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Sábado, 18 de marzo de 2006

NOTA DE TAPA

Social y sustentable

Desde su Oficina Nómade, el joven diseñador argentino radicado en Brasil Christian Ullmann trabaja con comunidades de artesanos, revalorizando técnicas ancestrales y recursos naturales para el desarrollo de productos socioambientalmente responsables. Un proyecto que intenta expandir desde la Amazonia a la Patagonia.

 Por Luján Cambariere

Christian Ullmann es argentino, egresado de la carrera de diseño industrial de la UBA, donde también fue docente. En 1995 trabajaba en un estudio de diseño, pero el efecto Tequila lo dejó en la calle y entonces optó por probar suerte en el extranjero. Un workshop le permitió aterrizar en Europa y conocer a Roberto Nápoli, prócer del diseño local radicado en Milán, quien le señaló el rumbo emergente de Brasil. De esto ya hace diez años e infinidad de proyectos que combinan diseño, artesanía, técnicas ancestrales y recursos naturales, un terreno donde los brasileños llevan la delantera y en el que este argentino está haciendo su especialización. Así, desde 2001 lidera junto con Tania De Paula, diseñadora brasileña con posgrado en la Domus Academy, su socia y esposa, el proyecto Oficina Nómade, cuyo objetivo es desarrollar productos junto a comunidades o grupos artesanales de la región de la Amazonia y la Mata Atlántica (San Pablo, Río de Janeiro, Bahía) valorizando los recursos naturales disponibles y la cultura local.

Ñandutí, cipó, maderas nativas de colores extraordinarios (rosas, amarillos, violetas), todo tipo de residuos forestales, semillas, hojas, tejidos, cerámicas, al igual que distintos ritos y leyendas. Todo se traduce en nuevos productos para el mercado. Además, desde su estudio iT Projetos organizan eventos y hacen consultoría en diseño. Realizaron la curaduría y coordinación de la muestra Moda & Design del proyecto Amazonia Br 2002 Sesc Pompéia en San Pablo. En el 2004 coordinaron el Espacio Design Certificado en la Primera Feria de Productos Certificados de San Pablo. Actualmente coordinan el NIDA –Núcleo de Innovación y Design en Artesanato del Estado de San Pablo–, que los contrató para coordinar a 30 diseñadores y 20 comunidades, con quienes desarrollaron productos que en abril serán expuestos en Milán. Y el Premio Cempre + design - residuo de la ONG Compromiso Empresarial para Reciclaje que se relaciona con otra de sus inquietudes enfocada a la reutilización de residuos de consumo doméstico e industriales enmarcados en el ecodesign. Hoy que su meta pasa por ampliar estos proyectos de la Amazonia a la Patagonia, Ullmann charla con m2 desde San Pablo.

–¿Cómo llega un argentino a trabajar en estas cuestiones en Brasil?

–En mayo del ’95 el efecto Tequila me dejó en la calle con seis mil dólares en la mano y seleccionado para participar del workshop de la firma Alessi (Progetto Biológico) en la isla Santorini en Grecia. Tenía dos opciones: o asentarme o salir quemando dinero por Europa y mis 28 años me llevaron allá. Estando en Milano visité a Nápoli y le pregunté sobre el próximo país a consumir design. El me respondió que para ellos en Milán iban a ser los países asiáticos y para nosotros, en Sudamérica, Brasil. En Buenos Aires era secretario de la ADI (Asociación de Diseñadores Industriales), así que cuando en octubre de ese año fuimos invitados para participar de la Primera Semana de Design del Mercosur en Florianópolis, recordé la respuesta de Nápoli y me fui. Allí conocí una institución del gobierno que da becas para desarrollar trabajos de investigación y en marzo ya estaba trabajando en Brasilia. Conocí el Ibama –Instituto Brasileiro de Medio Ambiente y Recursos Renovables– y empecé a trabajar en proyectos de maderas. Fundamentalmente en la divulgación de maderas alternativas de la Amazonia para la fabricación de muebles. Estos proyectos me dieron la posibilidad de conocer la región y entender un poco cuánto desperdicio hacemos. Junto con otra diseñadora, Marilí Brandao, creamos el proyecto Design & Natureza que ya está en su séptima edición. Participamos del Premio Brasil Faz Design, concurso del que soy curador y coordinador de la categoría Desarrollo Sustentable. Todos estos proyectos me llevaron a desarrollar un diseño preocupado con la realidad sudamericana, rica en recursos naturales, falta de tecnología y con mucha mano de obra calificada.

–¿Qué es Oficina Nómade?

–Oficina Nómade es un proyecto de creación y desarrollo de productos de manera responsable y solidaria con las cuestiones ambientales y sociales de la realidad de Brasil y de América del Sur. Nos basamos en nuevas aplicaciones para los materiales, la reutilización y reciclaje de residuos industriales y la utilización de recursos naturales renovables y biodegradables como la madera certificada y la materia prima proveniente de un buen manejo forestal. Nuestros proyectos con comunidades proponen la valorización de los recursos naturales, así como de la cultura y de las técnicas artesanales ancestrales que puedan adaptarse a las necesidades del mercado. Realizamos conferencias, investigaciones, diagnósticos, talleres de creación, acompañamiento de producción, creación de embalajes e identidad visual. Estos productos son desarrollados utilizando una mínima complejidad tecnológica y valorizando la creatividad, las técnicas más utilizadas de cada región, las riquezas naturales y la sabiduría empírica amazónica.

–Cuando empieza a recorrer la región amazónica: ¿qué fue lo que le impactó? ¿Ya tenía en cuenta la cuestión sustentable?

–Desde la época de alumno en la Fadu me interesaba por las culturas primitivas y sus técnicas simples para resolver los quehaceres cotidianos. Pero visitando Amazonia y las comunidades de riberinhos o caboclos (personas que viven en la orilla de los ríos descendientes de la mezcla de indios con europeos) entendí que la sustentabilidad es posible. El problema son las ambiciones de los urbanos civilizados dentro de un modelo neoliberal globalizado no sustentable. A través del premio sobre maderas del Amazonia pude conocer las áreas degradadas, de reforestamiento, la selva nativa, la extracción de árboles con proceso de certificación FSC. Lo más importante es el tamaño de la Amazonia –nos la pasamos ocho días volando sobre la selva donde viven 20 millones de personas–. Lo que indigna es que antes de la llegada de los europeos, estas civilizaciones eran sustentables y autónomas y hoy sólo se destruye cada día más su hábitat.

–¿Por qué el nombre?

–Cuando llegué a San Pablo, después de vivir en Brasilia, me presentaba como diseñador “nómade”. En Brasil la palabra “oficina” tiene el significado de taller y el juego de palabras entre argentino y brasileño me gustó y define bien el trabajo que nos gusta hacer. Este proyecto se inició como la posibilidad de hacer turismo y conocer un poco más de estas poblaciones y con el tiempo se transformó en trabajo y en un proyecto con objetivos claros.

–¿Cómo se relacionan con las distintas comunidades?

–Por ahora sólo prestamos servicios. Una ONG, gobierno o empresa nos contrata y nosotros desarrollamos junto con la comunidad los productos. Algunas veces las empresas nos muestran lo que quieren y ellos nos pagan para desarrollar el producto que después compran directamente a la comunidad. Y otra posibilidad, como el trabajo actual con la ONG Amigos da Terra es que nos contratan durante un año para conocer, definir una línea de productos y después desarrollar y acompañar la producción. Por ahora no nos involucramos en la comercialización ya que es muy complicada, pero seguimos pensando cómo resolver esto y así tener nuestro showroom conproductos de las comunidades. Igualmente la mayoría de las veces terminamos haciendo consultoría de marketing gratis para que el producto de la comunidad llegue al comercio más adecuado y las cosas cierren como deben.

–¿Qué aporta cada cual en la relación?

–Ellos tienen todo para enseñarnos: sus historias, técnicas, materiales utilizados, necesidades, deseos, hospitalidad, comidas, paseos. Y nosotros intentamos digerir todo de la mejor forma posible y sugerir un plan de trabajo. Esto es discutido con la institución que nos contrata. Algunas veces conseguimos invertir los intereses de la institución porque vemos que la comunidad necesita otra cosa. Ellos nos llenan con lo humano por eso nuestro compromiso es repasar lo técnico creando un círculo de retroalimentación que nos enriquezca a todos.

–¿A qué atribuye que en la Argentina no se den tan comúnmente estos proyectos?

–La Argentina tiene muchos proyectos similares, tal vez lo que esté faltando es alguna especie de coordinación, continuidad, y sobre todo apoyo económico. En Brasil esta historia toma fuerza en el ’96, justo el año que llegué, cuando el Sebrae (Servicio Brasilero de Apoyo a las Micro y Pequeña Empresas) estaba haciendo la experiencia piloto de oficinas de design y artesanías. Pero esto había comenzado dos años atrás en Colombia. Cinco años atrás el artesanato se puso de moda en Brasil y esto dio fuerza para continuar con las inversiones de dinero público para capacitar artesanos (que en Brasil involucra a más de 20 millones de personas en forma directa e indirecta). Algo parecido podemos imaginar para la Argentina apoyándose en el turismo. Y lo mejor de esto no es sólo el retorno económico, sino la valorización de la cultura local, la autoestima de las personas y el rescate de técnicas casi olvidadas de las que el mundo está ávido. Un negocio fantástico en un mundo globalizado donde las personas buscan diferenciarse.

–¿Cuál es el rol del diseñador respecto de la sustentabilidad?

–Aquí viene una decisión anterior a ser diseñador y es que el mundo puede ser un poco mejor y el diseño es mi herramienta para hacer pequeños ajustes. Nosotros somos responsables por los productos que hacemos y corresponsables por los métodos utilizados y residuos generados por la fabricación y uso. La compartimos con fabricantes, vendedores, gobierno y consumidores. Tenemos la posibilidad de dar más trabajo a las personas o trabajar con robots, podemos pensar productos de materiales naturales renovables, no renovables y reciclados, elegimos procesos muy contaminantes o poco contaminantes para atender un mercado internacional o un mercado local. Entre todas estas posibilidades se impone crear la ecuación más adecuada y que mejor atienda las necesidades de las personas utilizando menos recursos naturales de los que el planeta tierra consiga producir y depositando menos residuos de los que la tierra tenga capacidad de absorber.

–De todo el trabajo hecho hasta hoy: ¿el redescubrimiento de qué técnicas y materiales le parece más interesante?

–Trabajar con la diversidad amazónica fue un click para mí. Saber que la selva esconde más de 4000 especies de maderas muestra la dimensión real de la naturaleza y la capacidad destructiva del hombre. Lo que busco es entender cómo las culturas primitivas hacían para resolver sus problemas y traer esto para resolver necesidades de hoy. Por eso el proyecto tiene el desafío de extender su actuación hasta la Patagonia y así descubrir cuáles son las características y similitudes de las comunidades artesanales sudamericanas. Es interesante ver cómo una misma técnica de trenzado de fibras naturales es utilizada por diferentes grupos del norte, centro y sur del Brasil y seguramente cuando lleguemos a la Patagonia vamos a encontrar alguna técnica de la Amazonia. Fibras naturales,utilitarios en cerámica, tejidos en telar, son los más difundidos. Exportar es asunto prioritario de los gobiernos de la Argentina y Brasil y culturas y técnicas locales sumados a un design contemporáneo pueden generar productos con mucho valor agregado. En eso estamos.

* Oficina Nómade: [email protected]

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1. Banco Taui, diseño de Christian Ullmann y Sergio Fahrer,
en multilaminado de MDF con lámina de Pau Ferro y
trenzado de cipó. 2. Un porta CD de pared. 3. Cubiertos para ensalada producidos por artesanos de Itacoatiara. 4. Louçeiras de Maruanum, grupo de mujeres descendientes de esclavos e indios con su cerámica. 5. Luminaria con residuo de piedras brasileñas.
 
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