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Sábado, 29 de junio de 2002

Habaneras

El Casco Histórico de la Habana Vieja y sus alrededores del siglo XIX renacen por un meticuloso plan de recuperación y restauración, fruto de un original sistema de financiación patrimonial.

Por Hebe Schmidt

Al cabo de casi cinco siglos, La Habana Vieja sigue de pie. Y a través de un original sistema de financiación, está emergiendo de las profundidades del tiempo y del salitre la herencia del pasado colonial. Son majestuosas construcciones levantadas entre los siglos XV y XVIII; estrechas calles adoquinadas sobre las que arriman caserones señoriales, coloridos vitrales, interminables columnas y un vasto mobiliario colonial urbano de incalculable valor histórico, recuperados en todo su esplendor para el espacio público a través de un plan de rehabilitación del Casco Histórico y sus alrededores. La obra se sustenta con un novedoso sistema de financiación que genera un promedio de 70 millones de dólares anuales, con los que ya se logró recuperar el 30 por ciento de la superficie planificada, las 350 manzanas de La Habana, entre las que está el Casco Histórico. El plan contempla la reconstrucción de viviendas en el área, además de un conjunto de instalaciones hoteleras históricas y tradicionales cafés con identidad propia, que fueron remozados para recibir al turista.

Salven a La Habana
La batalla por la salvaguarda del patrimonio monumental de La Habana Vieja pareció cobrar un fuerte impulso en diciembre de 1982, cuando la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad el Casco Histórico de la ciudad y su área de ampliación levantada en el siglo XIX. Paradójicamente, recién en los 90, cuando el país comenzó a padecer una grave situación económica a raíz de lo que representó para Cuba la caída de la URSS, comenzó a esbozarse el proyecto de reconstrucción de la ciudad. Con el incremento del turismo, comenzaron a llegar capitales extranjeros que, asociados a los estatales, se materializaron en lujosos hoteles en las mejores playas y en todo tipo de infraestructura. Esto llevó al gobierno a declarar a La Habana Vieja Zona de Alta Significación para el Turismo. Desde entonces, la Oficina del Historiador de La Habana –que centraliza el proyecto de rehabilitación del Centro Histórico– impulsa la revitalización integral de calles, servicios y edificios públicos y residenciales en la zona.
Lo novedoso es el sistema de generación de recursos con los que se financia el plan, que generó ingresos por 60 millones de dólares en el 2000 y 72 en 2001. El sistema se implementa desde la Oficina del Historiador, que tiene personería jurídica para asociarse y establecer relaciones comerciales con empresas extranjeras, en el marco del desarrollo sostenible del Centro Histórico. El organismo cobra impuestos a las empresas productivas enclavadas en el área y a través de la creación de la compañía turística propia Habaguanex, explota el potencial hotelero, extrahotelero y comercial del Casco Histórico. También cuenta con una inmobiliaria, Fénix, encargada de alquilar locales para prestación de diversos servicios. Esta autonomía económica permitió dar continuidad a la financiación de la obra, aun en medio de la crisis económica.
Bajo la órbita del Plan Maestro ya fue recuperado más de un centenar de edificios, entre ellos los que conforman los entornos de las principales plazas: de la Catedral, de Armas, y la Plaza Vieja, y gran parte de las calles que las enlazan nacidas en los primeros trazados de la ciudad: Oficios, Mercaderes, Tacón y Obispo. En éstas, volvieron a tomar vida programas socioculturales de los que participa la población. La renovada ciudad también le tiende una mano a cientos de cubanos que se las ingenian para ganarse un dólar entre los turistas vendiendo todo tipo souvenirs, ofreciendo sus servicios de guía, chofer, o, sencillamente posando para la foto con atuendos realmente espectaculares.
También fueron restaurados monumentos que constituyen piezas de incalculable valor, como las fortificaciones de los Tres Reyes del Morro y de San Carlos de la Cabaña y la Plaza, Iglesia y Convento de San Francisco de Asís, y se rehabilitaron instituciones culturales y sociales. Mientras se trabaja en la restauración de los 2,15 km2 que faltan recuperar en el Centro Histórico, se comenzó a remozar el borde costero, desde la fortificación de San Salvador de la Punta, hasta la iglesia de Paula, que ha vuelto a vincularse con la Alameda, donde empieza el barrio de San Isidro –también alcanzado por el plan– y el Paseo del Prado, que lindan con la ciudad vieja. El histórico Malecón, la costanera que frentea el imponente mar Caribe y se extiende por 14 manzanas con 1500 metros de fachadas enfrentadas al litoral habanero, también comenzó a ser reconstruido.
Poco a poco, y cuando parecía destinada a desaparecer por los avatares del tiempo y la crisis, la vieja ciudad se vuelve a revelar encantadora y majestuosa. Como siempre.

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