surrealismo fue alguna vez definido como el encuentro de un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de disección. En el mundo surrealista de los especuladores, la cordura es el encuentro entre la protesta de los vecinos y el absurdo indefendible de ciertas tretas. Es lo que acaba de pasar en Barracas, donde unos vivos armaron un Túnel del tiempo para construir en altura usando un permiso de obra de 1958. El bodrio era tal, que hasta el actual gobierno porteño lo encontró inadmisible y lo canceló por resolución del ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte.

La obra está en la calle Tacuarí al 1800, abandonada hace tantísimos años que ya forma parte del paisaje, como si fuera un Foro romano. En 1958, el lote pertenecía al gremio de los empleados de comercio, que querían construir un complejo de viviendas para sus asociados. Se hicieron el pozo y los cimientos y se llegó a techar la planta baja, pero todo quedó ahí. Pero este invierno la obra volvió a la vida, con un cartel que indicaba que en abril se había de alguna manera revalidado el permiso de 1958 y que mágicamente, el lote estaba en una zonificación R2II. Pero resulta que toda esa zona de Barracas fue rezonificada entre 2011 y 2012, y fue rezonificada para abajo como una R2bI, gracias a la movilización y trabajo de Proteger Barracas.

Para darse una idea del cambio –y entender por qué los especuladores crearon el Túnel del tiempo– el FOT bajó de 3,46 a 1,6, la altura final de 17 a siete pisos y la superficie total de casi 23.000 a apenas más de cuatro mil. Como se ve, engañar al prójimo en estas cosas significa construir seis veces más de lo legal, con ganancias proporcionales. Tanta ganancia, de hecho, que quedó la sospecha de si la supuesta actualización de abril era simplemente un trámite o si era nomás algo en firme, increíble pero en firme. Y, como ya se sabe, lo increíble se hace posible en el ámbito municipal de una manera y sólo una.

Como sea, la resolución 316/SSREGIC/16 sí está en firme y dice que lo que ocurrió en abril fue que se presentó por ventanilla un señor que dijo representar a los nuevos dueños como presidente de la firma compradora y que quería proponer un nuevo profesional para hacerse cargo de la obra. El texto reafirma el cambio de zonificación y agrega una cosita muy interesantes para los legos, que tomamos nota de su existencia: la Ciudad tiene algo llamado Sistema Interno “Parcela Digital Inteligente” que incluye fotos de 1997 y 2009, más tomas aéreas realizadas en 2014. Estas imágenes muestran que la obra de 1958 estaba nomás paralizada.

La resolución detalla que si una obra no tiene movimientos concretos por seis meses o más, queda oficialmente “paralizada”. El profesional a cargo queda desvinculado, a menos que haya cometido infracciones, y el dueño tiene que cerrar la planta baja con un muro de mampostería para evitar accidentes. De hecho, el Código hasta prevé una demolición compulsiva si no se cumplen estas condiciones, otro ítem para la larga lista de justicias que la Ciudad podría cumplir y nunca cumple. Como la obra en la calle Tacuarí lleva 116 veces más de seis meses paralizada y como la zonificación fue cambiada, el trámite debe comenzar de nuevo. La resolución hasta aclara que el señor que se presentó debe antes que nada acreditar que es el dueño del lugar...

La cosa es que el subsecretario de Registros, Interpretación y Catastro resolvió dar por paralizada la obra, dejar sin efecto los trámites posteriores a 1958, comunicarle todo al señor que hizo esos trámites y también a la dirección general de Fiscalización y Control de Obras para que los miren de cerca. En resumen, que el Túnel del tiempo, pese a los aplausos que se ganó por la originalidad del currete, queda clausurado.

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