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Jueves, 27 de septiembre de 2007

ENTREVISTA A MARKY RAMONE

“Argentina fue nuestro segundo hogar”

Tocaban para 500 personas en Estados Unidos, pero aquí llenaban estadios con un amor incondicional y desmesurado. Hoy, once años después de ese ya lejano y gigantesco “no va más”, el baterista Marky Ramone vuelve a la Argentina. “Eramos mejores que los Pistols”, dice Marky.

 Por Daniel Jimenez

El 16 de marzo de 1996 no fue un día común para muchos pibes que en la Argentina le entregaron un pedazo de su corazón punk a los Ramones. Porque aquella noche del Monumental, junto a Die Toten Hosen e Iggy Pop (más los locales Superuva, Attaque 77 y 2 Minutos), el cuarteto neoyorquino se despidió para siempre de sus fans criollos, en un extraño y furibundo show de hora y media que aún se comenta por las calles de Núñez. Y ese ritual adrenalínico y colectivo significó el fin de un romance. Al menos físico. Los Ramones le decían adiós a su público más fiel y más de 45 mil fanáticos volvían en silencio a casa para tratar de hallar guiños en las canciones y una forma de seguir sin ellos.

Casi desairados en el resto del mundo, habían encontrado en nuestro país un amor incondicional y desmesurado que los llevó a regresar en seis oportunidades desde su debut en 1987 en el Estadio Obras. Hoy, once años después de ese ya lejano y gigantesco “no va más”, el baterista Marky Ramone vuelve a la Argentina para homenajear a su banda junto a músicos de Expulsados, Los Violadores, Bulldog y El Otro Yo. ¿Cuál es el plan? “Tocar temas de los Ramones, divertirse y poder disfrutar de una música que fue única e irrepetible”, explica Marky del otro lado de la línea.

Ingresado al grupo en 1978 luego de la partida de Tommy Ramone, este señor de 51 años que se esconde bajo el terrenal nombre de Marc Bell participó en ocho de los catorce discos oficiales que editaron los neoyorquinos, y fue el responsable de la producción de End of the Century, quizá la mejor radiografía de su banda y lo que significó la movida punk en Estados Unidos en la década del ‘70. “Cuando me vinieron a ver para hacer el documental no estaba muy seguro, porque quienes llevaban el proyecto adelante tenían su propia idea de los Ramones. A ellos les interesaba mostrar más que nada las peleas y el costado oscuro, algo que se puede observar claramente en la película. Yo hubiera preferido quedarme con la parte más divertida.”

–Cuando comenzaron en el CBGB compartían escenario con Television, Talking Heads, Blondie y otros artistas. ¿Quiénes eran los más talentosos?

–The Ramones. Eramos los mejores. Teníamos un sonido propio, canciones originales y el mejor look de todos los músicos que entraban al CBGB. ¿Si éramos buenos? Realmente no podría afirmar eso, pero sí te puedo decir que fuimos únicos y diferentes a todos. Había cientos de buenos músicos todavía, pero los Ramones inventamos un estilo que perdura hasta hoy.

–¿Por qué en todos estos años no ha salido otra banda de las mismas características que The Ramones?

–Porque fue algo único y porque solamente existieron cuatro individuos con la misma química para tocar ese tipo de música. Y eso no se volverá a repetir. Pero fue muy duro llegar a ser The Ramones, como fue duro el hecho de que toda esa presión estuviera centrada sobre cuatro tipos. Estuvimos en el lugar indicado en el momento indicado y éramos quienes éramos, además de sentirnos influenciados por un montón de música. Creo que... simplemente sucedió.

–Estuvieron varias veces en la Argentina y siempre fueron acosados por el público: los esperaban en el hotel, los perseguían por la calle y llenaban todos los shows. ¿Te sorprendió tanta efusividad la primera vez que viniste?

–Definitivamente. Y las imágenes que se ven en End of the Century son las mías filmando desde dentro de la camioneta que nos transportaba. Recuerdo que cada vez que veníamos era una locura total. Había chicos esperando en la puerta del hotel, e incluso corrían varias cuadras a la par nuestra tratando de subir a los autos. Para nosotros fue algo sorprendente y realmente nos hacía muy felices. Era una de las razones por las que queríamos volver.

–Johnny y Joey mantenían una relación tensa y estrictamente profesional. ¿Cómo te parabas vos ante esa situación?

–Yo estaba siempre en el medio tratando de mantener la paz, pero Johnny le robó la novia a Joey y... así empezó la cosa. Joey intentó olvidarlo, pero todo lo que no contaba, se lo guardaba. Y vivió muchos años con el dolor interno de enfrentar y aceptar lo que había pasado. Pero nunca lo olvidó. La canción The KKK Took my Baby Away cuenta toda la historia de cómo Johnny se quedó con la novia de Joey. Si bien no aparece su nombre en el tema, él fue el verdadero vehículo de la canción.

–¿Joey era un tipo solitario?

–Bueno, en realidad Joey era un tipo muy reservado, no hablaba mucho de su vida privada y, además, era una persona muy tímida. Dee Dee era el que más hablaba, casi por todos nosotros, hasta que se volvió loco, pero un loco agradable, inofensivo. Y Johnny... bueno, era la persona que se encargaba de que todo funcionara, de que estuviéramos unidos y de que el proyecto nunca dejase de ser serio. Era una buen persona, pero muy confrontador.

–¿Todo se olvidaba arriba del escenario?

–Nunca dejamos que ningún problema interfiriera en lo que hacíamos sobre el escenario, porque sabíamos que los fans habían pagado para ver el show y nosotros teníamos el deber de entregarles lo mejor. Porque eso es lo más importante. Si alguien paga para verte, tenés que tocar.

–¿Qué se siente ser el último miembro original de la “familia Ramones”?

–Bueno, no nos olvidemos de Tommy. El hizo una carrera, pero no se dedicó al punk, ni volvió a tocar temas de los Ramones, sino que se orientó a la música bluegrass y ahora toca el banjo y no quiere representar más las canciones de los Ramones. Yo sí. ¿Qué es lo que creo? Que las canciones nuestras son tan buenas que se pueden seguir tocando y que tengo la obligación de, mientras viva, continuar con el legado. Por eso voy a estar en Buenos Aires.

–¿Qué relación tenían con los Sex Pistols?

–Tuvimos poca relación, ya que ellos sacaron un solo disco y duraron un año y medio, algo que mucha gente olvida. En cambio nosotros duramos veintidós años, así que nunca pudimos considerarlos rivales. Además, no éramos enemigos, al contrario. La única diferencia es que los Ramones fuimos cien veces mejores que los Sex Pistols. Hicieron un buen álbum, se convirtieron en la sensación de Inglaterra, y se acabaron.

–¿Pensás que el final de Sid Vicious estaba escrito?

–Sí, no hay dudas. Cuando él se mudó a Nueva York con Nancy, nos hicimos buenos amigos y salíamos bastante a ver bandas en el CBGB. Era un tipo divertido cuando estaba borracho, pero no podía parar su adicción. Sid continuaba bebiendo y drogándose mucho, lo que considero una pelotudez de su parte. Yo no estaba metido en esa historia y no me parecía bien que se arruinaran la vida de esa manera. Pero él, Dee Dee, Richard Hell y otros se inyectaban demasiada heroína. Creo que si no hubiera sido por eso hoy Sid estaría vivo cantando temas de Jerry Nolan y Johnny Thunders.

–¿Qué significó la Argentina para los Ramones?

–Me parece que uno debería estar agradecido de que existan países tan agradables y maravillosos como la Argentina. No había ninguna razón extraña, simplemente nos gustaba. Por eso siempre decidimos volver, volver y volver. Tanto para Joey, Johnny, Dee Dee, CJ y para mí, Argentina fue nuestro segundo hogar. Y lo va a seguir siendo.

* Marky Ramone toca el viernes 5 de octubre en El Teatro de Flores, Rivadavia 7806. A las 19.

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