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Jueves, 4 de marzo de 2004

CONOCE A LAS NUEVAS PROMESAS DEL ROCK ANGLOSAJON VERSION 04

Acá estamos

Tras la efervescencia del malón diabólico del retro rock –de los White Stripes a The Darkness–, el rock angloparlante se recicla y da a luz a nuevos protagonistas que amenazan con hacerle temblar el piso a sus antecesores. Prestá atención: estos son los nombres (y sonidos) a seguir de cerca. Después no digas que no te avisamos...

The Jets
Piden pista

Ahora que The Darkness inventó el nuevo tentempié para rockeros bulímicos de nostalgia setentera, con forma de arrollado de glam y hard primitivo, se abrió en todo el mundo la temporada de caza de un nuevo híbrido. Se requiere que junte el humor bacanal y tribunero de AC/DC con la bitácora de un punk genérico y trasnochado modelo 79/80, más una cantidad importante de libido joven. Y entonces las miradas se dirigen hacia Melbourne, desde donde despegan los Jet. Su disco debut Get Born (que se publica este mes en la Argentina) puede escucharse salpicado, como corresponde a una banda en cuyo discurso los comienzos y finales no parecen tener gran importancia. El fuerte de los australianos no son las obras conceptuales ni las sutilezas sino, más bien, el riff absoluto, la guitarra que sostiene, amamanta y se erige en leitmotiv de todo el universo sonoro de la banda. Las palabras atragantadas salen para redimir alguna injusticia primal y adolescente, con el sexo como tema principal. Con la tensión, con la impaciencia, con la testosterona a punto de Vesubio que se la tiene jurada a Pompeya, Jet alimenta esa sed de venganza que atesora todo rockero que se precie, como la que mueve a Jack Black en la película Escuela de Rock. Es que esta banda nació destinada para aquellos que están en el rock.

The Von Bondies
Neo-minimalismo

A la manera de un gran circo ambulante, el rock pone de moda a una ciudad y más tarde a otra. Claro, ayuda que el lugar en cuestión tenga ya una tradición rockera a sus espaldas para hacer base. Y Detroit, bautizada como la ciudad de los motores por sus fábricas de automóviles, tiene el necesario caldo de cultivo para que salgan de sus entrañas los riffs más malditos. La tradición rockera de la Motor City –también crucial para el tecno y el soul– se enorgullece en haber visto nacer al proto-punk de Iggy Pop y sus Stooges, el ácido revolucionario de MC5, la demencia eléctrica de Ted Nugent y el aura granguiñolesca de Alice Cooper. Y en los últimos años bendijo el regreso al útero inspiracional del Delta del Mississippi que encarna el rock primal de White Stripes. Pero quizás hacía falta un exponente más radical e impaciente. “C’mon, c’mon, c’mon”, destila ansiedad un tema del cuarteto Von Bondies, como quien hace fondo blanco. Minuto y medio, dos. Sudor y electricidad, colores primarios del álbum Pawn Shoppe Heart. Canciones, entonces, que llevan el corazón a empeñar o lo compran en oferta. Los Von Bondies existen en un solipsismo de punk eléctrico, y a otra cosa. Se los toma en sus propios términos o mejor pasar de largo.

The Zutons
¿Fab Five?

Dos años atrás, Liverpool se sacudió esa modorra musical que la acomete entre partos de grupos geniales como los Beatles, Teardrop Explodes o Echo & The Bunnymen para anunciar al mundo la llegada de The Coral. Y entonces más de uno habrá imaginado que llegaba una larga cuarentena para la ciudad. Pero no. Piensen en armonías vocales prístinas, melodías irresistibles, en That Boy (de ya saben quiénes) hecho a tres voces. O en la solemne voz nasal de Ian McCulloch en The Killing Moon. Ecos de todo eso rebotan en las canciones de The Zutons y, así y todo, se las arreglan para no sonar parecido a ninguno de sus ilustres conciudadanos. Al quinteto nacido en el 2002 le han bastado tres singles y un par de giras por el Reino Unido para desatar un río de babas entre los periodistas ingleses. Los argumentos, claro, son un sonido original y una notable habilidad para acuñar el mayor número de canciones perdurables durante el menor lapso posible de tiempo. Además de esas características, The Zutons tienen actitud. Una chica de 20 años que toca el saxo (Abi Harding) y unos muchachos de torsos desnudos, ojos cándidos y guitarras con las correas muy largas, para que queden bien bajas al tocar. Pero eso llega después: primero sobresale la melancolía irreprimible de David McCabe para entrarle a la balada Haunts me (Me atormenta): “Pasó hace mucho tiempo/ pero todavía me atormenta/ ya se sabe: las cosas buenas hay que pagarlas; las malas vienen gratis/ he pasado ya varios años en este camino solitario/ pero la sensación permanece conmigo, como una mancha...”. El álbum Who Killed The Zutons todavía no tiene siquiera fecha estimada de salida, pero en el Reino Unido todos hablan de él. ¿Será la típica ansiedad inglesa por encontrar al “mejor grupo desde los Beatles”? Tal vez. Pero las canciones no mienten. “Siempre quisimos ser como Sly and the Family Stone, o los Talking Heads o Devo. O sea, mezclar distintos estilos en un todo y desde todos los ángulos posibles. Siento que por fin lo hemos conseguido...”, se enorgullece McCabe. Y todo el Reino Unido está de acuerdo.

Funeral for a Friend
Riffs y erecciones

Uno de los principales pasatiempos del País de Gales es fabricar estimulantes grupos para insuflar nueva vida al rock británico en los momentos que más lo necesita. Repaso: la magia psicodélica de Gorky’s Zygotic Mynci, la gracia caprichosa de Cerys Matthews y Catatonia, y el camaleónico arte de los Super Furry Animals son sólo tres ejemplos del renacimiento del rock galés en los últimos diez años. Como varios de sus compatriotas de patria chica, Funeral for a Friend tiene un costado enigmático. En las fotos de prensa aparecen como chicos malos, con bates de béisbol y una actitud de haber sido destetados antes de tiempo. Unagira europea como teloneros de Iron Maiden puede haber contribuido a alimentar una sensación de paranoia en el seno de la banda, pero lo cierto es que la actitud de Funeral for a Friend es de dientes apretados. Si jugaran al fútbol, serían un equipo chico que ganó varios partidos al hilo a fuerza de presionar en toda la cancha y de no desconcentrarse ni un minuto. Y les dio resultado: la pura adrenalina metal-punk de su show, bien traducida al álbum debut Casually Dressed and Deep in Conversation los proveyó del sitio de honor en la gira NME Awards 2004, que organiza el semanario New Musical Express. “Si te vas de nuestros conciertos con una erección, quiere decir que la pasaste bien”, se ufana el bajista Gareth Davies. Y al escuchar los riffs persistentes y los lamentos guturales de She Drove me to Daytime Television (Ella me redujo a ver televisión diurna) cuesta no creerle.

Franz Ferdinand
Dardos de placer

El 28 de junio de 1914, el archiduque Franz Ferdinand, heredero al trono austro-húngaro, era asesinado en Sarajevo por un nacionalista serbio perteneciente a la organización Narodna Obrana (Mano Negra), hecho que desencadenó la Primera Guerra Mundial. Noventa años más tarde, el nombre del archiduque ha regresado para bautizar a un grupo escocés que de inmediato dejó de ser un secreto a voces en su Glasgow natal para tomar por asalto el Reino Unido con sus singles Darts of Pleasure y Take me Out. Podría decirse que Franz Ferdinand comenzó con un golpe de suerte pero, en realidad, fueron varios golpes. En un pub de Glasgow se agarraron a piñas el guitarrista y cantante Alex Kapranos, y el guitarrista, tecladista y cantante Nick McCarthy. Cuentan testigos nada confiables que Nick trató de hacerse de una botella de vodka, propiedad de Alex. Resultados: un labio sangrante, un diente roto y una amistad musical que gestó a Franz Ferdinand. Si bien el nacimiento del grupo no fue idílico, su ascenso a la fama tiene algo de cuento de hadas: los fichó el influyente sello independiente Domino y, hacia fines del 2003, el cuarteto ya se había colado entre lo más granado del pop británico con Darts of Pleasure (Dardos de placer). El título es curiosamente apropiado para una banda que conoce el secreto del pop subversivo que practicaba el primer XTC: los estribillos pegadizos te dan el dulce para después pervertirte con insólitas vueltas de ritmos, estructuras que doblan caprichosos pasillos melódicos y letras que se bifurcan en varios senderos de interpretación. Franz Ferdinand prefiere finales abiertos como el de Take me Out, el single que sedujo a toda una nación. El tema sale de las gateras como para llevarse el derby del pop británico de punta a punta, pero al minuto y pico se va ralentando. Lejos de perder vapor, su bizarro giro le da un atractivo casi prohibido. “Es como cuando te subís a una montaña rusa y sentís esa sensación peculiar, como que el estómago se te sale por la boca”, asegura Alex. “Es una canción acerca de las tensiones entre dos personas, una tensión de naturaleza sexual. Esa situación en la que dos personas están enamoradas, pero ninguna quiere admitirlo...” La pasión según Franz Ferdinand se va contagiando de a poco y quien se expone a ella termina como la ranita de la fábula, que no se da cuenta del calor del agua en ebullición hasta que ya está cocinada.

Los tapados

Distillers El fantasma del punk demente de Detroit se cobró otra víctima. Si se le suman iluminadas estrofas de desesperación urbana, el resultado es otro de los referentes del anglo rock 2004.

Cursive Con el suceso indie de The Bright Eyes y The Faint, muchos consideran a la ciudad estadounidense de Omaha como la Seattle del Tercer Milenio. Cursive continúa la tradición de rock abigarrado y denso con toques psicodélicos de sus conciudadanos.

Azure Ray Voces ensoñadas y climas musicales introspectivos, típicos del dream pop de los años 80, está presente en este dúo femenino de Athens, patria chica de R.E.M.

Electrelane Vienen de Brighton, Inglaterra; son chicas y mantienen la impronta experimental pos-rock de antiguos compañeros de sello, como Laika y Pram.

Mice Parade Otros abanderados del pos-rock, en este caso neoyorquino y matizado con electrónica. Capas de samplers y sobregrabaciones, y un intrincado tratamiento de la percusión que sugiere un interés por los ritmos de Brasil y del Caribe.

Regina Spektor ¿El acento operístico-naïf de Kate Bush, la osada autoridad de Joni Mitchell, el toque excéntrico de Tori Amos? Todas y ninguna. Esta princesa rusa trasplantada a Nueva York resulta extraña y familiar al mismo tiempo. Un bizarro encanto.

The Experimental Pop Band El eterno retorno del sensible cantautor inglés. Davey Woodward y su banda cierran la brecha entre dos comentaristas sociales como Ray Davies y Damon Albarn con la gracia de su pop inteligente.

Califone Si existe la categoría folk de vanguardia, a Califone le queda bien. Una fusión de folk, blues, jazz y rock experimental colorea la paleta sonora del grupo de Chicago.

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