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Jueves, 11 de septiembre de 2008

FLAVIO EDITA “THE DEAD LATINOS”

Sobre una banda en ascenso

A Flavio Cianciarulo no le alcanza con la vuelta de los Cadillacs, con sus aventuras percusivas junto a Mandinga, ni con internarse en un rockabilly punk junto a Misterio. Y como tres bandas no eran suficientes, pergeñó una más: los Dead Latinos. Sólo que en este caso también creó a sus dos integrantes, la mexicana Quetzali Vampirella y su novio, el rosarino teddy boy Christos Anastasiadis. “Quetzali Malinxit Gómez Ramírez era llamativamente hermosa”, describe Señor Flavio en el capítulo inicial de The Dead Latinos, su debut en la novela publicado por Zona de Música. “Tenía todos los atributos de una indígena sensual que la hacían irresistible a los ojos de los hombres. Su belleza la convertía en mujer fatal salvaje. Alta, de rasgos prehispánicos sobresalientes, finos, levemente cruzados con europeo; ojos rasgados de jaguar, negros, brillantes, armonizando con su color de piel entre oscuro y rojizo; el pelo negro azulado, abundante, pesado y lacio, casi siempre lo llevaba suelto; la boca carnosa y un gesto entre duro y sensual invitaban a besar aquel monumento indígena de mujer espléndida.”

El personaje masculino de la novela y de la banda es descendiente de griegos y nació en Rosario, donde su abuela le decía que “se parecía mucho a Johnny Tedesco, aquel galán del Club del Clan, por el jopo y sus ojos verdes fulminantes”. El muchacho pisa por primera vez suelo extranjero en México, adonde llega con la promesa de “huesear” como músico tocando en fiestas y bares. Chico conoce chica, nace el amor (libre) y la banda, que se convertirá en todo un éxito. Pero a ella la persigue desde pequeña la imagen de un zombi con máscara de luchador, y aparecen en escena skinheads, “chamanas punx”, alucinógenos, “narco sexo gore”, crimen, traiciones e intrigas. Y en el medio de la trama, algunas visiones sobre el rock que resuenan con la voz del Señor Flavio, aunque quienes las digan sean personajes de ficción: “Debemos movernos como queramos, no olvidemos eso, somos una banda de rock. Transar, no transar, qué va, hay cosas más importantes, tocar y hacer canciones. Vayamos adonde nos dé la gana y de la manera que queramos, regalando, vendiendo, transgrediendo, luchando, con mentiras, con verdades, cediendo, sin dejar espacios; pero eso sí: la canción siempre. ¡Hasta la canción siempre! ¡Todo es lo mismo! En definitiva vamos por la vida no pretendiendo obtener salvación, ni castigo. ¡A tocar!”.

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