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Jueves, 27 de abril de 2006

HALLAZGO DEL PROGRAMA “ROCKER QUE BUSCA ROCKER” DEL NO

“¿Qué tal, loco? ¿Todo bien?”

Las dos bandas surgieron el mismo año (1991) y se mantuvieron contra viento y marea en la escena punk. A punto de tocar en El Teatro juntas, Cadena Perpetua (de Argentina) y Trotsky Vengarán (de Uruguay) se encuentran por primera vez para conversar sobre sus historias paralelas.

 Por Cristian Vitale

Al encontrarse, Guillermo y Hernán se trenzan en un abrazo importante. Incluye tres fuertes palmadas en sendas espaldas y preguntas formales. “¿Qué tal, loco? ¿Todo bien?”, curiosea Hernán. “Sí, maestro, probando suerte en la Argentina”, responde el otro. Y ambos se besan. Guillermo se apellida Peluffo, tiene 35 años, y es el que canta en la banda de punk-rock más importante del Uruguay, detrás de Los Buitres y La Sangre de Verónika: Trotsky Vengarán. A Hernán Valente, tres años menor, le dicen Vala, y canta en el correlato argento de Trotsky: Cadena Perpetua.

Brutas coincidencias hay entre ambas. Principalmente, cuestiones de cronología. Las dos surgieron en el mismo año (1991) y se mantuvieron contra viento y marea. Los Cadena como la “banda nueva” de los festipunk que ocurrían allá lejos con Superuva, Doble Fuerza, Dos Minutos y Flema, que después atravesó hitos como telonear a los Ramones, La Polla Records, Staff Little Fingers y Steve Jones, hasta llegar a meter 1600 personas en El Teatro –cifra nada despreciable para el género– y editar cinco discos.

Trotsky, como una especie de continuadores de los legendarios Estómagos -hoy Buitres– que bebieron de esa oscuridad hasta encontrar alguna luz matizando la impronta Cramps con The Cult o los Stooges, teloneando también a los Ramones, tornándose un poco más “pop” –onda Green Day, ojo– en las épocas de Clase B (1996) y Yo no fui (1999), y ser producidos por ¡Jaime Roos!, sin perder un ápice del punk llano y directo. “Jaime es un ladilla –tira Peluffo, en una parte de la nota–, pero nos cambió la vida. A partir del disco Durmiendo afuera, empezamos a crecer. Conoce mucho el palo rocker de la vieja escuela, Joy Division, Pistols y todo eso.”

Ahora, lo que sorprende es que Guillermo y Hernán no se conozcan. Quince años en la misma vibra, apenas a un charco de distancia, y nada. ¿Cómo se entiende? “Lo quise saludar en un Cosquín, pero en los festivales es mucho quilombo y funciona eso de ‘¿me dará pelota este tipo?’”, dice Peluffo. Hernán lo mira y se congratula: “Yo también te quise conocer ese día, pero una marea de gente lo impidió”. Igual, nunca es tarde. El NO funciona como una especie de “rocker que busca rocker” y los reúne ¡un sábado al mediodía! en la casa del Vala, a punto de compartir la fecha en El Teatro.

Peluffo está medio quemado tras haber compartido un show con Expulsados y Los Violadores la noche anterior –que vino bien para presentar su flamante Siete veces mal– y el Vala tiene fiebre y prefiere preservarse bajo techo, porque la banda está a punto de entrar a grabar el sucesor de Malas costumbres. “A Cadena, el destino le ha sido un tanto esquivo como a nosotros”, reflexiona Guillermo, como una estrategia de acercamiento. “El género crece lentamente, y nosotros somos parte de ese crecimiento. Hoy el punk se respeta más... es una opción como cualquier estilo”, contrapone Hernán y obliga a Peluffo a sintonizar. “Es cierto, nosotros, de golpe, pasamos de tocar para 200 personas a las 2 mil, allá.”

Los dos están sentados en un sillón azul. Uno al lado del otro. Es una especie de living colorido en el que Hernán tiene su equipo de música, algunas lámparas psicodélicas y cuatro pelotas de fútbol profesionales. Entre ellas, la tango del Mundial ‘78. No hay perros que ladren ni ruidos molestos, y Guillermo empieza por trazar un diagnóstico de la escena punk-rock en Uruguay casi desconocida en la Argentina y explicar qué lugar ocupan ellos. “Aún existen divisiones entre la vieja y la nueva escuela, pero nosotros nos sacamos de encima un montón de complejos. No nos gustan los guetos, ni vivimos atados a una jaula de oro... nos preocupamos por nosotros y no por llamar la atención o levantar doctrina. Tocamos para divertirnos, no con la idea de dominar el planeta.”

El punto de inflexión para que Trotsky mute en banda “divertida” fue casualmente la llegada de Roos a sus discos. Uno de los temas de Durmiendo afuera –Police on my Back– está dedicado a todas las hinchadas del fútbol uruguayo y las analogías son recurrentes (La pelota que no entró / no me interesa). El fútbol allá es dominio de todos. “El pueblo uruguayo, por más que nos vaya como el ojete, es futbolero a full. En nuestras letras siempre aparecen analogías futboleras... ‘Primero defendemos y después atacamos’, ‘hoy me faltan dos jugadores’, y así. El fútbol en Uruguay es un fenómeno under. No existe Fútbol de Primera con cámaras por todos lados, más bien caballos pastando atrás de los arcos. Lo nuestro es rescatar ese mundo de barrio que no se perdió”, dice Peluffo, el único de Nacional entre una maraña de hinchas de Peñarol. “Nosotros también somos futboleros –coincide el Vala–, pero para componer prefiero hablar de otra cosa. El fútbol crea distancias.”

–Con la excepción del “dale Bo” de Attaque, el fútbol aparece bastante ajeno al punk-rock argentino. ¿Podrían distinguir otras diferencias?

Peluffo (Trotsky Vengarán): –La parte punky uruguaya siempre estuvo asociada a una cosa más dark. Los Estómagos y Los Traidores tenían una poesía oscura, no tan confrontacional como la de Los Violadores. Mientras éstos metían y denunciaban, Los Estómagos tenían rabia interna... otra vibración. A nosotros nos marcó mucho eso. Nacimos de todo ese fenómeno, y de alguna manera seguimos así. Nos preocupamos más por nuestro mundo interior, más allá de mandar fruta cuando nos salta el indio.

Hernán (Cadena Perpetua): –En la Argentina, el punk tiene raíces diferentes. A nosotros nos impactaron Los Violadores a full. Nos influenciaron en todos los aspectos, como La Polla. De los Ramones nos importó sólo la música porque no sabíamos inglés. Creo que a todas las bandas no influenciaron los mismos grupos.

Peluffo: –El punk argentino es cosa seria. Renace constantemente, se retroalimenta. El uruguayo, en cambio, tiene el problema de que las bandas se suicidan, mueren o mutan. Y hay mucha rivalidad... el público de La Sangre dice que nos vendimos porque llevamos más gente. Hoy hay mucho hardcore (Nada que Hacer, Motosierra), pero nada garantiza que permanezcan.

La charla se pone picante cuando Hernán y Guillermo, ya como chanchos, le entran fino al género. La masividad, los prejuicios, el dinero y la filosofía punk aparecen en medio de este mundo hipócrita. La que tira el Vala remite a cierta ingenuidad originaria. “Si le sacamos la palabra rock, creo que el punk es una forma individual de vivir: hacer lo que a uno le gusta... disfrutar y no caer en lo cotidiano de los diarios”. “Algo de eso hay –interviene Peluffo–, pero yo veo que siempre se trató al género como un hijo bobo. Pasó mucho tiempo para que la gente entienda que la simpleza musical es una opción. Nos manejamos con estribillos sencillos y melodías directas porque es lo que nos gusta.” Mucho tuvo que ver, se desgrana de la historia reciente, que en esta parte del globo el punk haya sido “aceptado” gracias al paso del no future –que habitualmente terminaba en trompadas, heridos y represión– a la paz hardcore que de a poco se fue colando. “Cuando nosotros arrancamos no era la mejor época para shows. Era una cosa violenta”, evoca Hernán. “Ahora todo está más calmo, y creo que el público de Cadena lo demuestra en cada show.”

–¿Cuál es la explicación del cambio?

Peluffo: –Que ya no se le exige a la gente la filosofía autodestructiva, que confundía el hacé lo que te gusta con el hacé mierda todo. O el hacé lo que te gusta y lo que no te gusta es una mierda, que tampoco es tan copado. Lo que era respirar, ir hacia la libertad y dar rienda suelta a los sentimientos, se transformó en una ley. Entonces, la gente necesitó volver a divertirse. Un recital es escuchar música, no un acto político. El punk a veces carga con un mal nombre al pedo, por sucesos que están grabados en la memoria. Pero cuando la gente baja la guardia y escucha lascanciones, se encuentra con todo un mundo por descubrir. El rock and roll es algo inmediato y el punk mantiene viva su esencia...

* Cadena Perpetua y Trotsky Vengarán comparten una fecha el domingo 30 de abril en El Teatro, Lacroze y Alvarez Thomas. A las 20.

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Imagen: CECILIA SALAS
 
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