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Jueves, 18 de julio de 2002

RODRIGO, EL (P)OTRO, Y LA SUPERVIVENCIA DE JUANA LA LOCA

Siempre sábado

 Por Javier Aguirre

Su estampa de dandy de clase media (aunque no parece el típico baqueano de las ferias americanas), su modelo estético y musical no acorde con el del paradigma rocker imperante, y su carencia de amigotes en el mundillo rockero (de hecho, acumula más roces que guiños con los músicos de su generación), probablemente no han hecho muy simpático a Rodrigo Martín, el líder de Juana la Loca: “Nunca pertenecí a la escena. Me encuentro cercano a cierta gente, como Daniel Melero o Gabriel Guerrisi –actual guitarrista de Juana.-; pero no tengo muchos amigos músicos. No adhiero al estereotipo de todos somos de este club, ni participo de la zapada del establishment rockero. Y eso de alguna forma se paga, también”.
La reflexión, que no suena a lamento sino a descripción orgullosa, llega mientras el grupo defiende su nuevo disco, Belleza. Y lo de “defender” no es sólo una figura. Las bandas de la generación de Juana la Loca o están en su clímax (Babasónicos) o ya desaparecieron hace años, diluidas en otros proyectos, algunos ni siquiera musicales. Y lo heterodoxo del recorrido reciente del grupo, con cambios violentos de formación, y con cinco años sin editar un álbum de estudio (Vida modelo es de 1997; aunque es cierto que en el medio hubo un compilado de rarezas, un EP y dos simples), podía no entenderse como demasiado promisorio. Sin embargo, Belleza cuenta con dos de las mejores canciones de toda la obra del grupo; la galopante “Bajo tus pies” y la sorprendente “Los ahogados”, que revela una conexión feliz entre Sandro y Suede. “Tratamos de renacer todo el tiempo”, apuesta Rodrigo, pero Belleza no suena tanto a transformación como a la confirmación de la existencia de una lírica propia, y de un cantante de identidad inconfundible. Y que –el ejemplo vuelve a ser “Los ahogados”– descubre síntomas de madurez.
Un ejemplo se vislumbra en la parte del disco que Rodrigo define como “trilogía de fin de semana” (los temas “Viernes a la noche”, “Alucinaciones” y “Sábado a la noche”, curiosamente, el corte de difusión), que no alude en sus letras a la juerga sino más bien a la solitaria languidez de la TV del dormitorio: “El fin de semana no tiene que ser un pastor que nos conduce, como un rebaño obediente, a los centros de diversión; hay sábados en los que podés derrumbarte en la cama, o quedarte pensando si levantar el teléfono o no”, es la explicación, acaso rockeramente incorrecta. Y a ese desdén hacia la frivolidad del discurso del rock lo acompañan preocupaciones de otro tipo. Rodrigo recuerda: “Estaba yendo a un bar y me quedé conversando con una familia que vivía en la calle. Terminé viviendo un tiempo con ellos, en la vereda. No diciendo ¡uh, qué loco! sino diciendo ¡uh, qué dolor! Mis amigos se preocuparon. No quiero que termine sonando a anécdota, pero esa gente que rompió con el sistema, ya sea por exclusión propia o fagocitadas, son outsiders de verdad. Si ves a una persona durmiendo en un hall y ni te detenés... algo te está funcionando mal. Me encantaría saber qué piensa de la música de Juana la Loca una persona que duerme en la calle. Quisiera que se sintiese identificado con las letras, que de algo le sirviesen. Pienso mucho en las nociones de solidaridad y de avaricia de la humanidad, así que no me preocupa si tengo amigos famosos. Estoy escribiendo un ensayo sobre una teoría del excedente en el origen de la sociedad humana”.
La amplitud del foco descoloca un poco, y hace sonar pavota la siguiente pregunta: ¿sueña todavía Juana la Loca con alcanzar la supermasividad, o ya empieza a preferir el status de banda clásica? Rodrigo contesta con un recuerdo: “Antes de que apareciera nuestro primer disco, Electronauta, en 1992, me faltaba un año y medio para recibirme de psicólogo y pensé: ¿cómo quiero verme dentro de veinte años, siendo qué, haciendo qué? Y contesté: Quiero estar haciendo canciones. Y a eso voy. Si vamos a ser Juana la Nueva, o Juana la Clásica, no sé. Pero elegí el camino salvaje, hacer música”.

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