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Jueves, 25 de mayo de 2006

ADELANTO: EL FILM "CARA DE QUESO", DE ARIEL WINOGRAD

"En el country yo era un nabo"

Después de haber filmado cuatro cortos con enanos y uno sobre fanáticos, el realizador apostó a otra clase de "minoría". En la ópera prima que acaba de rodar, Wino cuenta el interior de los countries judíos. Se estrena en el "Día de la Raza".

 Por Mariano Blejman

¿Qué tipo de película puede surgir de la cabeza de una persona cuyos primeros cuatro cortometrajes están protagonizados por enanos? ¿Qué se puede esperar de un tipo que hizo un documental freak sobre los fanáticos del mundo; y quiso contar su propia historia: la de un preadolescente apodado “Cara de Queso” encerrado en un country judío? Winograd no ha perdido las mañas: vive aún hoy en un edificio muy cerrado (no se puede tocar timbre de su departamento, hay que avisarle al “vigilante” que uno llegó) y sigue reproduciendo sus guetos. Wino se asume como parte de una religión (o un pueblo) que vivió enguetada, por los nazis, por ellos mismos, enguetando a otros. Pero eso es otra historia. La película relata la vida cotidiana en un country judío, pero es tan irónica que por ello se hace más real. Es coproducido por la española Tornasol y pretende estrenarse el 12 de octubre (“Día de la Raza”), independientemente de su paso por festivales. Además de los cuatro cortos (100 x 100 lana, Dracul, Volare, Compañeros) y el documental Fanáticos, Winograd hizo clips de Los Tipitos (Algo) y Massacre (Te leo al revés).

“Sentí la necesidad de contar una historia dentro del judaísmo, pero que podía ser también sobre la comunidad italiana, o la católica. Tiene autocrítica y algo de ficción. El objetivo era hacer algo no pretencioso y que todos los actores tuviesen el mismo tono, que ningún nombre sea más que la película. Antes había dirigido cortos con enanos. No sabía cómo iba a funcionar con actores conocidos.”

¿Qué hizo posible que Mercedes Morán, Sergio Denis, Daniel Hendler, Carlos Santamaría, Julieta Zylberberg y Silvia Pérez, entre muchísimos otros, se unieran en un mismo celuloide? “Los unió el guión. Quería juntar actores de distintas generaciones. Podría ser la película más independiente, pero se sumaron actores y terminamos filmando en 35 mm, con grúa, steady cam y con café que no teníamos que hacer nosotros.” En Cara de Queso hay ironía y sarcasmo frente al encierro de vivir una irrealidad, pero también situaciones absolutamente violentas que van configurando la psiquis de “Cara de Queso”.

Winograd consiguió una preclasificación del Incaa, obtuvo la beca de Fundación Carolina y viajó a Madrid a trabajar el guión. Con Tres Planos, la productora de su mujer Natalí –con quien comparte ese bunker diario– había hecho Sábado, Los suicidas y El juego de la silla, pero “esto se transformó en algo mucho más grande”, dice Winograd al NO. Ahora es probable que Massacre, Los Tipitos, Intoxicados y otro gran cantante argentino que ahora también hace tango hagan covers de versiones. Massacre tocará también Te quiero tanto de Sergio Denis. “A partir de Pizza, birra, faso se empezó a contar la marginalidad. Pero no se había hecho una peli sobre la gente viviendo dentro del country. Y yo me dije: algo ahí hay. Es una familia que vive el country en el verano, a un chico lo mean y a partir de ahí se cuenta sobre estos chicos que son unos perdedores, cuatro tarados que no pueden integrarse en un country que lo más que se puede hacer es deportes.”

Si el trabajo de un periodista es hilar significados allí donde no se ven, podría decirse que los enanos y los judíos tienen como parentesco ser o haber sido marginales. ¿De dónde su obsesión por los enanos? “Ah, no sé... será porque de chico me gustaban los Pitufos”, dice Winograd. ¿Nada más? “Bueno, sí, los enanos –como los pibes de esta peli– son unos perdedores y están un poco en el borde. No hay nada más bajo que un enano. Uno de los cortos, Compañeros, es un homenaje a Perros de la calle de Tarantino, siempre con la intención de hacer humor y de desmitificar los festivales de cortos, donde los pibes querían contar la historia de la humanidad en minutos.”

Ahora, Winograd tiene lo que se llama “depresión post-film”. “Uno no sabe dónde ubicarse, y después se desinfla.” Pero, ¿quién era “Cara de Queso”? O, más brutalmente, ¿quién te puso “Cara de Queso”?, pregunta el NO. “Ysí, era yo. Lo tengo que admitir... Tenía que contar esta historia. O eran cinco años de psicólogo, o lo metía todo en una película”, dice.

–Era más barato hacer la película.

–Ja... Es un acto de inconciencia absoluta. “Cara de Queso” era un boludo de 13 años que no pegaba una, en una edad de mierda. En la secundaria me crucé para el otro lado, para el lado de los vivos. Pero en el country yo era un nabo, un chico que tenía la cabeza en cualquiera.

Casi sin querer, Winograd tomó para su opera prima un relato que sucede a la edad en que la religión judía convierte en grandes a sus chicos. Además, si todo sale bien, se tratará de una trilogía: Cara de Queso, mi primer gueto; Escuela Técnica, mi segundo gueto, con Ariel y sus amigos en la ORT: “Tengo que esperar tres años, que crezcan los chicos, y esperar unos ocho años para filmar Triple XXX, mi tercer gueto, sobre una novia judía, otra católica y una católica que se convierte al judaísmo”. Por lo pronto, la primera está casi terminada: Winograd se permite un grado de invasión sobre su historia con pocos precedentes en el cine argentino.

–Aunque repite el concepto de “barrio cerrado”.

–Qué... ¿por este edificio decís que es así? Yo me hice la pregunta, ¿por qué estar encerrados? Ahora, a los 28 años, prefiero no estar encerrado. El sistema genera más rebeldía y más ganas de ver qué hay afuera. Me pasa de encontrarme con otra gente que al final terminó con cierto mandato judío. Sin decirlo como algo malo –se cuida Winograd de no herir a sus amigos, familiares, conocidos–, cada cual hace lo que quiere con su vida y está perfecto. La película es cínica, y hay una cuestión cariñosa, pero no respetuosa. No está el judío con todos los estigmas. La culpa judía está, yo tengo mucha culpa judía, pero no juega con eso. No está Norman Erlich haciendo de rabino. Sergio Denis, por ejemplo, hace de él mismo (“yo toqué en countries judíos”, le aseguró a Winograd) Así que es realismo judío.

–¿Es una revancha?

–... cuando estaba filmando llamó a mi casa para saludar el que me puso “Cara de Queso”, muy contento. Yo lo vi una vez sola en mi vida y me marcó. No es una revancha (piensa Winograd y se desdice), pero sí, debe ser... En el fondo debe ser. No es una revancha directa a cierta persona sino “esto tengo que contarlo”. Es que el sistema no funciona, es mucho más punky en ese sentido. Plantea una pregunta, no juzga, cuenta a modo de cuentito.

–No baja línea, pero es ironía pura.

–Ya te ofendiste. ¿Vos sos judío? –pregunta Winograd a este cronista.

–... pero bastante poco. Yo me refería a la mirada sarcástica.

–Tiene una bajada muy clara en ese sentido.

–¿Habrá judíos enojados?

–Hay gente que se va a enojar. Espero que sea la menor cantidad de judíos posible.

–¿Por qué crees que va a ser masiva?

–Porque es una comedia y porque tiene un elenco mezcla de gente consagrada y nuevos actores.

–Faltó Darín, que más de una vez hizo de judío.

–Faltó Darín... (Piensa) O no.

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Abajo: Daniel Hendler y Ariel Winograd discuten una escena de Cara de queso.
 
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