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Jueves, 12 de febrero de 2004

ANDRES CALAMARO HABLA DE “EL CANTANTE”

El pez que canta

Lejos en Madrid (o en otro lugar de España), AC respondió y dio sus razones para hacer un disco de versiones, después de tantas nuevas canciones compuestas en los últimos cinco años. Desde el próximo lunes, cuando aparezca el disco, será tiempo de comprobar el resultado de este giro inesperado.

 Por Javier Aguirre

“Creo que El Cantante es un género en sí mismo, una clase de disco que, más tarde o más temprano, todos los cantantes vamos a grabar.” Así explicó Andrés Calamaro al No cómo fue que el esperado sucesor de El Salmón es un disco de versiones, con únicamente tres composiciones originales. Por si hace falta justificar lo de “únicamente”, dígase que entre 2000 y 2004 el método de composición y grabación de AC violentó los alcances de la palabra prolífico, al menos en cuanto a escribir canciones. Y aunque sin ediciones discográficas desde su álbum quíntuple –al que había antecedido uno doble, el ya lejano Honestidad brutal–, Calamaro se valió del MP3 y varios sitios no oficiales (deepcamboya, camisetasparatodos, calamarometropoli) para crear una línea directa de difusión, de su portaestudio a tu PC. “Las composiciones y grabaciones anteriores a este disco son infinitas –recuenta el cantante–, muchas canciones y experimentos, que llegaron, a mi gusto, bastante lejos (o alto). Textos importantes, progresos instrumentales y generación espontánea. Los años dedicados a la música no se pueden borrar. Y como me gusta el sonido de todas las grabaciones, no le encuentro mucho sentido a grabar de nuevo esas canciones, pero también me parecía justo adaptar algunas a este sonido, el de esta grabación, con músicos amigos y tan buenos. Así que elegí lo que me parecía mejor.” La elección apuntó a tres canciones inéditas, pero ya bastante conocidas entre los gourmets del MP3: “Estadio Azteca” (ver tapa), “Las oportunidades” y “La libertad”. En cuanto a su pasión por las versiones, la estadística recuerda que no es nueva: ya había más de veinte en El Salmón, entre tango, folclore y clásicos rockeros. Escribe Andrés, e-mail mediante: “Es sencillo elegir entre tantas canciones buenas como hay en el repertorio argentino, lo mismo que entre los boleros y otros géneros. No soy académico, ni mucho menos, pero me gusta redescubrir canciones al interpretarlas. Las versiones están llenas de música y de pretextos para existir, son un repertorio, y un repertorio necesita de un cantante. Además, me sentí compartiendo los tracks con los gigantes que escribieron o interpretaron estas canciones alguna vez, como Juanjo Domínguez, Goyeneche, Gardel, Yupanqui o Héctor Lavoe. Me pareció importante... y un buen disco. Es para ustedes. Mi abrazo a los argentinos, con especial afecto a los que están privados de su libertad y/o sufren”.

Tres actos

Tres encuentros, tres actos, ¿una misma obra? ¿Trágica o cómica? Hace dos años tocó fondo: Soledad, caos y drogas. Hace uno, recuperó a su chica. Ahora, regresa a la luz con “El Cantante”, un puñado de canciones de las de siempre. Rolling Stone lo acompañó desde su viaje en el infierno.
“UNO. Hace de esto dos años: invierno de 2002. Un local de ensayo en Madrid. Las persianas están bajadas y las ventanas precintadas, así que da igual qué hora sea. Sobre la moqueta, latas de Pepsi vacías, tobas de porro, un teclado, un micro Shure 58 y un cuatro pistas. Centenares de casetes desparramados por el suelo. Un pollo de plástico colgando del techo (una bombilla lo proyecta en la pared). Una bolsa de plástico del tamaño de un puño. Y un hombre que ha decidido encerrarse a vivir aquí. Compone canciones desenfrenadamente, y las graba. Si tiene sueño, duerme. Y luego sigue. Prefiere cantidad a calidad. Andrés Calamaro. Rock ‘n’ roll Van Gogh.
‘No dormir es libertad. He decidido no apagar los aparatos del estudio. Se estropean. Como las personas. ¿Cómo está uno cuando se levanta? Jodido. Después está ese invento egipcio que es el tiempo, que es virtual y sirve para contar lo que uno lleva vivido. O lo que a uno le queda. La cocaína es otro remedio. La coca, ¿es la que uno toma o la que queda? También queda la soledad, que sirve para dársela a la música’.”

Así comienza la nota firmada por el periodista Bruno Galindo (amigo de este suplemento), publicada en el último número de la revista Rolling Stone edición española bajo el título “3 veces Calamaro”. Una de las fotos que ilustra la nota, muestra a un Calamaro versión bigote con un cartel en su mano. “Vuelvo en unos minutos”, reza el mensaje que muestra para la cámara.

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