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Sábado, 6 de diciembre de 2003

Memphis la blusera

Tres argentinos ganaron el concurso internacional para reestructuración de la ribera de Memphis, la cuna del blues a orillas del Mississippi. Es una obra de dos hectáreas que reconecta el centro histórico con su río, e incluye un nuevo puerto y un parque.

 Por Matías Gigli

Difícilmente Javier Rivarola, Gustavo Trosman y Ricardo Norton se hubieran imaginado que ganarían un proyecto tan importante en Estados Unidos. La historia, que no tiene más de seis meses, se remonta a un importante concurso del que fueron parte. Sobre un total de ciento setenta proyectos internacionales, este equipo de arquitectos logró desde su estudio en Juan B. Justo y Cabrera ser parte de los cinco finalistas y luego ganar la segunda vuelta sobre una importante intervención en Memphis, la ciudad ribereña de Tennessee.
La Riverfront Development Corporation llamó a concurso internacional para la materialización del primer tramo del Memphis Masterplan con el desarrollo de la Ribera del Mississippi. El área en cuestión abarca el predio ubicado al pie de la histórica calle “Beale Street”. El proyecto se denomina “Beale Street Landing” y se compone de una ribera de ocho metros de desnivel que separa lo que fue la concurrida explanada de comercio fluvial con el “Old Town”, que como muchas de las ciudades norteamericanas costeras se contrapusieron históricamente al río.
Un nuevo masterplan, desarrollado por Cooper, Robertson & Partners, vinculará la ciudad con el Mississippi. El proyecto abarca dos hectáreas con propuestas para un espacio público que servirá de remate para la famosa “Beale Street” al llegar al río. Los arquitectos argentinos debieron resolver los desafíos funcionales que presenta un terreno sobre el borde de un río muy fluctuante en su caudal y alturas, y al mismo tiempo la renovación del complejo portuario para la llegada de los clásicos barcos a vapor. Los organizadores aspiran a obtener un proyecto que capture las virtudes del lugar y que le otorgue una nueva imagen y empuje a la ciudad.
Se debió contemplar la necesidad de desarrollar nuevas instancias suficientemente fuertes como para refocalizar el diálogo entre la ciudad y su río, proponiendo un proyecto que activara el uso costero tanto diurno como nocturno y que se transformara en un icono que despertara las iniciativas de los sponsors y que colmara las expectativas de la comunidad.
El entorno inmediato de la intervención se presenta como una sucesión lineal de elementos autónomos, cada uno muy significativo para la ciudad pero desconectado de los demás. Por eso la voluntad inicial del proyecto de articular el parque Tom Lee con el área histórica, de calles empedradas, de un modo sutil que no invente una nueva barrera urbana. La solución fue crear una “cupla de unión” con dos elementos básicos.
El primero es un parque escalonado que retoma el relieve histórico del lugar, con su costa inclinada sobre el río, y un conjunto de islotes aterrazados y parquizados, anticipación del gran parque lineal que linda el terreno de la obra en su lado izquierdo. También simulan escenarios donde el río es telón de fondo.
El segundo es el complejo portuario, que resuelve la entrada y salida de buques de calado, y crea un ámbito urbano. El puerto tendrá un edificio terminal, un dock flotante sobre un sistema de bielas que le permiten subir y bajar con las mareas, una traza roja en el Mississippi. El acceso será por tren elevado o, en el caso vehicular, tangencial a la autopista y con acceso a una plataforma de descarga por túnel semienterrado, de modo que la circulación a nivel peatonal sea mínima.

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