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Jueves, 16 de mayo de 2002

“EL DINERO NO TIENE SENTIDO”

 Por Roque Casciero

Como una mosca en un plato de leche: así resalta Fugazi en el medio ambiente rockero modelo 02. Este cuarteto surgido en Washington ya lleva casi quince años de una trayectoria intachable tanto en su actitud (ante el mercado, ante sus fans, ante la sociedad) como en el sostenido desarrollo de su música. En todo ese tiempo no fueron pocas las veces en que las canciones que generan Ian MacKaye (voz y guitarra), Guy Picciotto (voz y guitarra), Brendan Canty (batería) y Joe Lally (bajo) quedaron ¿opacadas? por la férrea decisión de los cuatro de mantener ciertas reglas propias. A saber: publicar los discos en forma independiente (a través de Dischord, propiedad de MacKaye); vender los CDs a 10 dólares; no cobrar las entradas más de 5 dólares y, en su ciudad, sólo presentarse en shows a beneficio; dejar las luces encendidas de los lugares donde tocan, para ver al público; no hacer videos ni vender merchandising; parar los conciertos cuando alguno de sus fans se pasa de “entusiasmo” y puede lastimar a alguien... De todos modos, sería una injusticia conocer a Fugazi por sus decisiones políticas y de negocios, porque el grupo enriqueció sus raíces hardcore dotándolas de silencios, melodía y experimentación, sin perder un ápice de intensidad, adrenalina y transpiración. “La forma de funcionar de la banda no ha cambiado en absoluto”, asegura Picciotto, en comunicación telefónica con el No. “Todas las ideas y el modo en el que encaramos el trabajo cuando comenzamos son los mismos: todavía centramos todo en el trabajo, todavía ensayamos en un lugar pequeño, escribimos canciones y salimos de gira... La única diferencia real es en términos de creatividad, de las canciones que estamos escribiendo ahora y de cómo aprendimos a tocar juntos.” MacKaye, por su parte, explica que se siente feliz cuando sus seguidores le hablan del progreso de la banda, pero que le resulta difícil notar los cambios: “Cuando hacés algo todos los días, no te das cuenta de la evolución. A mí me parece que todo fue muy natural. Por otra parte, odiaría que no cambiáramos, porque eso significaría que nos estancamos”.
–Con la evolución que ha tenido la música
de la banda, ¿creen que todavía puede
ser considerada hardcore o punk?
Guy Picciotto: –Esos son términos más para los periodistas y los críticos, no es algo en lo que yo piense. Nosotros nos consideramos una banda punk porque ésa era la escena con la que crecimos, pero más que eso nos consideramos una banda de Washington. Realmente nos sentimos parte de un linaje de grupos que empezó a fines de los ‘80 en Washington con los Bad Brains. No nos importa que el resto de la gente nos considere o no una banda punk o hardcore: sólo hacemos la música que creemos que es importante.
–Cuando se escuchan los discos de Fugazi
en secuencia, cada uno parece el paso
siguiente del anterior.
G.P.: –Ese es exactamente el modo en el que pienso yo. Cada disco tiene ideas que fueron construidas en base al anterior y expandidas un poco más allá. Por eso siento que hemos tenido una progresión muy orgánica de disco a disco. No tenemos un enorme salto sino una integración y construcción gradual de las nuevas ideas.
–Cuando empiezan a escribir canciones para un nuevo álbum, ¿en algún momento piensan en no volver hacer lo que ya hicieron?
Ian MacKaye: –No, lo que tenemos en la cabeza es la necesidad de escribir una buena canción. Pero sucede que nosotros cambiamos y crecemos, entonces también cambia el concepto que tenemos sobre qué es una buena canción. Compusimos cientos de temas, pero desechamos la mayoría porque no nos resultaban interesantes. Y, generalmente, cuando una canción no nos resulta interesante es porque no suena única.
–En 1999 publicaron Instrument, un
documental sobre la banda armado por
ustedes y Jem Cohen. ¿Ese video fue la forma de no tener que volver a explicar a Fugazi?
G.P.: –Terminó funcionando como algo así, pero la idea original no era tan elaborada. Como Jem filmaba mucho a la banda, pensamos que podía hacer un video en vivo. Luego el proyecto creció. Teníamos toda clase de grabaciones: en el estudio, de Jem tratando de entrevistarnos, cosas así. Entonces nos dimos cuenta de que podíamos hacer un retrato de la banda.
I.M.: –Cuando cumplimos diez años juntos, las cosas cambiaron un poco en el seno de la banda. Lo más importante fue que Brendan tuvo un hijo y dejamos de hacer tantas giras. Entonces empecé a pensar que en algún momento no íbamos a hacer tours y que si los fans querían alguna evidencia visual de la banda, sólo podría ser posible a través de una película o un video. Llegado el caso, si existiera una demanda, alguien crearía un video o película y probablemente haría un trabajo con el que nos sentiríamos incómodos, porque la gente tiene una visión extraña de quiénes somos. Entonces pensamos que debíamos aprovechar todas esas filmaciones de Jem, toda la música que teníamos grabada, y crear un registro visual, un documento que incluya el arte, las políticas, el humor, la creatividad y todo lo que sentimos que es parte de lo que somos.
G.P.: –Finalmente, esto terminó ayudándonos mucho, porque durante mucho tiempo existió toda una mitología falsa respecto de la banda. Gracias a la película, ahora hay gente que nos ve como seres humanos y no como meros símbolos.
–La “visión extraña” y la “mitología falsa”
de la que hablan se refleja en la película en
el momento en que dicen que hay personas que creen que ustedes son como monjes
que viven ¡en un palacio sin calefacción!
G.P.: –Sí... (se ríe) Nos pasan esa clase de cosas. No hemos hecho muchas entrevistas con la prensa mainstream de rock, nunca hablamos con Rolling Stone, Spin o revistas así, ni tenemos videos en MTV. Por eso, a mucha gente se le hizo difícil conseguir información sobre la banda y hay historias malinterpretadas que se han construido a partir de esa desinformación.
I.M.: –En otros países no parece tan inusual que una persona de 40 años, que es la edad que tengo, sea parte de una comunidad alternativa que vive un estilo de vida alternativo, pero en Estados Unidos existe la idea de que eso es cosa de chicos y que con el tiempo madurás. Porque acá la cultura comercial es tan dominante... Por eso, desde el mainstream nos ven como miembros de un culto: no pueden entender cómo podemos vivir así. Lo que más confunde a la gente es cómo podemos decirle que no a lo que parecen ser grandes cantidades de dinero de contratos discográficos. Simplemente no pueden entenderlo. Pero eso sucede porque su sentido de los logros, el éxito y el valor está totalmente atado al dinero. Nosotros venimos de un background punk y pensamos distinto: el éxito está en poder trabajar como queremos y en que después de quince años todavía haya gente interesada en lo que hacemos. El dinero no tiene sentido. Es como el azúcar: te hace sentir bien, pero después se te vuelve un problema.
–Muchos de los malentendidos sobre Fugazi
son acerca de las reglas con las que se manejan.
G.P.: –Sí, hay gente que piensa: “Oh, Fugazi, cobran barato las entradas a los shows, se restringen en esto o aquello, tienen reglas sobre el modo en que trabajan...”. Suena como si eso nos esclavizara, como si nos hiciera la vida difícil, pero en realidad es completamente lo opuesto. Cada decisión o regla que tiene esta banda es para hacernos sentir más cómodos. Sin esa comodidad no podríamos hacer música con libertad. Hay algo que la gente tendría que comprender: con el modo en que el trabajo está instalado en sus vidas, es muy importante cómo se sienten en lo que hacen. Para nosotros, la creatividad está totalmente ligada con el proceso de hacer música. No podemos hacer shows en los que sentimos que estamos explotando al público o que vamos a ponerlo en una atmósfera insegura. Pero una vez que nos ocupamos de todos esos temas, sólo se trata de hacer música con un inmenso sentido de libertad.
–En Instrument aparece un chico que
se queja porque ustedes paran los shows cuando el slam dance se hace violento.
G.P.: –Hay gente que no comprende ese aspecto de la banda. No es que tenemos reglas de lo que hay que hacer en un show nuestro; cada uno hace lo que quiere. Tocamos en shows donde el público es muy energético, pero libera esa energía de un modo en el que nadie sale lastimado y todo el mundo lo pasa bien. Esa energía es bárbara. Pero no podemos tocar cuando se están peleando. Hubo shows nuestros en los que algunas personas salieron con heridas muy severas y no podés sentirte muy bien si estás creando una atmósfera en la que la gente se va lastimada. No estamos tratando de ser policías, pero sentimos la responsabilidad de hablar y de tratar de cuidar a la gente que nos sigue. Y creo que las bandas que no hacen eso son irresponsables. Hay cosas que me enferman. Por ejemplo, en el famoso concierto de Woodstock hubo mujeres que fueron violadas y gente a la que golpearon mucho, y las bandas no salieron a decir nada. Para mí, eso es un crimen. Las personas necesitan sentir que los artistas se comunican con ellas. Y eso es lo que tratamos de hacer con nuestros seguidores: tratarlos como seres humanos, no como animales a los que se mete en un lugar para que nos den dinero.
–The Argument, su disco más reciente,
es más climático y menos ruidoso que los
anteriores. ¿Los afectó haber hecho la
banda sonora de Instrument, en la que
predominaba la música incidental?
G.P.: –Sí, creo que sí. Cuando lanzamos la banda sonora hubo una apertura, porque fue hecho principalmente con cintas de ensayos. Nos gustó ese sentimiento de más espontaneidad, de música menos pensada.
I.M.: –No sé, puede ser que haya afectado, pero la mayoría de las canciones de la banda sonora fue compuestas mucho antes que los últimos discos. Leí algunas críticas de Instrument en las que decían: “Fugazi intenta sonar como Tortoise”. Eso es una locura, porque esas canciones fueron compuestas y grabadas antes de que Tortoise existiera. Por otra parte, no todo The Argument es calmo y relajado. Nosotros conversamos con nuestra música y éste es un momento más calmo. Si vas a ver una obra de teatro y los actores te gritan en la cara, será sorprendente y te causará un gran efecto. Pero si después de una hora y media todavía te están gritando, ya no te provoca nada de eso, será sólo un griterío permanente. Creo que lo mismo sucede con nuestra música... y con cualquier cosa.
–¿Afectó el cambio de climas
a la energía de los shows?
G.P.: –No, básicamente son iguales que siempre. Cuando nos preparamos para una gira, nos juntamos y volvemos a aprender cada canción de las que escribimos, que a esta altura son más de cien. No usamos listas de temas, improvisamos mucho y cambiamos los arreglos de las canciones: de ese modo, nuestros shows son como un traje a medida de la noche en la que suceden.
–Guy, vos dijiste que la verdadera expresión de lo que hace Fugazi está en los shows
en vivo, más que en sus discos.
G.P.: –Sí. Con el tiempo nos hemos puesto más serios para hacer los discos... Cuando empezamos con la banda, los hacíamos muy rápidamente y casi que publicábamos un borrador de las canciones. Ahora, nuestro enfoque es un poco más serio porque hemos aprendido a usar el equipamiento del estudio. Sin embargo, la banda está más cómoda cuando toca en vivo: es el momento en que la música está menos constreñida, porque estamos frente a la gente, sin intermediarios: hay algo inmediato y puro en ese proceso que nosotros consideramos mejor.
–Ustedes visitaron la Argentina por única
vez en 1997, pero aquí se dijo que iban
a volver este año. ¿Hay algo de cierto?
G.P.: –Hablamos mucho de eso y estamos en contacto con gente de Brasil que tiene ganas de llevarnos nuevamente para ese país, la Argentina y Chile, y quizá también a Perú. El problema principal es que nuestro bajista acaba de ser padre y nuestro baterista tiene dos hijos muy chicos, así que tenemos que tratar de coordinar nuestra agenda con las de sus familias. No puedo asegurar que vayamos a América del Sur durante esteaño, pero realmente queremos hacerlo. En este momento tengo particular curiosidad por la situación que viven en la Argentina. Me gustaría volver y ver qué está pasando allá. Leí unos cuantos artículos acerca de cómo se hundió la economía y todo suena muy enfermizo. Escuché que se había creado una especie de economía marginal, sin usar dinero. Supongo que no será suficiente, pero eso parece muy interesante.

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