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Jueves, 1 de septiembre de 2005

UN FILM SOBRE LA RESISTENCIA ALEMANA

“Nadie puede decir que el nazismo está terminado"

La actriz Julia Jentsch es la nueva cara del cine alemán, y se carga la historia a sus espaldas. Esta semana se verá en Buenos Aires la película Sophie Scholl, que protagoniza Jentsch, sobre la popular militante de la resistencia alemana. Scholl tenía 22 años cuando la detuvieron repartiendo panfletos en la universidad. Y terminó decapitada. También se verá en The Edukators.

 Por Mariano Blejman

¿Qué harías si un día te agarran tirando panfletos en tu colegio y el castigo por ello es una sentencia de muerte? ¿Mantendrías tus convicciones hasta el final? ¿Negociarías un arrepentimiento? ¿Claudicarías? Es una traspolación un poco audaz, porque los tiempos no son los mismos. Esta es una época de pequeñas verdades y pocas certezas, mientras que en la Segunda Guerra Mundial las certezas eran muchas y las verdades, grandilocuentes. En los momentos más duros de la guerra existió un grupo opositor al régimen de Hitler, en Alemania. Entre ellos estaba Sophie Scholl, dispuesta a jugarse la cabeza, literalmente, por conservar la dignidad: Hitler no estaba librando una batalla hacia la victoria final, estaba hundiendo a Alemania en una maquinaria del terror. “Los jóvenes debemos saber qué sucedió. Aunque se quiera, no se puede entender. Como alemanes tenemos que lidiar con nuestro pasado”, cuenta la actriz alemana Julia Jentsch, protagonista del film Sophie Scholl (Oso de Plata por mejor dirección y mejor actriz). El trabajo de Marc Rothemund se verá desde hoy hasta el 7 de septiembre en el V Festival de Cine Alemán, en el Village.

Sophie Scholl fue una fundadora de la agrupación White Rose, y terminó decapitada a los 22 años de edad, en 1943. La detuvieron cuando estaba dejando unos panfletos en los pasillos de su universidad, junto a su hermano. De eso trata la película que cuenta los últimos días de la militante, revivida en el cuerpo de Jentsch. A punto de tomarse el avión para aterrizar en Buenos Aires, ella habla con el No sobre esta cada vez más popular figura. “Estos personajes te hacen pensar. No sé si llegaría a una situación de vida o muerte, pero uno no debe quedarse quieto si algo está pasando.”

No debe haber muchos países que hayan perdido dos guerras mundiales, se hayan dividido por un muro, y se volvieran a juntar después de una cuarentena de años, y que aún así sean motor de la economía europea. Es más: debe ser sólo el caso de Alemania. Pero Julia Jentsch (27 años) ya tenía experiencia en eso de pertenecer a movimientos revolucionarios llevados al celuloide. Comenzó haciendo teatro en Münich, luego trabajó en The Edukators de Hans Weingartner y co-protagonizada por Daniel Brühl de Good bye Lenin, que también se verá en el Festival. Ahora está viajando para apoyar los lanzamientos de la película, y en septiembre arrancará con un nuevo trabajo. En The Edukators, un grupo de jóvenes ingresa a las casas de los ricos, dejando mensajes como “Los días de lujuria están contados”. Pero volvamos a la Alemania de la Segunda Guerra Mundial.

¿Cómo logró Julia Jentsch meterse en la cabeza de esta durísima militante alemana? “De diferentes formas. Por un lado hay mucha teoría escrita. Muchas cartas de su familia, donde ella tiene discusiones políticas sobre los nazis. Era muy importante entender su pensamiento. Por qué ella quería ser parte del White Rose. Además vi entrevistas que hizo el director con una hermana de Sophie, y una hermana de Willi Graf, otro militante de la White Rose.” Las entrevistas fueron importantes para comprender el background de la época. No sólo para los actores sino también para el director.

Tal vez uno de los diálogos más tensos suceden entre Sophie y el interrogador alemán Christoph Probst, cuando todavía no estaba probada la “culpa” de Sophie. Transcurre un ida y vuelta de ideas y convicciones, de coartadas débiles y enojos ajenos. Pero cuando Sophie se quiebra ante las evidencias encontradas, Probst entabla una conversación profunda sobre el destino de Alemania que denota la singularidad del pensamiento de Scholl. “La preparación del personaje fue una búsqueda constante. Además están las impresiones del lugar donde la película se rodó, donde sucedieron los hechos. Esta atmósfera tuvo que ver con los diálogos. Y funcionó: uno se mete cada vez más adentro y cuando se aprenden los textos, esos textos hacen algo con vos”, dice Jentsch. “Se trata de un feeling creativo. Fue muy importante leer la carta que escribió la mujer que compartió celda con Sophie, sobre esos últimos días y sobre Probst, el interrogador. Su compañera de celda dijo que no podía creer esa fuerza interior.”

Lo más raro para Jentsch fue ver la película en el cine. “El reencuentro con el personaje fue emotivo. Viéndola, pensaba que ella podría haber actuado diferente. Por un momento olvidé que yo estaba allí.” A Jentsch le resulta difícil jugarse la vida por un ideal. “Finalmente, muchos de los que apoyaron a Hitler lo hacían por estar un poco mejor. El interrogador Probst dice: ‘Mírame, antes de los nazis no era nada, y ahora estoy en una mejor posición’. Eso es algo que uno entiende: todo el mundo quiere dinero. Pero es terrible estar ciego, y hacer la vida fácil.” La historia de la Segunda Guerra se cuenta en las escuelas alemanas. “El peligro es que después de escuchar cada año lo mismo, los jóvenes no quieran saber nada más.” ¿Una película puede mantener la memoria? “Creo que sí. Se encuentra a la gente emocionalmente. Esto es bueno: que la gente piense y sienta, es algo que a un libro o una lección de la escuela le llevan más tiempo. La memoria debe perdurar, porque nadie puede decir que el nazismo está terminado y ya no pasará nada más.”

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Julia Jenstch en Sophie Scholl
 
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