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Jueves, 7 de julio de 2005

DESCUBRIMIENTO: ¿QUIEN ES FEDERICO AUBELE? ¿QUE QUIERE SER DE GRANDE?

Sweet Home Buenos Aires

Mientras el país se derrumbaba, Aubele envió sus mezclas de reggae, dub y sonidos latinos a los Thievery Corporation. Así concibió un disco en Buenos Aires, lo pulió en Berlín, lo grabó en Washington y se editó en varios países. Recién ahora –por pedido del músico que vive en Barcelona– Gran Hotel Buenos Aires se puede escuchar en la Argentina. La próxima vez que ingrese a un estudio será producido por Kid Loco, ese personaje que vive en París y tiene tanta música en la cabeza que un día le va a explotar.

 Por Roque Casciero


El panorama aparecía complicado para Federico Aubele. A Vincent Vega, su banda de los últimos cinco años, se le “había acabado la química” antes de publicar su segundo álbum indie, y el guitarrista sobrevivía con lo que ganaba como DJ residente en La Cigale, mientras armaba las canciones de su proyecto solista. El año era 2001, así que no hace falta explicar demasiado cómo era el ambiente en el que Aubele grababa sus demos, en los que el dub servía de base para las excursiones melódicas de su guitarra acústica y las voces de varias cantantes amigas. Sin embargo, pese al entorno, las canciones viajaron hasta varios sellos de todo el mundo y la suerte del músico dio un vuelco dramático: “Pensaba que a las compañías argentinas no iban a interesarles demasiado las canciones que yo hacía”, recuerda Aubele a través del teléfono, desde su casa en Barcelona.

“Encima, el país estaba en llamas y la industria discográfica en la Argentina era casi virtual, no existía. La opción era tratar de conseguir algo por otro lado, por eso mandé mis demos a varios sellos europeos y estadounidenses que me gustaban mucho. Recibí algunas respuestas positivas, pero los que estaban más interesados eran los de ESL Music, o sea los Thievery Corporation.” La dupla conformada por Rob Garza y Eric Hilton, banda importante en el ambiente de la electrónica down tempo, le pidió más material al músico argentino. Y él lo mandó, claro: “Fueron unos cuatro o cinco meses de idas y venidas de CDs, mientras me iba a vivir a Berlín, hasta que finalmente me dijeron que les interesaba producir el disco, grabarlo en Washington y sacarlo por su sello. Y, la verdad, el alcance que tuvo todo esto fue bastante loco”. En síntesis: además de producirle el disco Gran Hotel Buenos Aires, los Thievery le ofrecieron ser bajista en una gira por Estados Unidos, que incluyó una presentación en el Coachella Festival. Sin embargo, Garza y Hilton no estarán tras la consola para el segundo álbum de Aubele. No es para ponerse a llorar: esta vez, el argentino trabajará con Kid Loco.

–¿Los Thievery Corporation son tus padrinos artísticos?

–Y, sí. De hecho lo han sido durante todo este tiempo. Son muy afables, súper copados. Rob es más fiestero y simpático, y Eric es buena onda, pero más tranquilo, no sale mucho de noche. Y me apoyaron mucho, porque el proceso de grabación de Gran Hotel Buenos Aires fue mucho más largo de lo que esperábamos. Pensábamos que con uno o dos viajes a Washington lo teníamos, y terminé yendo nueve veces en el término de catorce meses.

–¡Carísimo!

–Sí, el presupuesto fue bastante elevado con todos los pasajes que se pagaron. Digamos que los números se fueron un poco al carajo. Por suerte me apoyaron, tenían fe en el proyecto y siguieron armándolo. Pero mis pasajes no fueron los únicos que hubo que pagar: llevamos a las cantantes argentinas a Washington para grabar. Y como a una de ellas le negaron dos veces la visa para entrar a Estados Unidos, terminé yendo con Rob a grabarla en Buenos Aires.

–¿Por qué no producen tu segundo álbum?

–Porque empezamos a ver que, como yo había ido de gira con ellos, me producían ellos y estaba en su sello, en algunas notas de prensa salía que yo era el bajista de Thievery Corporation y que tenía mi proyecto aparte. Y ésa no es su idea, entonces me propusieron cambiar de productor. Fui a París a conocer a Kid Loco y tuvo ideas buenísimas para producir el disco. Trabajar con ese tipo es alucinante porque tiene un bagaje musical increíble. Te sentás a hablar y es como estar con una enciclopedia: ¡escuchó todo! Laburamos a una velocidad alucinante, en un día teníamos los arreglos para tres temas. Fue vertiginoso, en dos semanas grabamos todo, pero me encanta poder trabajar así de rápido. Porque a veces los procesos de grabación se dilatan.

–Nueve viajes a Washington...

–(Se ríe) Claro, es el proceso totalmente inverso al del primer disco: éste lo cocinamos en un mes, porque me faltan las dos semanas de mezcla. Es que yo voy mucho más maduro, más seguro. La anterior fue mi primera experiencia discográfica grande, entonces iba con más timidez y menos confianza en mí mismo. Tengo más claro el ritmo de trabajo y siento que la composición ahora está más sólida. Como en el disco anterior, hay influencias dub, reggae y latinas, y muchas guitarras acústicas, pero también hay más eléctricas y un trabajo más complejo con los beats.

A pesar de que, en Europa y Estados Unidos, Gran Hotel Buenos Aires apareció en el 2004, acaba de editarse en la Argentina. Y quizá tenga una presentación en vivo en la próxima edición de Creamfields, en octubre. “Hinché mucho las bolas para que saliera allá. Si bien a la discográfica le interesaba, tampoco era que se moría de ganas, porque no es un mercado gigante. Pero para mí era fundamental que saliera allá, donde fue concebido”, explica Aubele.

–¿Por qué se llama así tu disco debut?

–Lo pensé bastante y me cerró por dos cosas. Una era mi percepción de Buenos Aires como un gran hotel, donde la gente entra y sale. Tenía que ver con eso de generaciones de inmigrantes llegando y dos generaciones más tarde yéndose, de algún modo como la estadía en un hotel. Supongo que tuvo mucho que ver con que yo estuviera yéndome: el tema estaba en mi cabeza y hablaba con mucha gente que estaba pensando en irse. Y también conocí a muchos europeos que iban a radicarse al país porque les parecía súper copado, entonces pensaba en qué le veían ellos que nosotros no y qué encontrábamos nosotros en Europa que a ellos no les gusta más. Tiene toda esa cosa como de corriente migratoria. En algún punto me hacía acordar a lo que contaba mi abuela sobre cuando estuvo en el hotel de inmigrantes, cuando llegó a la Argentina desde Checoslovaquia. Era así: era gente que entraba, estaba dos días y de repente desaparecía de ahí porque había conseguido trabajo, había gente que estaba meses... Y por otro lado, también estaba buscando un nombre que pudiera decirse medianamente en cualquier idioma, porque era consciente de que el disco iba a salir en muchos países en los que no se habla español. Para un japonés, decir Gran Hotel Buenos Aires no puede ser muy complicado. En cambio, si ponía otra frase en español, por ahí iba a ser incomprensible para mucha gente. Esto simplificaba mucho las cosas.

–Todas las canciones del disco son en español. ¿Era una necesidad hablar en tu idioma?

–La verdad que sí. En esa época no tanto, pero después he intentado componer en inglés, ya que con las giras se me transformó en un idioma importante en mi vida cotidiana. Pero nunca me siento del todo seguro. Hace poco armé un tema en inglés y se lo di a Joey Burns, el cantante de Calexico, para que lo hiciera. Y parece que tan ridículo no era, porque él lo cantó. Creo que no va a estar en el próximo disco, a pesar de que quedó precioso, porque queda medio descolgado del sonido general. Lo usaremos para alguna cara B o para algún compilado.

–En Gran Hotel... hay dos temas que remiten inevitablemente a la Argentina: El amor de este pueblo, que comienza con un discurso de Evita, y una versión particular del tango Malena. ¿Qué motivó eso?

–El amor de este pueblo lo hice al son de las cacerolas, en medio del descontrol. Lo político pesaba muchísimo en la vida cotidiana de todo el mundo y quería plasmarlo en el tema. Pensé: ¿qué político es el más representativo de la Argentina, más allá de los partidos? Y fue Evita, porque representa todo: la pasión popular, el caos, el desorden, cierto autoritarismo, los grandes discursos, los grandes dogmas, los grandes ideales que nunca llegan... El discurso lo bajé de la web oficial del Partido Justicialista, lo cual no deja de ser una ironía. Algunas de las cosas que decía Evita eran muy copadas, pero eran como utopías totales que ni ellos mismos (los peronistas) están muy interesados en armar. Quizá con Evita hubiera sido distinto, pero nunca sabremos la verdad de la milanesa. Y Malena es un tango precioso, ¿no? En el disco lo canta mi vieja. Ella cantó tangos toda su vida, como amateur, porque en realidad es escribana. Pasó por mi estudio porque quería grabar unos temas para escucharse y tener en su casa. Grabó un par de tangos y, como Malena era el que más me gustaba, le armé el tema alrededor. Mi vieja canta a capella, nomás, porque si le ponés una banda detrás, se pierde, no sabe cómo seguir el ritmo. Me encantó cómo sonaba la voz de ella, que es una persona más grande, con estas bases más modernas.

–¿Qué dijo ella cuando lo escuchó?

–¡Flasheó! Estaba copadísima cuando salió el disco, decía: (imita) “Ay, es mi debut discográfico”. Aparte, de pura casualidad, estaba de visita cuando presentamos el disco en Europa, que lo hicimos en un teatro antiquísimo de Barcelona llamado La Paloma, así que la convencí de que se animara a cantarlo en vivo. Fue un hit total, aunque estaba nerviosa.

–¿Y vos? De DJ de un bar a grabar con Thievery Corporation y Kid Loco... ¿No sufriste alguna especie de un shock cultural?

–Definitivamente (se ríe). Lo loco es que, de entrada, la fui de cool: “No, todo bien, ¿esto es lo que me está pasando? Bueno, es lo que me toca, listo”. Supongo que habrá sido como una autodefensa. Pero en algún momento se me cruzaron los cables y tuve que pasar por todo un proceso para bajar lo que me estaba pasando. Y ahora lo disfruto más.

Piazzolla, el más rockero del tango

“Cuando era chico, me costaba mucho relacionarme con el rock argentino, pero supongo que era porque en esa época, a fines de los ‘80, el rock argentino estaba por todos lados. Y las bandas eran tan populares que yo, para diferenciarme del resto como buen adolescente que está descubriendo su mundo, entonces decía que no me gustaban ni Soda Stereo ni los Cadillacs. Sé que hay un gran componente de eso, porque ahora escucho temas de esa época y me doy cuenta de que estaban buenos. Creo que de todos modos lo absorbí y por eso me influyó cierta forma de componer canciones propias del rock argentino o del estilo de compositor rioplatense. Pero lo que me impactó más profundamente fue la música de Piazzolla.”

Productores

Thievery Corporation

Eric Hilton y Rob Garza formaron el dúo en 1996, cuando sacaron algunos singles a través de su propio sello, ESL. Enseguida se convirtieron en un nombre importante en el ambiente del dance down tempo y por eso no sólo han lanzado discos propios sino también compilaciones de jazz y remixes. El único de sus trabajos publicado en la Argentina es The Mirror Conspiracy, de 1999. Y este año acaban de editar The Cosmic Game, con Perry Farrell, Wayne Coyne (Flaming Lips) y David Byrne como invitados.

Kid Loco

A pesar de que los comienzos del francés Jean-Yves Prieur fueron en banditas punk, a fines de los ‘80 se convirtió en artista-productor de sonidos entre el reggae y el hip hop. En 1996 adoptó el nombre de Kid Loco y lanzó su EP debut. Además de trabajar en sus propios discos, también ha remixado a Stereolab, Pulp, Mogwai y los High Llamas. Estuvo dos veces en Buenos Aires, pinchando discos en Niceto.

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