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Jueves, 9 de octubre de 2008

DIAS # 4,5,6,7

Concurso Crónicas: Pepsi Music - Suplemento NO

DIA 4 (NINE INCH NAILS)

El futuro es hoy (o llego hace rato)

POR CESAR GUARAGNA
APODO: CESARE

Cuando a finales de los ‘90 miraba, en VHS o en los incipientes canales de cable, aquellas películas realizadas a finales de los ‘80 y con suerte a principios de esa década, prestaba atención a las imaginarias bandas del futuro que allí aparecían y especialmente su sonido. Esa representación era el pronóstico del director de cómo sería la música dentro de muchos años, y muchas de esas caracterizaciones pueden ser sintetizadas en un show de NIN. La escena que acompaña su sonido industrial nunca deja de impactar, arrasa como la onda expansiva de la bomba nuclear de Terminador 2, y todos somos Sarah Connor agarrada del alambre. NIN en vivo brinda climas tan enérgicos como introspectivos, escenas kraftwerkreanas y hasta lluvia ácida —no sólo desde su pantalla doble—; que se encuentran directamente relacionados con la mutación de Trent Reznor, desde aquél con dreadlocks, rapado a los costados y con minishorts blancos hasta el actual de pelo corto, musculoso, y vegetariano. NIN y Trent —que son lo mismo— fueron cambiando, ya no todo es dolor y oscuridad en sus letras, dos décadas de carrera, no son pocas para un músico, y menos para alguien que como Reznor, quien nos ha mostrado a través de su mirada individualista la locura y la sexualidad (The Download Spiral), para pasar a una colectiva (Year Zero) que se ocupa del terrorismo, las guerras y el ecosistema incorporando un compromiso que va unido al sentimiento de frustración respecto de la guerra a la que critican explícitamente cuando acompañada por una foto de George Bush en la pantalla que se transforma en John McCain sonó The Hand That Feeds.

Luego de dos horas de show y una lista de temas que te sacude con Closer, Head Like a Hole, Terrible Lie, God Given, y Only, junto con un set visual que juega con la idea de ser el plugin de cualquier reproductor de mp3, que al trasladarse a la realidad cuenta con la pantalla trasera —ya tradicional— de cualquier escenario rockero más una frontal de leds colgantes que desciende y se ubica al frente del escenario, encerrando a los músicos como fieras indomables, en las que también ellos son los protagonistas e interactúan con sus figuras; concluyo que asistimos a otra exposición de vanguardia estética aplicada a un concierto como la que trajo Daft Punk, en ese mismo escenario tiempo atrás. En dos palabras, es la síntesis del futuro hoy, el hombremáquina. Por último, la compleja personalidad de Reznor expresada en el show absorbió la cultura norteamericana del consumo de los asesinos seriales como Charles Manson, del cual tenía las puertas de su casa en su propio estudio de grabación, que transmite con su mirada, y en el sonido que emite su voz, que te arropa suavemente al final para irse a dormir satisfecho.

DIA 5 (DAVE MATTHEWS BAND)

El temor a la sordera

POR FERNANDO POSADAS
APODO: FHU

El silencio también es música. Y más en el Pepsi Music. Para comprobar esta hipótesis basta con verlo a Dave Matthews paradito con su guitarra criolla contra el pecho, al frente de la banda que lleva su nombre, mientras comienza el show de cierre del quinto día. Faltan algunos minutos para las 22 y la electricidad, exhausta, decide tomarse un respiro después de tanto andar cuando ya está promediando este maratón musical. El desconcierto de las miles de personas que por un instante temen haberse quedado sordas en el momento más inoportuno enseguida es disipado por el cantante sudafricano, quien hace uso de todo su carisma al bajarse del escenario para saludar y terminar de conquistar a un público en el que conviven diversos idiomas. De pronto, la electricidad retoma el paso firme y seguro en el Club Ciudad de Buenos Aires y Dave Matthews Band, en su primera visita al país, sirve el exquisito cóctel de estilos que la caracteriza. Del rock al jazz, casi dos horas en las que no defrauda con la lista de temas (So much to say, Ants marching, Don’t drink the water, Satelite, Crash into me...) y hasta adelanta una canción que será parte del disco de estudio que sacará en 2009. Antes, la tarde gris (claro, toca Bahiano) había largado con la confirmación de que es inevitable la presencia de los pilares esenciales del rock argentino en el Pepsi. Así pasan Buscando un símbolo de paz de Charly García, en la apertura del escenario principal y en la voz de Hilda Lizarazu; Una noche en New York city de Sumo, gracias a Borregos Border, y Hombre al agua de Soda Stereo, de la mano de Bahiano. La rayita roja del termómetro está empecinada en ser amarreta e invita a abrigarse. Algunas gotas de lluvia preocupan mientras Adrián Otero en plan solista dice su nombre y agrega con una sonrisa “ex Memphis la Blusera”. Y vuelven a obligar a que los más precavidos abran por un instante sus paraguas a la par que los uruguayos del Cuarteto de Nos hacen reír y pensar con las trágicas letras de sus canciones. Antes de que se suba al escenario Fito Páez, La Portuaria aprovecha para mechar entre sus clásicos temas de su flamante disco, La vaca atada. Con el rosarino instalado al frente de su piano llega un éxito atrás del otro. “Hoy somos Fito Páez and The Killer Burritos”, señala en relación con la banda que lo acompaña en esta impecable presentación, que también cuenta con Emme en coros. El invitado de la noche es el Catupecu Machu Fernando Ruiz Díaz, quien le imprime su estilo a Ciudad de pobres corazones, mientras la luna los espía por entre esas nubes que nunca iban a terminar de irse. “Hola, soy Dave Matthews”, bromea Gillespie y con su trompeta encanta a la audiencia minutos antes de que el verdadero poseedor de ese nombre y apellido se adueñe de la atención de todos.

DIA 6 (THE CULT)

The Cult, o cómo ser un rockstar cliché en 5 pasos

POR MAGALI CONSTANTINO
APODO: MAGGIE87

Ayer se celebró la sexta fecha del megafestival Pepsi Music 2008, y quince mil almas se juntaron en el ex Club Ciudad de Buenos Aires para vivir una jornada a pura música. Pier, que decidió no tocar su ultra archi mega conocido hit Sacrificio Rock & Roll pero que se apropió del escenario e hizo saltar unas cuantas miles de almas; Ratones Paranoicos, veteranos del rock local que tocaron bajo el sol y defendieron sus banderas; Las Pelotas, con un show de calidad, ya sin su antiguo vocalista Alejandro Sokol, que cantó por última vez en el Quilmes Rock, y con la participación de un Roberto Pettinato recatado que le sacó brillo a su saxo. Caso aparte fue The Cult, la banda de hard rock inglesa a cargo del cierre de la jornada. El show fue indiscutiblemente brillante. El sonido más que digno, a pesar de algunas fallas técnicas al principio del recital. Pero su líder Ian Astbury, histrionismo aparte, tuvo el clásico problema del rockstar cliché. Parece que el cantante estuvo releyendo el manual del buen rocker. Y lamentablemente lo puso en práctica. Supongo que debe haber leído algo más o menos así:

* Paso 1: aprende palabras en su idioma (este paso hizo que... nos deleitara a todos con un concierto de sinsentidos como “Uuuhh” Lunaaaa!!... ¿Por quéééé?.. Bocaaaa!!...Independienteeeee!!!... Beeellgraaaanooo!! (¿¿¿????).

* Paso 2: no olvides de mostrarte hostil con el público por momentos. Estudios han demostrado que eso lo excita y lo hace vibrar!!! (y el simpático inglés se burló de los argentinos despachándose con un par de dedos haciendo “Fuck you” y un “This is bullshit”, esto es una mierda, cuando los seguidores coreaban un “Olé, olé olé olé, The Cult, The Cult”).

* Paso 3: demagogia. ¡No olvides la demagogia! Dedícale una canción a un ídolo de ese país (y el pobre Astbury gritaba “Dieeeego? Dieeego Maradooonaaa... Esta canción se la dedico a Dieeego Maradooonaaaa” como si Diego lo estuviera mirando desde el pogo exigiendo un temita).

* Paso 4: peléate con alguna bandita anterior: “Agarremos a Dave Matthews y hagámoslo mierda”, pareciera haber dicho Astbury, que le dijo al público que ya habían tenido demasiado de los estadounidenses Dave Matthews Band, y le dedicó irónicamente a su colega el tema Love renoval machine).

* Paso 5: droga. Mucha mucha droga. Pero mucha. (Entonces, las luces del escenario se apagaban a cada rato, Ian Astbury desaparecía, y cuando volvía se delataba inspirando bien hondo por la nariz.)

Astbury siguió los pasos al pie de la letra y se convirtió en el rocker cliché del nuevo milenio. Felicitaciones para él.

DIA 7 (ANDRES CALAMARO)

La vuelta de Andrés

POR MATIAS CORDOBA
APODO: MATIASCORDOBA

Andrés Calamaro practicaba con el fuego. Y en ese thriller de la intoxicación, escupió lo más nutritivo de su repertorio, volvió de la desgracia y se coronó como el Gran Campeón. Para esta ocasión, en el día 7 del Pepsi Music, AC reflotó aquellas composiciones que lo habían vuelto loco y las ofrendó al público que colmó el Club Ciudad de Buenos Aires. Era una tarde preciosa. El barro de la semana pasada había desaparecido y los músicos correteaban entre el público para llegar a tiempo a escena en un día de covers. Desde el escenario Sónica! Las Trampas de Lily cerraron su set con Rockin’in the free world, de Neil Young. Mientras que en el de Claro, Smitten decidió abrir su concierto de punk apto para todo público con una descabellada versión de Come together. Pero hablábamos del fuego. Y hubo otras especies del mismo linaje que también practicaron con lo mismo que experimentó El Salmón. Entre ellos estuvieron Estelares (con un show corto y contundente) y Sponsors, con Joaquín Levinton a la cabeza. Hubo algo que no se entendió muy bien de este nuevo proyecto del ex Turf: arengaron al público al grito de “sexo, drogas y reggaettón, el rock es una puta barata” y después arremetieron con Que sea rock de Riff. Lo de Los Tipitos, ya en el escenario principal, fue la apertura de la noche grande. Son músicos que tienen cara de buenos tipos. Tocaron lo que le hubiera pedido la gente en cualquier festival masivo; hicieron Siguiendo la luna de Los Fabulosos Cadillacs, y concluyeron con un show que no tuvo puntos flojos. El público se acercó masivamente. Era previsible ya que AC está acostumbrado a realizar dos fechas en el mismo predio cada vez que se presenta en vivo. Sin embargo, el transcurso de toda la jornada fue tranquila. A Los Auténticos Decadentes (esa máquina de fabricar hits inoxidables) le sienta bien la ropa de estos conciertos multitudinarios. Fueron los que se encargaron de darle vida a la masa con una metralla de éxitos: La guitarra y Gente que no de Todos Tus Muertos. Lo de AC fue de raigambre peronista (“buenas noches, compañeros y compañeras”) y reflotó lo que se decía al comienzo: su repertorio maldito. Chicas, El día de la mujer mundial, la intro de All you need is pop en Los Chicos, Los aviones y una particularidad: la multiplicidad de voces. Calamaro está más flaco, con una voz menos grave, tal vez por la gimnasia de los recitales. Hace uso y abuso de su repertorio, lo repite, lo llena de éxitos inexpugnables (Crímenes Perfectos, Sin documentos) pero lo hace con una banda ajustadísima. “Sin palabras, Pepsi Cola, estamos agradecidos”, tiró al público. Y sin barro donde restregarse las zapatillas, ante la inmensidad del predio, sólo quedó tiempo para las conclusiones de una tarde preciosa y una noche profunda, de estrellas imperecederas.

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Imagen: Guadalupe Lombardo, Cecilia Salas
 
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