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Sábado, 29 de abril de 2006

NOTA DE TAPA

Tres escenas chilenas

 Por Luján Cambariere

Algunos dicen que el vivir encerrados por la coordillera hace que no corra el aire. Que no haya mucho oxígeno. Años de dictadura sin duda hicieron lo suyo. Lo cierto es que el diseño chileno, o Santiago, según cómo se lo juzgue, es tímido o está en crecimiento. Pero a diferencia de nuestro país, se está invirtiendo mucho dinero en hacer surgir la disciplina por parte sobre todo de las universidades. Así que el tiempo dirá. En algunas de las calles más importantes de la capital, como la Alonso de Córdoba del barrio Vitacura, donde se alinean las tiendas de lujo, u otros circuitos florecientes como Bellas Artes, asoman tiendas con poco diseño propio (llaman la atención algunos productos argentinos como Tramando, Planas Viau y Ego Design, entre otros) aunque sí de exquisita artesanía y artistas textiles. M2 se entrevistó con algunos nombres destacados de la escena para tomar el pulso de lo que pasa del otro lado de los Andes.

Alonso, pico y pala

Lo primero que aclara es que es un caso atípico para el mundillo design de Santiago. Rodrigo Alonso es un joven (34) proveniente de una familia de escasos recursos, con los pies en la tierra, que llegó con esfuerzo y venciendo contratiempos (hasta el día que debía aplicar a la universidad -allá el sistema es a lo yanqui– se enfermó de tifus y no pudo elegir la carrera deseada). Estudió Diseño gráfico, su segunda opción, trabajó durante doce años en agencias de publicidad como director de arte haciendo una carrera meteórica, hasta que con el impulso de su esposa decidió lanzarse a la tridimensión.

Desde su estudio Musuc, da rienda suelta a una creatividad donde se nota su impronta gráfica en el buen packaging y las ilustraciones de algunos de sus productos de un diseño que califica como feliz. “Un laboratorio para crear objetos que enamoren a primera vista, que griten felicidad, que sean una muestra de nuestra rabiosa contemporaneidad y que puedan representar a personas o empresas en la constante búsqueda por diferenciarse. Diferenciarse en un regalo, corporativamente, al momento de decorar o bajo un requerimiento humano o popular específico, pero siempre con soluciones creativas y extrovertido”, explica Alonso en su casa-estudio-taller.

“Cada objeto Musuc grita entre los demás y genera siempre un comentario feliz, no pasando desapercibido”, agrega. Mal no le fue, porque desde que comenzó cosechó premios y vive de su profesión, algo complicado también en Chile, que no tiene tanta industria. De su cosecha son las tazas de café Sip, en cerámica gruesa para mantener más tiempo el calor y con 11 diseños distintos; las Tawu, tazas de café o té (acá las usaríamos también para mate) con patas donde descansa la cuchara y las Tawu San, hechas en material plástico resistente. El juego de salero y pimentero Ovo en resina de colores; el set de vajilla Fabulazo, ideal para chicos porque relata un cuento mediante ilustraciones de Paulina Leyton, y las copas Watt en cristal soplado.

En estos días pasó al estrellato al ganar el primer premio Objeto de Diseño de la muestra StgoDiseño ‘05 y exponer en Alemania por el Selk’Bag, un sistema de dormir que permite vestirse otorgando una máxima movilidad fuera y dentro de la carpa. Separar, mover y juntar piernas y brazos, ponerse de pie, caminar e incluso tomar elementos con las manos gracias acierres reversible, cosas imposibles con las bolsas de dormir convencionales. “Los selk’nam (como ellos mismos se autodenominaban) fueron un pueblo nómade que habitó el extremo austral de Chile, también llamado inicialmente Tierra de los Humos y finalmente Tierra del Fuego, debido a las numerosas fogatas que los indígenas encendían en las noches y que los conquistadores veían desde alta mar. Cazadores y recolectores de vegetales, se caracterizaron por su gran altura (1,80 mts. promedio), fuerza física y rudeza para adaptarse a las más hostiles condiciones climáticas”, cuenta Alonso, quien se inspiró en ellos para este nuevo producto que ya es todo un suceso y promete proyectarlo a nivel mundial. www.musuchouse.com

Errázuriz, alta sociedad

“Antes de los 40 expongo en el Moma”, dice el niño mimado del design chileno, prototipo de la clase acomodada con apellido, que allá es todo. Igual de guapo y simpático que arrogante, arranca su charla cual slogan publicitario: “Estoy feliz porque hoy me llegó un mail diciendo que soy tapa de una revista en Taiwan y mi línea Bowl será rematada en Sotheby’s, con lo que seré el tercer latino allí”. Desde su página web habla en la misma sintonía: “Es uno de los más destacados y creativos diseñadores latinoamericanos. A pesar de su corta edad (28) ha ganado numerosos concursos nacionales e internacionales. Reconocido por su mezcla de arte y diseño, su trabajo ha sido incluido en más de cuarenta exhibiciones incluyendo Tokio, París, Londres, NY junto a Tadao Ando, Karim Rashid, Tom Dixon e Ingo Maurer. Sus trabajos han sido publicados en más de 200 artículos de prensa”.

A esta presentación él agrega que a la hora de ponerse metas piensa como un argentino: “Yo soy súper argentino con mis ambiciones y las hago públicas como una forma de autoengramparme. Yo no sé si ustedes tienen tantas más capacidades que nosotros, pero se la creen. El chileno se atreve poco y en este mundo hay que creérselas”, señala. Igualmente es seductor y prolífico en ideas, no siempre con igual grado de originalidad. Estudió diseño en la Pontificia Universidad Católica de Chile, con padre doctor en arte le tocó vivir en Londres donde dice fue muy estimulado artísticamente. Hizo cursos de cine en Escocia, una pasantía de diseño en Milán en el estudio de Alessandro Mendini, cursos de arte en Washington y ahora se va a Estados Unidos a hacer un master en arte en Columbia por tres años.

“En Chile el diseño está en pañales. Ustedes están muchísimo más avanzados. Acá es una joda hacerse un espacio. Afortunadamente me ha ido bien, entonces hago desde ropa hasta iluminación pasando por ilustración e instalaciones de arte”, aclara. Muchas de ellas sucesos mediáticos como el proyecto La Vaca con el que rescató un animal del matadero para ponerlo a pastar en la azotea de un edificio céntrico de 10 pisos, y La Grúa con la que iluminó Santiago con 1200 lamparitas. Según él, ostenta más de 150 objetos, accesorios, mobiliario e indumentaria. La taza Tea for Two que se parte por la mitad y deja en el medio el plato símbolo de la unión; las sopapas plumero o asiento de bicicleta; las lámparas Abuelita de cable eléctrico tejido, la Botada y la Pato creada en base a un pato embalsamado y el set de comedor Bowl en base a un terciado estructural aglomerado, entre muchos otros. También vendió bolsas con “Nada”, que ahora piensa exportar a Estados Unidos, tiene sacos de osos de peluche, vestidos hechos con guantes quirúrgicos, corbatas portacelular, zapatillas hechas con pelotas de fútbol, una serie de sillas heridas y diseños con el motivo de la muerte. En versión romántica, lápidas para ser compartidas mediante un diseño encastrable tipo puzzle y en versión humor negro distintos utilitarios para suicidas. A la hora de definir su trabajo dice que es ciento por ciento existencialista: “No tengo una estética personal sino una búsqueda. La idea es ir encontrando objetos para romper el paradigma. En productos uso mucho el humor como recurso democrático. Así la máxima satisfacción pasa por poder conectarme con otra gente a través de mis objetos. Que otro se ría o vibre con tus cosas puede sonar a cliclé pero es muy fuerte”, aclara y vuelve a explicitar cómo es el contexto chileno para el diseño: “Acá hay una burbuja cultural muy fuerte que es distinto a la Argentina, donde el nivel cultural medio es más grande. Acá es el grupo más acomodado quien tiene acceso a la cultura y la información, pero se anima poco o no tiene una necesidad de quiebre. Y en Chile quebrar en una primera instancia es mal visto o castigado”, cosa que él asegura haber sufrido y uno duda en creerle.

www.meetsebastian.com

Pato Pozo, el gráfico

Es uno de los gráficos chilenos más reconocidos entre sus pares, aunque él se encarga de aclarar que la buena del estudio es su esposa, la diseñadora Nevenka Marcic. Un tipo cálido, que estudió en Parsons y vivió en varios países por tener un papá diplomático. Hoy está abocado al diseño editorial y corporativo. Imagen para empresas y packaging, marcas importantes con lo que el define como un estilo “chic y elegante” como el de los hoteles Explora, pero supo ser director de arte de The Clinic, sátira política que dio mucho que hablar, sobre todo en una sociedad tan cerrada como la chilena. “Allí me divertí mucho. Empezamos la tarea allá por el ‘98 por puro placer de decir lo que otros callaban, usando como recurso gráfico el pirateo máximo, más brutal. Apelando a una tipografía muy formal usábamos fotos que nada tenían que ver con texto. Fue una linda aventura editorial que me hizo vivir cosas emocionantes, como que un kiosquero empapelara todo su puesto con nuestra edición”, cuenta.

¿Su manifesto? “Usar el mínimo recurso para reducir la pieza a su esencia. Hay una frase del minimalismo que me resulta muy bonita: ‘La simplicidad de la forma no conlleva la simplicidad de la experiencia’”, señala Pozo. Y continúa: “Yo estoy un poco horrorizado con el diseño. Cuando empecé era un campo oscuro, extraño, donde tenías que explicitar todo lo que hacías y justificar que alguien te pagaba por hacer esto. Hoy el diseñador es un tipo muy importante, está de moda, pero hay menos peligro y menos encanto. Menos libertad para experimentar y eso es un riesgo”, aclara.

¿Tiene identidad el diseño chileno? “Para eso tiene que haber mucho y muy bueno, cosa no sucede. Ojalá se logre”, remata ([email protected]) n

* Agradecemos especialmente a Laura Novik y Alex Blanch la realización de esta nota.

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Entre gráficas, Pato Pozo con una de sus creaciones, el irreverente periódico The Critic.
 
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