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Jueves, 3 de marzo de 2005

CóMO SON LAS BANDAS DE MUSICA Y FIERROS

Rock ronco

Sus canciones hablan sobre chicas, la cerveza, la fiesta, las motos. Tal vez por azar, Pappo fue uno de los máximos exponentes locales del sonido tuerca, que afuera lideraban Motörhead, AC/DC y Judas Priest.

POR YUMBER VERA ROJAS

Y es el runrún de la adrenalina el que se escucha en el tránsito de la ruta sobre las dos ruedas. No queda más que eso. En realidad, la aceleración o el crujir del motor se convirtieron en una banda de sonido que los yeites reprodujeron a partir del florecimiento de la semilla de maldad a finales de los ‘60. Desde el salvaje Born to Be Wild de Steppenwolf, atravesando por el L.A. Woman de los Doors y el Highway to Hell de AC/DC y hasta llegar al (We Are) The Road Crew de Motörhead, el pavimento, el desenfreno, la birra, las chicas y las motos encontraron en el rock duro la polaroid de su manufactura. Juglares de la desobediencia, ese rock motoquero también tiene sucursal en la Argentina. Y, claro, Pappo la comandó al frente de su Harley Davidson.
Pappo alineó brevemente con Motörhead antes de que éstos alcanzaran la popularidad. Hoy es una de las bandas insignias del rock motoquero, movimiento que se iba a encontrar en Luján este fin de semana para rockear. Tal vez hacia allí iba Pappo. También para los de Rockmotor, Motörhead es una de sus influencias. “Lo conocimos a Lemmy cuando estuvo acá. Tratamos de no abusar de su buena onda. Con que pudiéramos compartir una cerveza con él nos bastaba. Motörhead, AC/DC y Judas Priest también nos motivaron a involucrarnos en esto”, asegura Alex, bajista del quinteto, también motoquero. “No es difícil relacionar el rock con las motos. La música de los motoqueros no necesariamente está ajustada al rock duro o el heavy, también hay cabida para el country y el blues. La banda nació de los encuentros de motoqueros, donde la música trascendió sobre todo. Somos motoqueros que explotamos nuestra veta musical. Conocemos los códigos, y hablamos de nuestras vivencias en las canciones”, reseña Alex, cuya banda, que data de 1994, tiene un disco en la calle.
Sin embargo, no se trata de una cultura recién llegada a la Argentina. El periodista Alfredo Rosso advierte: “Todo ese fenómeno de motos y rock se ve desde 1970 o 1971 en los conciertos de La Pesada o en los del primer disco de Pappo’s Blues. En ese sentido, la película Easy Rider también fue muy influyente, pues se convirtió en un éxito acá. Que Pappo se transformara en abanderado de todo esto fue medio casual porque era un blusero de ley. Era un músico que se compartía entre el blues y los fierros”. Christian es el baterista de Lithium, uno de los nuevos grupos del circuito. “Pappo fue un humilde con grandeza. Justo me perdí la época de Riff, aunque los pude ver en vivo.” Para entrar en esto del rock de choperas no es necesario tener una para poder pertenecer al circuito. “No tenemos motos, preferimos una combi. Con ella nos movilizamos a los encuentros de grupos de motoqueros como Los Lobos o Motoratones.” Esta banda, con seis años de creación y con dos dentro de este contexto, está influida por el glam metal de los ‘80, por grupos como Mötley Crüe.
Bandas como Lovorne –liderada por Luciano Napolitano, hijo de Pappo–, Cosh, Vía Varela, Devenir –donde hasta hace poco estuvo Ian Mario como vocalista, y quien ahora se apresta a lanzar su nuevo proyecto–, 1114 y Mad también participan dentro de este circuito de rock motoquero. Julián es el bajista de Mad, uno de los grupos con mayor fogueo dentro de esta escena, que con casi diez años de trayectoria está por lanzar su tercer larga duración (el segundo salió bajo el sello 4K Records, de Mario Pergolini). Su importancia no sólo radica en ser uno de los favoritos de los motoencuentros sino por haber alternado con grossos del metal mundial como Iron Maiden. “Tocamos con grupos de blues y thrash. Nos es indiferente. Nuestra propuesta se basa en ese rock australiano. Y es que comenzamos haciendo covers de AC/DC. Esa música agita, la gente que iba a esos encuentros tomaba autos abandonados y les prendían fuego. Era una sensación inexplicable. Eso es descargar con adrenalina.”
Además de los bares adoptados por los motoqueros –un precedente fue La Rosa, lo que es hoy El Roxy, que funcionó por iniciativa de Ian Mario–como The Road (Capital) o la City (Gran Buenos Aires), Julián hace énfasis en los motoencuentros. “Se trata de un cable a tierra. De todos por los que he podido pasar, y que me dejó gratos recuerdos, hubo uno en Concordia. Pusimos las carpas, asado, laguna y paseo en moto. Hay feria de artesanías. Muchos incluso son tipos que andan en traje y corbata durante la semana, que esperan el finde para tener un poco de libertad. Cuando ponés una Harley y ronca, es un sonido único. Los pibes se copan con nosotros porque nuestra música es espontánea. Vienen a vernos agrupaciones como Hell’s Angels o los Jinetes del Asfalto.” Sus canciones hablan sobre chicas, la cerveza, la joda y las motos. “Pappo fue uno de los máximos exponentes de toda esta movida, era un tipo con una trayectoria impresionante, que incluso apoyó los encuentros Fierrock. En este último tiempo habíamos pegado onda con él.”

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