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Jueves, 12 de julio de 2007

THE MAGIC NUMBERS EN BACARDI B-LIVE

“La prensa británica quiere decir que nos descubrió”

Salieron a repartir melodías plagados de honestidad y esfuerzo. Su primer disco fue nominado al Mercury Prize y la prensa internacional los catapultó a los pies de ese podio que hoy encabezan los Arctic Monkeys.

Aunque esté en Londres y la única conexión sea a través del teléfono, no cuesta demasiado imaginar la sonrisa detrás de la abundante barba de Romeo Stodart, cantante y guitarrista de los Magic Numbers, cuando se da cuenta de que metió la pata: “Conozco la música brasileña, quizá sea similar a la de la Argentina”. ¿Bossa’n’Tango? No exactamente, Romeo. Pese a sus erróneas presunciones sobre los sonidos de las pampas, el cantante conoce bastante sobre el país, porque tuvo primos que vivieron a quí. Es por eso, también, que en su primera visita a Buenos Aires —ver al pie— no sólo vendrá acompañado por su hermana Michelle (bajista y cantante de la banda) sino también por su madre, que “siempre quiso conocer la Argentina”. “Es un asunto familiar”, cantaría Marvin Gaye. Y no le erraría para nada, porque The Magic Numbers es un cuarteto formado por dos parejas de hermanos: además de los Stodart, están los Gannon: Sean (batería) y Angela (melódica, percusión y voces). “Nunca nos hicieron una entrevista en la que no nos preguntaran cómo es esto de tocar entre hermanos. Supongo que llama mucho la atención el hecho de que seamos dos varones con sus hermanas. Es tipo ‘¿Qué corno pasa acá?’”

Lo que pasó a partir de 2005, la fecha de la publicación del debut epónimo, fue que los Magic Numbers salieron a repartir sus melodías con luz de tarde otoñal y sus estribillos poblados de bellos arreglos vocales (pensar en Mamas & The Papas o los Beach Boys). Romeo y Michelle fueron criados en Trinidad, y su madre es venezolana, así que escuchó música de esos países durante su infancia. “Pero de un modo extraño, a pesar de que estábamos rodeados de reggae y calipso, a mi mamá y a mi papá les encantaba Burt Bacharach y la música country, así que crecimos escuchando a Johnny Cash y Patsy Cline. Y también escuchamos mucho soul, Motown, cualquier cosa que nos hiciera mover, que tuviera groove. Creo que todo eso se metió dentro de nuestra música de algún modo. Pero también nosotros encontramos otros tipos de música que amamos y que metimos en la mezcla. Cuando los cuatro nos juntamos a tocar, hay algo allí que es absolutamente nuestro.”

—Cuando tu hermana y vos tocaron por primera vez con los Gannon, ¿tenían en mente armar una banda?

—No, fue un accidente. Sean y yo empezamos a tocar juntos cuando me mudé de Nueva York a Londres. Armamos una banda y tuvimos muchos compañeros que fueron pasando durante diez u once años. Y una vez que volvimos a quedarnos los dos solos, les dijimos a nuestras hermanas si querían tocar. Cada vez que Michelle venía a mi casa a comer o a pasar un rato, nos poníamos a cantar juntos, porque tiene una gran voz. Y como mi mamá cantaba ópera, siempre le insistía para que cantara. Siempre hubo música que nos rodeaba a los cuatro cuando nos juntábamos, pero nunca se nos ocurrió estar en una banda con nuestras hermanas menores. ¡No era nada rockero! Pero la vez que hicimos nuestro primer show juntos, apenas dejamos el escenario nos dimos cuenta de que ésa era la banda. Se sintió muy natural, todo estaba perfecto. El hecho es que cuando estamos sobre el escenario ni siquiera necesitamos vernos, porque nos conocemos muchísimo. Y eso ayuda, porque deja afuera toda la cosa del ego cuando hacés música.

—Cuando sacaron el primer disco, fueron alabados por la crítica y los nominaron al Mercury Prize. ¿Los tomó por sorpresa que todo sucediera tan rápido?

—Supongo que sí. Sabíamos que habíamos hecho un disco hermoso y lo amábamos, pero nunca podés saber cómo va a tomarlo la gente. Significa mucho para nosotros ver a la gente cantar nuestras canciones. Pero, por otra parte, nos pareció que era el momento justo por todo el camino que habíamos hecho. Yo tomé una guitarra a los 14 y estuve en una banda con Sean durante once años, y ya hacía dos que estábamos con las chicas. Así que fue muy bueno, no sentíamos que fuera un poco demasiado loco. Era loco, pero estábamos listos (risas).

—Los Arctic Monkeys, por ejemplo, no parecen estar del todo cómodos con la clase de suceso que han generado. ¿Ustedes también sentían cierta timidez frente a la fama?

—Totalmente. Eso puedo verlo muy claramente en mi hermana, que cuando empezamos estaba muy quieta sobre el escenario, y ahora se lo pasa saltando. Es como si el estar en la banda le hubiera dado confianza para que pueda mostrar a la persona que tenía en su interior. Cuando uno comienza, tiene la guardia más alta y piensa mucho qué van a decir los demás. Pero cuando tenés éxito, es como si eso te permitiera soltarte. Digamos que con el tiempo tenés más confianza... ¡hasta que pasa algo malo! Es inevitable.

—Ya que lo mencionás, las críticas del segundo disco, Those The Brokes...

—... no fueron tan buenas (se ríe).

—¿Lo atribuís al placer que encuentra la prensa británica en descubrir todo el tiempo a la nueva gran cosa?

—Totalmente. En Gran Bretaña, la prensa siempre quiere estar ahí cuando algo comienza y poder decir que ellos lo descubrieron, poder decir “esto es nuevo y es excitante”. El efecto de eso es que la gente ya no se queda con vos. Neil Young pudo sacar veinte álbumes y seguir su viaje, con su vida y su música. Hoy ya no se puede hacer eso: después de tu primer álbum, ya viene la nueva banda siguiente. (Pone voz de locutor) “¡Enloquezcamos por los Klaxons!” Además, todo el mundo sigue al New Musical Express y ellos hicieron mierda el segundo disco. Después podíamos ver cómo cada crítico copiaba exactamente lo mismo que había dicho el NME. Pero nosotros estamos muy orgullosos.

—Es más enfocado y energético, pero las críticas fueron porque el sonido es muy parecido al del primero.

—Seguro. Pero para nosotros fue natural que sonara de ese modo. Pudimos intentar todo lo que queríamos en el disco: queríamos usar una orquesta y la tuvimos en dos canciones, queríamos que las chicas cantaran y tuvieron la suficiente confianza como para hacerlo en dos temas. Para mí, el disco es mucho más soulful y groovy en temas como Undecided, Most of the Time, como una progresión de Love’s a Game del primer disco. Pero, como dijiste, en las canciones más rockeras logramos lo que queríamos, que era capturar más esa energía. Me parece que en el disco se escucha su honestidad y el esfuerzo... Bah, no sé, es difícil hablar sobre la música propia. Sólo puedo decir que estoy tan orgulloso del disco como cuando terminamos de grabarlo. Creo que estas canciones van a tener una larga vida y que dentro de diez años alguien va a decir: “Mierda, realmente amaba esa canción”.

—¿Es cierto que van a publicar un EP con un enfoque sonoro diferente?

—Sí, será un EP de seis temas que saldrá a principios o mediados de agosto. Seguramente tocaremos un par de canciones en Buenos Aires. En términos de composición, estoy tratando de cantar sobre cosas diferentes a las de los primeros dos discos. Me gustaría meterme en un estudio cada vez que tenemos un puñado de canciones nuevas, para grabarlas y publicarlas. Bueno, no como Ryan Adams, que publica tres discos por año, quizás eso sea demasiado. Pero uno aprende tanto cada vez que se mete en un estudio... En este EP habrá algunas ideas nuevas, pero creo que la gente va a sorprenderse cuando hagamos nuestro tercer álbum, porque en este momento tenemos muchas ideas y canciones. Estamos en algo que es difícil de describir, pero que es muy copado.

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