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Jueves, 21 de abril de 2005

ENTREVISTA CON ISILD LE BESCO, DIRECTORA DE “DEMI TARIF”

Tres hermanos y una mirada

 Por Eugenia Guevara

Isild Le Besco nació hace 22 años en París. A los 13 empezó a actuar en cine y, cuando tenía 16, escribió el guión de Demi Tarif, la película que presentó en el 7º Bafici. Una película filmada en DV, de poco más de una hora, sobre tres chicos, hermanos de madre con padres diferentes, que se han quedado solos en un departamento. La película de Isild es fuerte, sobre todo porque esos chicos, solos y abandonados, parecen felices. La cámara, empuñada por el hermano mayor de Isild, Jowan Le Besco, se mueve con naturalidad a la altura de los tres chicos de 7, 8 y 9 años. El mundo de los adultos está fuera; sólo parece importar que ellos crean para sí mismos jugando, mientras sobreviven al hambre y al frío, en una ciudad que no parece notarlos. “Estuve muy cerca de ellos. Para todos, el rodaje fue una experiencia muy importante”, cuenta Isild Le Besco al No.
Tanto en París como en Buenos Aires, o cualquier ciudad del mundo, hacer una primera película, más si se trata de un proyecto absolutamente personal como éste, no es nada fácil. Isild escribió el guión y lo dejó madurar mientras actuaba en películas de Benoît Jacquot (Sade, Adolphe, A tout de suite), entre otros directores, lo que le permitió, según sus propias palabras, “afirmar su punto de vista, para después volver a él”. La actriz produjo Demi Tarif hasta que terminó el rodaje y después, como suele suceder, aparecieron co-productores para la posproducción. El año pasado se estrenó en París, donde fue bien recibida por el público y la prensa. Isild estuvo en Buenos Aires para presentarla en el Cine América. Después de la función, la gente charló con ella. “El público vio la película de una manera especial. Son espectadores muy abiertos. Preguntaron mucho por la técnica y el trabajo con los actores”, cuenta.
El rodaje de Demi Tarif (el varón del trío también es hermano de Isild, aunque de padre diferente) se hizo en 12 días. Sobre el trabajo con los chicos, que en la película parecen estar como en casa, cuenta: “Durante esos días vivieron de la misma forma en que lo hacían en la ficción. Sin ver a sus padres, muy próximos a la historia”.
En Demi Tarif la cámara sale a la calle y filma –”sin autorización, que no es nada grave”, dice– en el metro, se mete entre la gente que sigue su rutina diaria mientras los tres chicos corretean entre ellos. Resulta inevitable la comparación de tanta naturalidad con la de la nouvelle vague, la de aquellos jóvenes que en los ‘60 se enfrentaron a un cine acartonado (que se parece a cierta tendencia del cine francés actual también) y salieron a filmar en las calles de París. Surge, además, el lugar común de asociar “películas de niños solitarios” con Los 400 golpes de Truffaut. Pero cuando se le pregunta por la nouvelle vague, Isild sólo rescata un nombre: Godard. Y hablando de influencias aparecen dos autores más: Antonioni y Bergman.
Isild no conoce en Francia a cineastas de su edad, pero sí de su generación. Cuando se profundiza en la relación de afinidad de su cine y sus intereses con el de sus contemporáneos, es tajante: “La gente que tiene algo de común conmigo y mis films son dos viejos como Jean-Luc Godard y Chris Marker. Ellos encontraron hace mucho tiempo la forma y la necesidad de hacer películas, como yo ahora”.

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