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Sábado, 28 de enero de 2006

CON NOMBRE PROPIO

Diseño de altura

Desde La Cumbre, Córdoba, la ceramista y pintora Emma Gargiulo produce piezas utilitarias y objetos de arte para el mundo

 Por Luján Cambariere

Muchos llegan a La Cumbre, Córdoba, por los paisajes y la tranquilidad serrana. Pero por obra del destino o conjunción planetaria (muy cerca está el cerro Uritorco, supuesto polo energético), esta ciudad en el Valle de Punilla es albergue de un sinnúmero de artistas plásticos, diseñadores y artesanos. Muchos recalan un tiempo y otros la eligieron hace años para dar rienda suelta a una creatividad sin contaminantes. Quizás el caso más emblemático sea el de Emma Gargiulo. Reconocida pintora y ceramista con muchos premios y exposiciones en su haber, que se radicó en 1970 y desde entonces produce desde allí para el mundo. El año pasado expuso y vendió en París, Nueva York y Mallorca, España, donde este año fue invitada en septiembre para el aniversario de la muerte de Miró. Su local en la calle principal del pueblo es cita obligada de todo tipo de visitantes que descubren sus exquisitos utilitarios. Sobre todo, las piezas únicas que realiza con técnicas ancestrales japonesas y el virtuosismo de años de experiencia con la arcilla. Completan la apuesta del local la vajilla en azul y terracota, y las piezas en ráku de su colega Laura Daltoé, y los textiles y piezas que trae de sus viajes.

Cerámica + Arte es el nombre de su “galería y lugar de objetos creativos”, como a ella le gusta definirlo. Es que Gargiulo conjuga diseño y arte. “El planteo pictórico y compositivo de mi obra pictórica lo incorporo en la cerámica y a la inversa”, cuenta. Así ofrece una línea de utilitarios blanca y azul –cuencos, ensaladeras, platos cuadrados, set para sushi, candelabros y fuentes, entre otros– con esmalte sin plomo, lo que las hace aptas para horno y microondas. Y piezas especiales entre objetos -todo tipo de cajas mágicas, donde plumas, cañas, hierros e hilos acompañan el trabajo en cerámica, pie de lámparas y fuentes de agua– y esculturas producidas con técnicas japonesas.

Técnica zen, color local

Amante de la estética, la literatura, los ritmos, las artes marciales, la meditación zen, se fue acercando a la cultura oriental. En un principio trabajó de forma más intuitiva, empírica, y construyó su horno a leña con planos japoneses. Hasta que en 1989 el máximo maestro, nombrado “Tesoro viviente” por su saber, Tatsuzo Shimaoka, la becó por un año para aprender la técnica del noborigama, que consiste en “horneadas a leña de 17 horas de fuego continuo, donde uno pone el cuerpo y va avivando la llama”, explica. Una vigilia que hace sólo cuatro veces al año, pero para la que va preparando piezas durante meses. “Es fascinante ver cómo reacciona el esmalte en esa atmósfera natural y diferente, donde el polvo que vuela o se vaporiza forma parte de la pieza. Un ritual que en Japón realizan con varias cámaras y dura siete días”, señala. Además, Gargiulo decora con la técnica Mishima, que consiste en incrustar el diseño en la pieza fresca y no con pincel superficial, de ahí su calidad y durabilidad.

¿La arcilla como material? “Es ingrata. Un desafío diario. Si los materiales no son buenos, o la humedad, frío o calor no son los adecuados, se raja.”

¿El virtuosismo de cada pieza? “Es intrínseco al oficio y creatividad. Se da en las piezas sensibles y bien plantadas, las que no son dubitativas, ni tibias, ni temerosas. Y después, además, la técnica salta a la vista. En pintura pasa lo mismo: se sabe cuándo uno está frente a una improvisación de cuatro trazos o una construcción seria. Por otra parte, es curioso: éste es el único país en el planeta donde la cerámica es tratada como un arte menor. En el resto del mundo no hay tal distinción”, reclama.

¿Su estilo? “Tengo una sensibilidad propia que transmito a través del color. Que tal vez sea mi parte más occidental. Empleo naranjas, rojos,ocres, verdes. Todos de una vibración muy vital y directa. También blanco. Y tuve mi período de negro y gris acerado. En cuanto a la forma, me gustan las líneas puras y sobre todo el plano, tal vez por la conexión con la pintura.” Reflexionando sobre el valor de lo artesanal, es contundente: “En un tiempo tan crítico para el hombre, donde parece que hasta los seres humanos somos descartables y la gente sufre tanta soledad a pesar de estar hipercomunicados, las piezas artesanales permiten poner el afecto en algo, y a la vez, o justamente por eso, reconocer sentimientos”, aclara.

¿La Cumbre? “Me sirvió y me sirve para no enviciarme con influencias ajenas. Este aislamiento me sirve ser más auténtica. Con 34 años en el lugar, yo soy el paisaje”, remata.

* Cerámica + Arte: 25 de Mayo 216, La Cumbre, Córdoba.
3548-492005.
www.ceramicamasarte.com.ar - [email protected]

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