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Jueves, 29 de abril de 2004

SEBASTIAN ABLIN, DE RIVER AL CHOQUE URBANO

En la dimensión desconocida

 Por Javier Aguirre

Es 1991, juegan River y Boca por un torneo de verano en Mar del Plata. En Boca brilla la incipiente pareja Batistuta-Latorre contra aquel River de Passarella y Gallego, en el que aparecía por primera vez el actual DT millonario Leonardo Astrada. Un elegante mediocampista de Boca, José Luis Villarreal, intenta una gambeta larga, pero lo revolean por el aire. El árbitro le saca tarjeta amarilla al infractor, un pibe llamado Sebastián Ablín. Trece años después y ya lejos de las canchas, Sebastián es integrante de la banda de percusión El Choque Urbano. “No tenía la fortaleza anímica para soportar el ambiente de la cancha y del vestuario”, recuerda Ablín, co-protagonista del exitoso ciclo del Choque en el Complejo La Plaza. “Se me hacía tedioso entrenar, no tenía libertad, y encima yo era un bicho raro en las concentraciones. Una vez conté que hacía terapia y enseguida todos andaban diciendo: ‘¿Viste? Parece que el Ruso está loco’.” La historia deportiva de Ablín fue breve. Jugó cinco partidos en River, se lesionó, y después de unos intentos por volver al fútbol en Alemania e Israel, terminó su carrera en Defensa y Justicia (“la B es muy flashera, estás al lado del alambrado y todos te putean”, recuerda). De la pelota pasó rápido a la batería y a la percusión, en varias bandas de rock –entre ellas, Arbolito–, pero con otro paso, también breve y también poco común: fue durante seis meses baterista del entonces popular grupo cumbiero Los Chacales (los de aquel hit que decía “vete de aquí, vete de mi ladoo-oo...”).
Hasta que en el 2002 surgió la que hoy es su banda principal, El Choque Urbano, el proyecto que comparte con sus dos hermanos, y que en muy poco tiempo lo llevó a tocar, por ejemplo, en la entrega de los Premios Gardel, y a recibir el “padrinazgo” de León Gieco. Los días de fútbol ya están lejos, aunque las espinas todavía pinchan: “Una vez, en un entrenamiento de River, yo me estaba matando, no paraba de correr... En eso aparece Hernán Díaz, que jugaba en mi mismo puesto y habrá tenido miedo de que le quitara el lugar, me pegó un codazo que me dejó sin aire. Y me dijo: ‘Pará de correr, pendejo’. Si fuera hoy, en la jugada siguiente, voy y lo parto. Pero en ese momento me quedé helado. Tenía 18 años y estaba entrenando por primera vez con las estrellas de Primera”. ¿Algún ex compañero en el fútbol está al tanto de su recorrido musical posterior? “Los jugadores, por ejemplo el Muñeco Gallardo, registran que toqué la bizarreada de la cumbia. Pero para ellos El Choque es como la dimensión desconocida.”

El Choque Urbano presenta su espectáculo “Fabricando sonidos II” en el Paseo La Plaza todos los viernes y sábados a la medianoche, y los domingos a las 19

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