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Jueves, 10 de mayo de 2007

DIEGO ABREGO, PRIMER IMPUTADO DEL POST-CROMAÑON

Códigos de convivencia

 Por Cristian Vitale

Estelas de Cromañón. Que la tragedia activó normas interesadas, injustas pero previsibles, es cosa de todos los días: clausuras, persecución a la actividad artística independiente, compresión de lugares, monopolio, lucro, etcétera. Ahora, que un músico esté por caer preso por haber organizado un recital gratuito —y solidario—, excede cualquier tipo de contemplación. Diego Abregó, cantante del grupo heavy Exocet, está a punto de ser condenado a 12 días de prisión, por la aplicación del artículo 96 del Código de Convivencia urbana. El músico tendrá que presentarse en Tribunales el 12 de junio, imputado en la causa 13.902 de la fiscalía contravencional Nº 4, a cargo del doctor Arbizu. “Me negué a la probation, porque considero que el recital en sí fue un hecho comunitario”, dice al NO.

La causa se arrastra desde el 29 de abril de 2006, cuando Abregó organizó un festival —al aire libre— gratuito y con dos motivos: solidario —800 personas dejaron mil kilos de alimentos para comedores infantiles— y en homenaje a Osvaldo Civile, mítico violero de V8 y Horcas. Fue en Plaza Constitución. Tocaron Horcas, Razones Conscientes, Serke, Diagnóstico Final y Exocet, y cuando estaba por terminar el set de esta banda, cayeron efectivos de la comisaría 16ª junto a un inspector del gobierno de la Ciudad. (¡Aguante Jorge Telerman!) Y le labraron un acta de contravención al cantante-organizador. “En ese momento no le di ni cinco de pelota —cuenta él—, pero a fines de junio me llegó una citación en la que se me acusa de infligir el artículo 96 del Código de Convivencia urbana.”

El artículo habla de omitir recaudos de organización y seguridad. En aquella citación, como en una segunda que se dio en febrero de 2007, Abregó se negó a declarar y se le fueron sumando infracciones sobre la marcha: carencia de autorización para el evento, falta de baños químicos, seguridad privada, asistencia médica y seguro de responsabilidad civil para los asistentes. “Lo siento por ellos, pero soy bien metalero, combativo y contestatario como para achicarme ante este embrollo. Los funcionarios exigen y no miden el contexto en el que se trabaja en el under”, desafía Abregó. La relectura, más allá del hecho puntual, da que la norma apunta a que los artistas asuman responsabilidades penales y civiles que, por principio, no le competen. Y sienta una jurisprudencia jodida: cualquier músico, amigos, puede ser encarcelado por tocar.

El mail para adhesiones es [email protected] y varias organizaciones —-algunas surgidas tras Cromañón— están activando tareas contra la avanzada política, con una idea base: abolir el Código Contravencional. Entre ellas, el MUR, Lucharte, Asambleas Rock, Autoconvocados por el Tango, UMI y el Sadem. “¿Qué pasa con los que tocan en lugares como el Marquee, Niceto o Acatraz, que los hacen firmar papeles donde se hacen responsables de todo el show, del local y de sus asistentes? Para lograr la absolución de Diego, no sirve la cárcel, ni la multa, ni la probation, ya que estas opciones generan un precedente de culpabilidad que no se puede aceptar. Si es enjuiciado y puesto entre rejas, cada compañero que toque a la gorra en la calle, o en locales donde se firman contratos leoninos, también corre peligro de terminar preso”, determina Ricardo Vernazza, miembro del Sindicato de Músicos. Las heridas no cierran.

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