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Sábado, 18 de diciembre de 2004

Un año de diseño

Esta vez el año arrancó temprano y casi que llega al brindis con eventos. Desde enero hubo muestras, concursos, ferias, invitados especiales y el diseño fue al museo. En el debe, falta lo de siempre: fomentar a la industria, una de las patas que lo definen.

 Por Luján Cambariere

Cuando llega esta etapa, en tren de alguna reflexión o balance posible, imaginamos números, cifras, estadísticas. Como una vez más, oficiales no hay, nos moveremos en los parámetros de la subjetividad. Esto es, analizar el año por quienes han pasado por el m2.

En el haber
Ultimamente tema siempre hay. Si no es una muestra, es un concurso, una feria o un nuevo local. El diseño está instalado y esa es una realidad. También es cierto, y ya lo han marcado varios teóricos del diseño (que tampoco son muchos), que existe una gran diferencia entre el discurso proyectual y el proyecto. Tan cierto como que un discurso como transfondo en evolución hace del diseño una realidad cotidiana en la cual vivir. Así, muchas veces el dar cuenta de lo que pasa sirve para evidenciar lo que falta.
Pero, ¿qué pasó en el 2004? Por empezar, tuvieron continuidad la mayoría de los eventos fuertes del calendario design. Un dato que en el reino de la inestabilidad no es menor. Arrancó el año con Ambientar-Regala en la Rural, le siguió en junio la feria Puro Diseño que este año sumó foro temático y se alojó en el nuevo predio El Dorrego perteneciente al Centro Metropolitano de Diseño. En octubre llegó la Band (Buenos Aires Negocios de Diseño), y cerrando el calendario de salones y ferias, en noviembre Cienporcientodiseño con muestras especiales llegadas de Estados Unidos, Inglaterra, Brasil e Israel y el Salón del Diseño que ocuparon con diferencia de un día el Palais de Glace. Vale aclarar que en cuanto a eventos, ganaron terreno otras áreas del diseño como el digital, que pisó fuerte con un evento Diba (Buenos Aires Digital).
El CMD dio cuenta de algunas de sus cifras: 42 cursos de capacitación desarrollados, 2000 agentes asistidos, 20 empresas incubadas y 200 en cursos de preincubación, 20.000 asistentes a los festivales ModaBa, Diba y Band, 52 empresas subsidiadas por el Fondo Cultura B.A., 6 ferias de diseño organizadas en El Dorrego de las que participaron 485 expositores y cierran el año con la creación del Instituto de Investigación Metropolitano de Diseño e Innovación con dos investigaciones realizadas y un libro, además de workshops.
El diseño se siguió colando en los museos. El Mamba tuvo su muestra de gráfica, el Centro Cultural Recoleta albergó ya en enero la muestra de Mobiliario Argentino orquestada por los Team Fierro y la de diseño español Proyecta curada por Marcelo Leslabay. El Centro Cultural Borges alojó a algunos de los mejores asientos del siglo XX en Esperando el siglo XXI, idea y realización del arquitecto Néstor Otero y el Marq dio cuenta del trabajo de muchos gráficos como los Shakespeare. El Malba, fue uno de los que se jugó fuertemente por el diseño, inaugurando la tienda con nombres sobresalientes de la escena local como Diana Cabeza, Alejandro Sarmiento, Pedro Reissig y Marcelo Mazza, entre otros.
También presentó en sociedad el fenómeno de las cámaras Lomo, organizó concursos como el Urbconexión con Lucky Strike y cierra el año con una muestra de diseño para un segmento aún poco explorado en nuestro país como es el de los niños.
Tuvimos invitados especiales que llegaron de todo el mundo. Dos ingleses nos hicieron reflexionar. Mientras uno, Richard Seymour, hizo pensar en el futuro, otro Nick Crosbie mostró como triunfó vendiendo aire, una propuesta que para algunos, por estos lares, suena más que atrayente. Otros, que más vale ni nombrarlos, aterrizaron munidos de sus laptops y powerpoints para no decir absolutamente nada significante. Aunque “nada” en otro idioma es distinto y, si no, pregúntenle a Robbie Williams, pero eso ya es otro tema. Algunos compatriotas tuvieron la suerte de viajar a capitales design. Tal fue el caso de los Planas Viau, Roberto y Gustavo Viau, que fueron suceso en Londres y los arquitectos jujeños, Arturo de Tezanos Pintos y Carlos Gronda de la etiqueta Usos Muebles Contemporáneo. Además de los que fueron a la Bienal de Saint Etienne en Francia –Debora Kajt, Leticia Saad, Diego Alexandre y las etiquetas Pla y La Mano.
Hubo concursos orquestados por empresas –Santorini, Techint por Siderar, Plata Lappas, Unilever y los de organizaciones como la Cámara Argentina de PVC, entre otros.
Hubo infinitas apuestas personales como la revista postal Terrorismo Gráfico de Adrián Candelmi y Patricio Crespi que cerró el año con un concurso de postales alusivas a las Fiestas, y la 90 más 10 de Gonzalo Fargas.
Aunque quizá lo más destacable del 2004 fue la actividad que se gestó más allá de la General Paz. Jóvenes diseñadores que con su trabajo reafirman el concepto actual de “diseño global, proyecto local”. Como ejemplo, Fedema, la Feria Internacional del Mueble y la Madera en Formosa, que se puso al hombro Alejandra Rumich.
Por último, diciembre tuvo dos eventos que pasaron inadvertidos pero que ojalá hablen de aires de cambio: en la represa de Itaipú se realizó el proyecto transnacional (Brasil, Argentina y Paraguay) Ñandeva, de diseño artesanal y en Montevideo, Uruguay, el master internacional de la Universidad de Roma La Sapienza, cerró con un congreso sobre Identidad y Diversidad del que participaron personalidades destacadas del diseño mercosureño.
Siempre hay palabras en el aire: identidad, autogestión, creación, estrategia. Cuando tendrían que concretarse otras como innovación, producción, tecnología, industria, créditos. Y sobre todo “compromiso”. Si no, no tendríamos que llegar de nuevo a fin de año, temiendo la avalancha de importados que muchos proponen para llenar el arbolito.

Con la mira en el 2005
Por suerte siempre hay alguno que ha escrito mejor que uno sentimientos compartidos. Tal es el caso del diseñador y teórico Gui Bonsiepe que reflexiona sobre el diseño al sur del mundo: “Diseño industrial no puede significar dar forma a un número siempre mayor de objetos. Se trata más bien de elaborar un nuevo paradigma para la práctica del diseño y nuevas posibilidades para la producción. En la periferia, los problemas del diseño son sobre todo de naturaleza sociopolítica y sólo en segundo término de carácter técnico-profesional. Así como la dimensión estética es parte constitutiva del diseño, del mismo modo el componente político no puede ser desplazado de su campo de acción. El diseño es inevitablemente político porque comprende un componente de esperanza, señala, el sueño aunque vago de una sociedad más digna de vivirse”.
Para él, el diseño cumplirá una función descollante en la economía del siglo. Un país que se proponga ser actor y no sólo espectador, deberá hacer del diseño una columna portante de sus actividades. Otros países ya lo entendieron y están recogiendo los frutos. “La resignación es una actitud de antidiseño. O proyectamos nosotros mismos nuestro futuro o dejamos a otros la tarea de determinarlo”, remata. Hasta el 2005.

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