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Jueves, 10 de marzo de 2005

LAS LETRAS DEL ROCK SOBRE LAS AULAS

Control versus Machete

 Por Javier Aguirre

Si bien la educación es un valor que ni siquiera el rock parece animarse a criticar, la escuela –acaso merced a su componente represivo– no es una institución que aparezca mirada con demasiado cariño en las canciones rockeras. En general, cuando los artistas hablan del colegio lo hacen en función de crítica, o de ajuste de cuentas, con The Wall de Pink Floyd como referente más explícito, pero con otros ejemplos y matices. El cachetazo puede apuntar a la concepción de los programas educativos (“en la escuela nos enseñan a memorizar fechas de batallas, pero qué poco nos enseñan de amor”, reflexionaban, románticos, Los Fabulosos Cadillacs en Mal bicho). También a la estrechez de pensamiento de los docentes (“... y tuve muchos maestros de que aprender, sólo conocían su ciencia y el deber, nadie se animó a decir una verdad”, advertía el juvenil Charly García de Sui Generis en Aprendizaje).
O bien dirigir la crítica a cuestiones generacionales o, casi, “de onda” (“yo solía enloquecerme en la escuela, los maestros que me enseñaban no eran cool...”, protestaban los Beatles en Gettin’ Better). Otro modo de criticar a la escuela desde el rock, aunque sin atender lo que pasa aulas adentro, es acusarla de constituir un engranaje para el sometimiento de los ideales, las rebeldías y las libertades al imperial paradigma de la madurez y la cultura del trabajo. Como hicieron, sabios, Los Auténticos Decadentes en La guitarra (“Yo no quiero trabajar, no quiero ir a estudiar, no me quiero casar”) o Juana la Loca en Vida modelo (“Después del colegio, trabajar, volverte viejo, son los eslabones que la vida te propone”).
Hay, también, referencias no necesariamente ingratas a escenas de la vida escolar. Hay una bomba en el colegio, de Attaque 77, cuenta un encuentro sexual entre dos alumnos que transcurre durante el desalojo de una escuela por una amenaza de explosivos: “Hay una bomba en el colegio, pronto todos a correr, el cuadro de Sarmiento tirado en el suelo, y tu pollera también. No insistas con el baño, debajo del pupitre es mucho mejor...”. Por su parte, y sin ser The Wall argentino, El estudiante de Los Twist, es sin dudas en el rock local la canción más abarcativa sobre la experiencia escolar, que acaso podría haberse llamado El traga. En ella, desde la ironía, Pipo Cipolatti describía al “estudiante ideal”, rico en cualidades valoradas por docentes y adultos en general, pero motivador de dudosas simpatías entre sus compañeros (“Es cortés y muy galante, moderado al criticar, nunca se copia de nadie ni a nadie deja copiar. Sus amigos lo idolatran, lo quieren embalsamar, para hacer un monumento al estudiante ideal”).
Fuera de estos ejemplos, las alusiones a la experiencia colegial en el rock son diversas; desde el cuelgue durante la clase de Geografía que parece ser la tapa del disco de Babasónicos Miami (donde el mapa de la Argentina aparece “acostado”, con la provincia de Misiones convertida en la península de Florida y Posadas, en la ciudad de Miami), hasta nombres de artistas (Mad Professor), clubes rockeros (Die Schule, del otrora empresario poderoso del rock, Omar Chabán), canciones (Rock’n’Roll High School de Ramones) y discos (HiStory de Michael Jackson, y su juego de palabras, inherente a toda clase de Historia, entre “history” y “his story”, o sea “historia” y “su historia”). Aunque una de las referencias más curiosas proviene de Ratones Paranoicos y su Rock de las venas, en la que la escuela no se vive ya en primera persona sino como una de las obligaciones económicas que debe afrontar un padre con hijos en edad escolar (“No sé si es la cuenta del gas o la cooperadora”).

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